El número de desastres naturales, su impacto y sus costos van en aumento, reportes de la ONU hablan de 100,000 vidas anuales, estiman que para el año 2050 serán 300,000, a esto se suman muchas comunidades que por sus condiciones de vida, pobreza, desempleo, migración, desplazamientos se incrementa la vulnerabilidad de ser afectados.
En muchas ocasiones frente a los desastres naturales como los tsunamis, terremotos, inundaciones, erupciones entre otros, se hace un recuento de las pérdidas económicas, de los espacios estropeados, de los árboles caídos, de las plantaciones dañadas, de los edificios fracturados, de los autos destruidos, incluso se llega a contabilizar la cantidad de litros de agua en una inundación; pero en pocas ocasiones se habla del impacto emocional que las personas experimentan frente a estas situaciones.
Frente a los desastres naturales las personas se enfrentan a la interrupción de su espacio de vital de seguridad, lo que genera una angustia emocional que en muchas ocasiones pasa a un segundo plano por la apremiante necesidad de enfrentar la “solución” de la infraestructura cotidiana.
Aunque la mayoría de las personas tiende a una reacción diferente frente a los desastres naturales, estás pueden clasificarse en una serie de fases, en donde cada una va acompañada de emociones como: la tristeza, la ira, la ansiedad, el enojo, la frustración e incluso la culpa.
En un primer momento, aparece la fase de la amenaza donde las personas experimentan ansiedad y negación, es el momento en que reciben noticias reales o rumores de que se presentará un desastre natural o bien son los primeros instantes ante una catástrofe, la negación en muchas ocasiones favorece que los sujetos se defiendan emocionalmente para no caer en shock. En esta fase las personas enfrentan su dolor de manera aislada, en muchas ocasiones las personas son desplazadas de sus hogares, muchos tienen que comenzar la búsqueda de seres queridos, es un momento donde se experimenta la vulnerabilidad humana, que se suma a las limitaciones materiales.
Posteriormente, se presenta la fase del impacto, momento de mucho aturdimiento e intranquilidad, en muchas ocasiones las personas se desmoralizan porque no encuentran respuesta ante lo vivido, se sienten incapaces de soportar las pérdidas materiales y humanas, físicamente tiene repercusiones en el apetito y el sueño; se experimenta miedo, ira y tristeza, se da prioridad en atender enfermedades o necesidades básicas y se deja a un lado lo emocional, en esta fase se realiza el recuento de los daños, aparece la intranquilidad por la incertidumbre de lo que sucederá con ellos.
Finalmente, la fase de recuperación donde en muchas ocasiones se presentan reacciones somáticas, son días dolorosos, de impotencia, aparecen reacciones emocionales de tristeza o enojo exacerbado e incluso se puede presentar un comportamiento autodestructivo, en esta fase se habla del estrés pos-traumático, este puede aparecer al mes o tres meses posteriores al suceso, expertos en el tema hablan de la aparición de recuerdos instantáneos e involuntarios que repiten el hecho traumático.
Dentro de las características del estrés postraumático se encuentran la incapacidad de recordar aspectos importantes del hecho traumático, creencias negativas exageradas sobre uno mismo o los demás, sentimientos de culpa por no haber reaccionado a tiempo, percepción distorsionada del suceso, estado emocional negativo, disminución del interés e incapacidad de experimentar emociones positivas.
Ante esta situación, el estrés postraumático también repercute en la vida laboral donde se manifiesta con un deterioro en el funcionamiento de la productividad, un desgano generalizado para asistir al trabajo, incluso puede propiciar el inicio del consumo de sustancias psicoactivas o alcohol, esto con el fin de evitar a toda costa los recuerdos.
Los síntomas del estrés pos-traumático pueden aparecer incluso meses o años después, razón por la cuál es pertinente que inmediatamente de un evento traumático se realice una intervención profesional que ayude a minimizar las consecuencias, que si bien no pueden ser contabilizadas si tienen una repercusión en la calidad de vida de los sujetos.
Idealmente, podemos hablar de la prevención desde diferentes aspectos, en el cuidado del medio ambiente, en la capacitación a profesionales de la salud y de la aplicación de programas sociales encaminados al cuidado y a la identificación de situaciones que pudieran detonar peligro para la población.
La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com
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Dependiendo de la dosis recomendada, 1 sobre kamagra 100 mg es suficiente para 1-4 usos.