El infierno de contagiarse de COVID-19 en México

Por  Staff Puebla On Line | Publicado el 10-05-2020

Bajo su traje de astronauta, allí donde el cuerpo no transpira, allí donde los goggles no protegen del miedo, la doctora Ana Gutiérrez experimenta una angustia terrible cada vez que sus pacientes con COVID-19 imploran la muerte.

— “¡Déjeme morir!”.

El estrés la invade cuando escucha esas palabras. Sus pacientes ni siquiera conocen su cara. Apenas una calcomanía con su nombre. “¿Cómo puedes darles ánimos así?”, se pregunta una de las doctoras que trabajan en el Hospital de Especialidades Belisario Domínguez, al oriente de la Ciudad de México, donde es frecuente ver personas que no desean seguir luchando contra la enfermedad que quiere vencer el mundo.

“Es lógico: diario ven cómo se mueren los pacientes que intubamos, así que cuando les decimos que los vamos a intubar a ellos, se niegan”, cuenta esta experta en medicina interna, cuyo nombre no es real a petición de ella para proteger su identidad y evitar represalias. “Aquí el sistema de salud está colapsado: no hay doctores suficientes y eso que el INSABI contrató a varias médicas y médicos generales externos”

Pareciera que afuera del hospital es otro mundo: los niños juegan en el piso, la señora le pone salsa a su quesadilla de chicharrón, los jóvenes echan novio en la banca, los adultos se aferran a los tubos del microbús.

Así es la vida en Iztapalapa, la alcaldía capitalina con mayor cantidad de contagios. Y también la que registra el mayor índice de rezago social de la capital, de acuerdo con cifras del Inegi. Aquí se han presentado, según la Secretaría de la Salud, 1,772 casos confirmados de coronavirus con corte al 9 de mayo. Un foco de infección que ni López-Gatell ni las campañas informativas del gobierno han podido combatir.

“En las últimas semanas hemos recibido muchos comerciantes de la Central de Abastos, de La Viga y también a muchos taxistas”, confirma la doctora Gutiérrez. “La mayoría son gente humilde y sin seguridad social”.

A 250 metros del hospital hay una plaza comercial. Ahí ya es Tláhuac, alcaldía donde hay 366 casos confirmados. Lo único que está abierto es un supermercado donde las personas no conocen a Susana Distancia. Y si la han visto, no les importa.

La señora Amparo Falcón viene por despensa. “Una chiquita”, dice algo molesta porque debe comprar un cubrebocas en 20 pesos. La norma es clara: nadie entra al 'súper' sin cubrebocas. Batalla un poco para colocárselo, pero lo logra, aunque mal: la nariz queda descubierta. No es la única. El caso se repite en el pasillo de abarrotes, en el área de salchichonería, en las filas de las cajas, en los baños. Muchos desconocen que, a muy pocos metros de ahí, hay al menos 80 personas con un tubo metido en la tráquea para poder respirar.

AQUÍ EL TRABAJO COMPLETO DE EL FINANCIERO:

https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/mejor-dejenme-morir-el-infierno-de-padecer-covid-19

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