“Los hombres llegan a ser viejos,
pero nunca llegan a ser buenos”
Oscar Wilde
Después de su visita a Cuba, el Papa destinó algunos días a reunirse con la gente en Estados Unidos de América.
El jueves 24 de septiembre de 2015, el Papa fue recibido por diputados y senadores que integran el Congreso Norteamericano.
Vi y escuche la cálida recepción que le brindaron los legisladores y pude observar el gran entusiasmo con el que recibieron el discurso del Papa.
Diputados y senadores de un partido y de otro, en varias ocasiones se pusieron de pie para ovacionarlo y expresar su acuerdo por lo que dijo con gran valentía y sobre todo objetividad, de tal modo que no ofendió a nadie y sí pudo demostrar que es posible el encuentro de unos y otros para buscar soluciones a los problemas que se viven y hacer efectivas las decisiones que se toman en bien de una nación e inclusive de otros países.
El Papa Francisco señaló con gran énfasis uno de los males que envuelven a la humanidad y dijo:
“El mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico. Esto nos surge a estar atentos frente a cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere. Combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar”.
El Papa partió del escenario global, esto es, de lo general a lo particular, como veremos más adelante. Hizo énfasis sin nombrar a los grupos extremistas que en nombre de la religión atacan y destruyen hasta dejar cientos de muertos en el camino.
“Nuestra respuesta, en cambio, es de esperanza y de reconciliación de paz y de justicia. Se nos pide tener el coraje y usar nuestra inteligencia para resolver las crisis geopolíticas y económicas que abundan hoy”.
“El reto que tenemos que afrontar hoy nos pide una renovación del espíritu de colaboración que ha producido tanto bien a lo largo de la historia de los Estados Unidos. La complejidad, la gravedad y la urgencia de tal desafío exige poner en común los recursos y los talentos que poseemos y empeñarnos en sostenernos mutuamente, respetando las diferencias y las convicciones de conciencia”.
De esta concepción universal el Papa pasó a la consideración de la política y en este caso expresó:
“Toda actividad política debe servir y promover el bien de la persona humana y estar fundada en el respeto de su dignidad <<sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que han sido dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos esta la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad>>”.
Abordó pues el tema de la libertad para todas las personas y de todos sus derechos inalienables y explícitamente habló del asunto de la vida, esto es, contra el aborto y la muerte.
También expresó:
“Si es verdad que la política debe servirle a la persona humana, se sigue que no puede ser esclava de la economía y de las finanzas”.
La persona, las personas, las sociedades deben estar en el centro de toda actividad y ser los beneficiarios del bien común y no al servicio del sistema económico y de las finanzas, como ocurre hoy con los grandes monopolios y con las grandes compañías financieras.
El Papa también abordó el asunto de los migrantes, que hoy se presenta con gran dolor y escándalo en Europa y en Estados Unidos o en México.
Al respecto el Pontífice expresó:
“Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes”.
El Papa Francisco no solo señaló el problema sino sugirió la solución: “Debemos elegir la posibilidad de vivir ahora en el mundo más noble y justo posible, mientras formamos las nuevas generaciones, con una educación que no puede dar nunca la espalda a los ‘vecinos’, a todo lo que nos rodea”.
Del tema de la vida el Papa dijo: “La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo”.
También en su discurso, en consecuencia con el asunto de la vida, dijo que hay que solicitar la abolición mundial de la pena de muerte porque “cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad solo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito”.
El Papa, por otro lado, entró a otros temas capitales como son el desarrollo y el subdesarrollo; el de los pueblos ricos y el de los pueblos pobres.
“La lucha contra la pobreza, -dijo el Papa- y el hambre ha de ser combatida constantemente en sus muchos frentes, especialmente en las causas que las provoca. Sé que gran parte del pueblo norteamericanos hoy, como ha sucedido en el pasado, está siendo frente a este problema”.
Mas adelante, en su interesante discurso en el cual abordo temas fundamentales, de orden mundial y nacional expresó:
“Ahora es el tiempo de acciones valientes y de estrategias para implementar una ‘cultura del cuidado’ y una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza”.
La libertad humana es capaz de limitar la técnica, de interpelar nuestra inteligencia para reconocer como deberíamos orientar, cultivar y limitar nuestro poder.
Estimado lector, lo invito a leer completo el discurso que además de los temas a que me he referido, abordó otros de importancia para toda la humanidad.
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