Noticias en Salud informa que sé que el título de este artículo es probable que te haya sorprendido.
Porque solo tenemos un cerebro, el que vive dentro de nuestro cráneo, ¿verdad?
Pues he de decirte que no es así… En realidad, tenemos tres cerebros. El encéfalo, el corazón y el intestino.
Y hoy vamos a explorar este cerebro situado en nuestro abdomen para que sepas que tu salud emocional también depende de él.
Si nos centramos solamente en las funciones más mecánicas del intestino, diríamos que se encarga de nuestra digestión y de absorber los nutrientes de los alimentos que ingerimos. Esto ya de por sí es algo esencial para nuestra supervivencia, pero el intestino guarda más secretos…
Algo curioso es que el 95% de la serotonina que produce nuestro cuerpo, lo hace el intestino. La serotonina es un neurotransmisor que nos aporta calma, serenidad y felicidad. Pero también regula nuestra conducta de sueño, el apetito y el bienestar general. Nuestra salud emocional depende también de la salud de nuestro intestino.
Cada emoción produce una respuesta diferente en tu intestino. La ira hace que el intestino se contraiga y produzca mucho ácido, al tiempo que ralentiza la evacuación de los desechos que no son útiles. Cuando estamos deprimidos, los intestinos apenas se mueven. Cuando estamos estresados, la digestión se paraliza y la sangre que irrigaba esta zona de tu cuerpo, se desplaza a los músculos para que puedas huir o defenderte de la amenaza que estás viviendo (Mayer, E., 2017).
Cada persona responde de una manera al estrés, la ansiedad y a las emociones y una manera de conectar con el mundo emocional, es observando nuestra función intestinal. La clave está en la observación.
LA MICROBIOTA
Nuestro intestino tiene una gran variedad de microbios que nos ayudan a mantener la salud. Un intestino sano, cuenta con unas 1.000 especies diferentes de bacterias. Tu microbiota pesa alrededor de 1 kilogramo y representa el 70% de tu sistema inmune.
Estas bacterias nos ayudan a digerir algunas sustancias que nuestro cuerpo no es capaz de digerir por su cuenta.
Cuando nacemos, nuestro cuerpo no tiene ninguna bacteria. Durante el parto vaginal, las bacterias presentes en esta parte del cuerpo de la madre, comienzan a crear la comunidad de bacterias beneficiosas para nosotros, especialmente en el intestino. Esto está cambiando por el número elevado de cesáreas que se están llevando a cabo en las últimas décadas, lo que sin duda influirá en la colonia de microbios que adquiere el bebé.
La microbiota del intestino es sensible al estrés, ansiedad y depresión, de hecho es sensible a todo lo que sentimos, pues el cerebro le informa de lo que está ocurriendo allá arriba. Pero los microbios del intestino no solo escuchan, de hecho modulan los estados emocionales, enviando señales al cerebro para regular lo que sentimos.
Es esencial cuidar nuestra microbiota para asegurarnos de una buena salud física y mental. Algunos consejos que puedes seguir para mantenerla saneada, son: mantén una alimentación sana y equilibrada, evita los alimentos procesados, consume probióticos que están presentes en el kéfir, el queso, el yogur o en encurtidos sumergidos en vinagre. También debes cuidar tus emociones para mantener sana tu microbiota, regular tu estrés, reduce tu ansiedad y experimenta paz y serenidad.
EL SISTEMA NERVIOSO ENTÉRICO
Tu intestino tiene entre 200-600 millones de neuronas, especialmente situadas en la médula espinal. Estas neuronas mantienen una constante conversación con las neuronas cerebrales, llegando a influir en emociones tales como la ansiedad, tristeza, las respuestas al dolor o incluso nuestra actuación en las relaciones sociales (Annahazi, A., Schemann, M., 2020).
La información de este órgano es tan importante, que tiene su propio sistema nervioso, el sistema nervioso entérico. Se extiende desde el esófago hasta el esfínter anal, llegando a tener ramificaciones hacia el hígado, la vesícula biliar, el tracto biliar y el páncreas. El cerebro se comunica con este sistema nervioso entérico, a través de las hormonas (Annahazi, A., Schemann, M., 2020).
Las funciones de este sistema nervioso entérico son: regular la motilidad (movimiento) de los músculos del intestino, segrega agua e iones, absorción de vitaminas y nutrientes y liberar mediadores endocrinos -hormonas o neurotransmisores- (Annahazi, A., Schemann, M., 2020).
No es casual que la intuición se exprese físicamente en tu intestino. Suele ser esa sensación de que tus “entrañas” te indican si algo está bien o mal. De modo que la próxima vez que sientas estas sensaciones de que una sabiduría profunda trata de guiarte, no la rechaces, es la inteligencia de tu intestino la que te está hablando.
Ahora ya sabes que tu tercer cerebro vive en tu abdomen y que puedes hacer muchas cosas para mantenerlo fuerte y sano. Escucha a tu intestino para conectar más profundamente contigo mismo.