Juan no creía en el COVID-19. Para él, la pandemia se trataba de “un invento del gobierno”. Por eso, cuando falleció su suegra a mediados del 2020, no dudó en realizar los rosarios correspondientes sin tomar en cuenta ninguna medida sanitaria.
“En los rosarios había un cliente que estaba infectado de COVID-19, yo tenía contacto con su hija y con su esposa. Yo no creía y ellos tampoco, los saludaba, les daba su abrazo y no teníamos ninguna precaución, ni cubrebocas, ni gel, ni nada”, narra.
A los pocos días el cliente de Juan falleció por COVID-19, y él comenzó a tener los mismos síntomas: “Primero sentí como tierra, infección en los ojos, luego empecé con carraspera en la garganta y tos, después empezaron las temperaturas, lo más complicado son las temperaturas”, recuerda.
Juan G. es mecánico y tiene 53 años. Vive junto a su esposa y sus tres hijos en Chimalhuacán, Estado de México. Pasó 3 semanas en su casa lidiando con la fiebre alta que le provocaba temblores, y con la ansiedad que no lo dejaba dormir por las noches.
Pero lo que en ese entonces no sabía es que el COVID le dejaría como secuela la pérdida de la fuerza en el brazo derecho, ahora atraviesa por lo que parece será una larga rehabilitación.
LAS SECUELAS FÍSICAS
Hace algunos años Juan perdió el 40% de movilidad en su brazo derecho por una lesión mal atendida luego de un choque automovilístico. Pero ahora, los especialistas en rehabilitación del CRIT en Chimalhuacán, le dijeron que ya sólo le queda el 20% de fuerza.
“Desgraciadamente sí me dejó una secuela porque perdí la fuerza de mi brazo derecho. Me dijeron que era secuela del COVID”, dice Juan.
Antonio Cañete Avellaneda, académico de la Licenciatura de Fisioterapia de la Facultad de Medicina de la UNAM explica que aunque las vías respiratorias son las más afectadas por la COVID-19, “los músculos necesitan oxígeno para que tenga energía y se pueda contraer, si falta oxígeno pierde fuerza, se acorta, la circulación se ve afectada, entonces digamos que se modifican pero no directamente por el virus, sino indirectamente”.
De acuerdo con el especialista el COVID “también puede dañar el sistema nervioso que interviene en nuestras funciones musculares y todo nuestro cuerpo depende de nuestro sistema nervioso”.
Pero el caso de Juan no es el único y la fisioterapeuta Luz Selene De Isolbi Ramírez, ha sido testigo de ello. La primer paciente post covid que recuerda llegó a su clínica con dolor de espalda, sensación de ahogo durante la noche y cambio de voz, además de inflamación en diversas articulaciones. Tuvo COVID en marzo, le dijeron que su dolor era normal por la enfermedad y que tuviera paciencia, pero dos meses después ella seguía sufriendo, por lo que buscó ayuda.
“Empezamos a trabajar con ella en mayo pero poco a poco empezamos a ver más casos de pacientes con dolor articular después del COVID”, recuerda De Isolbi Ramírez, quien narra que en los últimos meses ha visto a pacientes que después del COVID-19 sufrieron cambios neurológicos, cambios sensitivos como calambres o sensación de adormecimiento en las extremidades.
Sin embargo, De Isolbi Ramírez se dio cuenta que la información disponible se centraba en la prevención y el transcurso de la enfermedad, pero las familias y los pacientes post-COVID tienen muchas dudas sobre por qué y cuándo deben recibir rehabilitación física.
Por eso hace poco, ella y su equipo decidieron abrir en Facebook un grupo de asesoría gratuita que se llama Rehabilitación Post Covid. Aunque puede atender a algunos de ellos en su clínica de Querétaro, también busca a otros colegas que puedan dar seguimiento a las secuelas neurológicas o cardiológicas.
“No solamente necesitan rehabilitación pulmonar, es un proceso inflamatorio que puede afectar el sistema circulatorio o el neurológico, lo que hace tan particular cómo se vive la enfermedad en cada persona”, señala.
Fuente: Animal Político