El melocotonero, un árbol de la familia de las rosáceas, procede de China, donde era emblema del árbol de la vida y sus frutos símbolo de longevidad. El dios chino de la inmortalidad y la riqueza, Zhongli Quan, suele representarse con un melocotón en la mano.
Desde China el melocotonero se extendió a Europa a través de las campañas de Alejandro Magno, que lo trajeron de Persia, adonde había llegado a través de la ruta de la seda. Durante mucho tiempo se creyó que, de hecho, era oriundo de Persia, lo que quedó reflejado en su nombre botánico: Prunus persica.
En Europa el melocotonero se desarrolla especialmente bien, sobre todo en tierras como las de Aragón, Lérida o Murcia. Los frutos recolectados alcanzan en estas zonas cotas máximas de sabor y dulzor.
Los puntos fuertes del melocotón son su contenido en betacaroteno (provitamina A) y vitaminas C y E, de las que aporta cantidades significativas (300 g, dos piezas, cubren el 23% de la necesidad diaria de vitamina A, el 50% de la vitamina C y el 15% de la vitamina E)
En cuanto a los minerales, aporta potasio, fósforo, magnesio y hierro, que lo convierten en un buen diurético (potasio) y antianémico (hierro).
Su fibra (2%), la mayoría soluble, ayuda a mantener bajos los niveles de colesterol y ejerce un poder laxante; mientras que la presencia de vitaminas del grupo B hace de él un buen calmante del sistema nervioso.
El contenido en agua del melocotón es muy elevado, se sitúa sobre el 87% de su peso. Y sus grasas, prácticamente nulas. Estas dos circunstancias, mucha agua y pocas grasas, explican su bajo valor calórico, que aporta entre 35 y 45 calorías por cada 100 g.
Los azúcares (carbohidratos), del orden del 9%, son su nutriente más importante desde un punto de vista cuantitativo y los responsables de su dulzor.
Como ocurre con todas las frutas frescas, el valor proteico del melocotón es bajo, del 0,7%.
La combinación de nutrientes que se concentran en la pulpa y la piel del melocotón otorga a esta deliciosa fruta valiosas propiedades digestivas, diuréticas y antioxidantes.
ES UN BUEN DIGESTIVO
El melocotón proporciona, junto a su abundante agua, una buena dosis de fibra que resulta beneficiosa para la flora intestinal y de gran valor en el estreñimiento crónico.
Pero, además, estimula la producción de secreciones gástricas (se indica en caso de dispepsia y para evitar la aparición de úlceras), abre el apetito y contribuye a drenar los conductos hepáticos y biliares.
ES DIURÉTICO
Al favorecer la diuresis a nivel renal, el melocotón es aconsejable en la hipertensión arterial. Ejerce una acción favorable en las inflamaciones del riñón, en las hematurias (presencia de sangre en orina) y en las litiasis urinarias (ayuda a eliminar las piedras).
UN GRAN ALIADO DE LA VISTA
La presencia de carotenos y luteína favorece la salud ocular, sobre todo de la retina, pues contribuye a evitar la formación de cataratas. Su carencia puede manifestarse con la denominada "ceguera nocturna", una disminución de agudeza visual cuando mengua la luz solar en el crepúsculo.
SIRVE PARA ADELGAZAR
Por su bajo aporte calórico y su contenido en potasio, que ayuda a eliminar líquidos sobrantes del organismo, resulta una fruta muy adecuada en dietas de adelgazamiento.
SUS ANTIOXIDANTES PREVIENEN ENFERMEDADES
Tanto el selenio como el cinc, las vitaminas que contiene y una sustancia antioxidante llamada ácido clorogénico hacen del melocotón un protector frente a enfermedades degenerativas como el cáncer, especialmente de colon, próstata y pulmones.
Los melocotones son una fruta de temporada, ya que aguantan poco tiempo una vez recogidos. Hay que consumirlos frescos y cuando están maduros, lo que normalmente se produce entre primavera y otoño, según la variedad.
Los conservados en almíbar resultan nutritivos, pero pierden vitaminas y minerales, además de presentar un mayor porcentaje en calorías.
Su delicada pulpa y su riqueza en vitaminas y enzimas los hacen ideales para comerlos crudos. Lo mejor es elegirlos ecológicos para poder beneficiarnos de las propiedades que se esconden en su piel y no pelarlos.
Permiten preparar ensaladas con todo tipo de ingredientes verdes, enriquecidas en proteínas con tofu. También son ideales para macedonias.
Otra manera muy sabrosa de tomar esta fruta es en forma de orejones secos, pelados, cortados y secados a temperaturas de entre 65 y 70 ºC, como máximo. Los orejones son ideales en compotas, mermeladas y chutneys y en desayunos a base de cereales.
VARIEDADES DE MELOCOTÓN
Aunque popularmente se clasifican en melocotones de viña (amarillos por dentro y por fuera) y de agua (rojos por fuera y blancos por dentro), existen decenas de variedades de características bien diferentes, según el color de la piel, que puede ir del amarillo al rojo y ser aterciopelada o lisa; la forma, globosa o plana; el hueso, que puede estar más o menos adherido a la carne; y la pulpa, de colores, consistencias y matices de sabor diferentes.
En nuestros mercados se puede encontrar una decena de las muchas variedades existentes, pero son muy apreciados los melocotones de Calanda, grandes y de un amarillo anaranjado por dentro y por fuera, y los de la comarca tarraconense del Penedés, más rojos y jugosos.
Las nectarinas, de piel roja y lisa, son una variedad de melocotón y no un híbrido. También lo son el melocotón plano y el paraguayo, que suelen ser muy dulces.
Fuente: CUERPOMENTE