Noticias en Salud informa que forma en la que lidiamos con el cuerpo y sus imperfecciones es una parte normal dentro de la experiencia humana. De hecho, estudios de expertos determinan que las personas se sienten más o menos conformes con sus figuras físicas de acuerdo con el estado de su nutrición y el bienestar psicológico provisto de un estándar otorgado por la calidad de vida.
¿Qué es el síndrome del burnout o trabajador quemado?
Así las cosas, las personas tienden a ser propensas a suscribirse a planes de alimentación estrictos cuando el año comienza, pero la rigurosidad del mismo hace que sea imposible de mantener en el tiempo, y peor, puede generar consecuencias irremediables en la salud de cada persona.
Por eso, nutricionistas consultados por EL HERALDO sugieren que, si una persona busca cambiar su estilo de vida a uno más saludable, lo primero debe ser la imposición de retos fáciles de cumplir para lograr dos propósitos: crear una mentalidad de que sí es posible alcanzar metas y decirle al cuerpo que se encaminará la conducta diaria hacia un cambio significativo en el tiempo.
Muchas personas consideran que fracasar en sus propósitos relacionados con las dietas de año nuevo obedece a una falta de autocontrol. Sin embargo, la no continuidad puede ir de la mano con la no consecución de resultados.
Estilo de vida saludable, una decisión de constancia
Por ello, es necesario comprender que el plan de alimentación no debe ser un castigo, sino un proceso de autoconocimiento en el que se evalúa la alimentación y la comida como la energía que ayuda al cuerpo a andar cada día.
El exceso de esta energía puede convertirse en tejido adiposo, lo cual se deriva en cantidades de grasa corporal que pueden destinarse a cualquier parte del cuerpo, de acuerdo con el organismo. A su vez, la falta de alimentación se traducirá en una disminución de la masa corporal que, en una forma acelerada, puede traer consecuencias irreversibles para la salud.
Caleb Garcés, nutricionista barranquillero con maestría en nutrición deportiva, explica que “hay un error muy común y es que nos arrastramos a todas las tendencias que puede haber en cualquier tipo de dieta y estilo de alimentación. Hay unas marcadas como las dietas intermitentes o la cetogénica, que tienen una restricción calórica bastante fuerte, entonces hay personas que no están para este tipo de alimentación. Todo eso se termina reflejando en bajones de azúcar, pérdida de cabello, disminución de energía o incluso la salud”.
Primer paso para el uso de un compuesto anticancerígeno del tomillo
La restricción calórica hace referencia a la comida que se consume diariamente. De acuerdo con su explicación, y la de los expertos consultados por EL HERALDO, no hace falta suscribirse a planes de alimentación que sean limitantes en cuanto a la clase de comidas, sino en las porciones que se llevan al cuerpo y que se traducen en energía para el mismo.
No sufra por lo que diga el peso: lo importante es la composición corporal
Garcés explica que el cuerpo se distribuye en masa muscular, masa grasa, vísceras, huesos y piel. La suma de todos estos componentes elabora el peso total de un cuerpo humano. En ese sentido, la composición corporal “busca que lo que peses sea la mayor cantidad de masa muscular y la menor cantidad de grasa corporal”.
Esto se mide, de acuerdo con el experto, a través de un patrón que es el índice de cintura – talla. “Es un índice que determina la circunferencia del perímetro abdominal, a través de lo cual se determina qué tan saludable puede estar el cuerpo”, señala al respecto.
“Hay personas que pesan 70 kilos, pero tienen más barriga que cualquiera. El peso solamente es un indicador”, explica a continuación.
Para generar cambios significativos, Garcés sugiere realizar ajustes sencillos, adaptados según el estilo de vida de cada persona. “Hay que cuidarnos desde lo básico. No comer azúcares refinados, ultraprocesados, comer con cuidado lo que proviene de la tierra… con esos ajustes una persona puede mejorar su calidad de vida y el aspecto físico”.
Comer bien no significa gastar más
Una de las teorías que gira en torno a los estilos de vida saludables es que representan un mayor gasto para el bolsillo de las personas. Sin embargo, los expertos coinciden en que se puede desarrollar un plan de alimentación con los productos elementales de la canasta básica sin gastar más, siempre y cuando se tengan en cuenta dos aspectos elementales: la porción que se consuma y el tratamiento que se le dé a cada alimento.
“Imaginemos un bocachico que puede ser saludable o puede no ser saludable”, ejemplifica Garcés. “¿Cómo es no saludable? Si yo lo frito en un aceite se convierte en un alimento hiper calórico. Si en cambio yo lo guiso o lo paso a la parrilla, será totalmente saludable y positivo”, señala el experto.
Todo lo que debe saber sobre la variante ómicron
“La alimentación más segura no es aquella que nos provee un déficit energético severo, sino aquella que nos permite enseñarle al cuerpo cómo metabolizar los alimentos, que son energía”, explica seguidamente el nutricionista.
¿Qué tipo de plan de alimentación se recomienda?
La sugerencia principal de los expertos es que cada persona busque a un conocedor del tema a la hora de diseñar un plan de alimentación que debe ser personalizado para la obtención de resultados que sean acordes con el ritmo de vida de cada persona. Sin embargo, coinciden en que puede ser de beneficio para la salud el realizar dietas que se compongan de tres comidas básicas y dos meriendas intermedias.
“Hay una dieta que se llama metabolismo acelerado, consiste en hacer tres comidas principales, dos meriendas, en los que la persona hace un déficit energético pero en el que la persona no sufre bajones de azúcar, porque es menos dura, tiene repartida la energía durante el transcurso del día y en consecuencia es más adaptativa, pensando en la inteligencia del cuerpo”, sugiere Garcés.
De acuerdo con expertos, es vital que este estilo se acompañe con jornadas de entrenamiento físico y un correcto manejo de las horas de descanso, para que el cuerpo asimile de manera correcta el cambio y puedan generarse cambios de conducta significativos y que duren en el tiempo.