México entró esta semana en la fase dos de la pandemia. Los casos detectados de Covid-19 son 585 después de haber crecido un 23% en un día y sumado ocho fallecidos. El país comienza a hacerse a la idea de las duras semanas que encara. No solo en el tema sanitario, también en el económico. “En México ha habido crisis y devaluaciones, pero esto es diferente. Ahora no hay gente que compre”, opina con nerviosismo Elizabeth Bermúdez, una locataria de 56 años que atiende una joyería en Torreón, Coahuila, al norte del país. En días recientes, la comerciante ha sido testigo de un desplome en la actividad. “Estamos vendiendo un 80% menos, unos 200 pesos diarios (menos de diez dólares)”, cuenta. Bermúdez subraya la falta de congruencia que, como ella, viven miles de personas en México: “Las plazas comerciales siguen abiertas y la gente está encerrada en sus casas. No está muy claro cuáles son los criterios”.
La población en los 32 Estados es testigo de la falta de coordinación que existe entre el Gobierno federal y las autoridades locales. Muchas de estas se han adelantado varios pasos a las decisiones adoptadas recientemente en el centro del país. “Echamos de menos el liderazgo del Gobierno federal”, afirma Miguel Treviño, alcalde independiente de San Pedro Garza García, un municipio de la zona metropolitana de Monterrey, la tercera ciudad más poblada de México. Esta localidad fue una de las primeras en sufrir la llegada del virus. Es uno de los municipios más ricos de México y entre sus 130.000 habitantes hay muchos comerciantes. Esto llevó a la región a tener varios casos de importación en la primera fase de la epidemia. Hasta este jueves tenía 34 casos de los 57 del Estado de Nuevo León.
Para contener la epidemia, el municipio cerró los cuatro mercados hace casi dos semanas. Otras regiones de México no se han atrevido a cerrarlos. Treviño también implementó un programa de reparto de alimentos básicos a la población de la tercera edad. Así evita que los más vulnerables al coronavirus salgan de casa. San Pedro tiene un promedio de edad de 38 años, muy por encima de la media nacional (27 años).
El alcalde ha criticado la “información deficiente” y las “señales contradictorias” que llegan al norte desde el centro de México. Dice que son insuficientes las grandes apuestas de comunicación del Gobierno central durante la emergencia: la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador y el corte que se hace diariamente a las 19.00 y que ha puesto bajo los reflectores al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, quien se ha convertido en portavoz de facto. Treviño afirma conocer de casos positivos que no aparecieron en la contabilidad oficial sino hasta después de 48 horas. “Esa información tiene un desfase de al menos dos días”. Los directores de los hospitales privados le han comentado que la capacidad en estos podría saturarse “en un par de semanas”.
El tema de la capacidad hospitalaria es uno de los más urgentes en todo el país. El Gobierno de Querétaro, un Estado con 2.2 millones de personas, comenzó a reconvertir camas en sus centros de salud desde el 13 de marzo. La entidad tiene 21 casos. El gobernador, Francisco Domínguez, del Partido Acción Nacional (PAN), evita decir cuántos más espera, pero asegura que está “listo para el pico máximo de la epidemia”. El mandatario afirma que han hecho una proyección con el modelo de la Organización Mundial de la Salud bajo el principio de “máxima anticipación sin improvisación”. Como resultado, este viernes estará listo un hospital con 220 camas solo para positivos de Covid-19 y “con ventiladores suficientes”, un insumo que ha escaseado en las horas más duras del combate sanitario.
Domínguez forma parte de un grupo conformado por los nueve gobernadores del PAN en el país. Los mandatarios solicitaron esta semana a López Obrador “una reunión urgente” para atender la emergencia. Quieren proponer una serie de medidas al presidente, entre ellas “aminorar las cargas tributarias” para facilitar el tránsito de la crisis que se avisora. “Los negocios necesitan ayuda. Es una bola que tenemos que detener todos”, añade Domínguez. El grupo de panistas no ha tenido ninguna respuesta.
Otros gobernadores también han recibido ese trato silencioso. “En 15 días no he recibido una sola llamada del Gobierno federal”, afirma Enrique Alfaro, mandatario de Jalisco, quien dice sí estar coordinado con la secretaría de Salud federal. La entidad gobernada por Movimiento Ciudadano, uno de los partidos más críticos con López Obrador, es también uno de los más afectados por la crisis, con 68 casos, solo superado por Ciudad de México. Alfaro dice que por el momento ningún paciente está hospitalizado en centros estatales de Salud. En su opinión, las medidas tempranas que tomaron —la cancelación de clases y eventos públicos días antes de la suspensión oficial y la orden de aislamiento voluntario hasta el domingo— han dado resultado. “Hace cinco días, comparado con Ciudad de México, estábamos con los mismos casos. Ellos han crecido al doble de ritmo”, dice Alfaro desde Guadalajara, la capital del Estado de ocho millones de habitantes, el cuarto más poblado de México. “Hace 15 días echamos a andar el plan estatal en medio de un vacío de la autoridad federal”.
Jalisco arrancó este jueves un modelo de pruebas masivas para afinar la detección de los infectados. Sin embargo, la promesa ha encontrado problemas pues fracasó la compra de 20.000 pruebas a un proveedor alemán. Así que comenzarán con 5.000 hisopos que ya tienen en sus manos mientras se concreta la compra. La lucha más intensa de Alfaro, sin embargo, es la creación de un cerco sanitario. “El Gobierno debe suspender vuelos de sitios que son focos de contagio como España, Italia y Estados Unidos a los aeropuertos de Guadalajara y Puerto Vallarta”, explica el gobernador, quien reconoce haber tomado el teléfono para llamar a López Obrador y hacerle personalmente esa petición. El presidente prometió analizar la situación y resolver en las “próximas horas”. La respuesta no ha llegado, pero significaría ir en contrasentido de la política de fronteras abiertas adoptada por México.
Incluso Estados gobernados por Morena, el partido del presidente, endurecieron las medidas de prevención contra la epidemia mucho antes que el propio Gobierno. Es el caso de Tabasco, el estado natal de López Obrador, al sureste de México. El gobernador Adán Augusto López decretó el cierre de centros de entretenimiento, culturales, deportivos y turísticos desde el 20 de marzo, cinco días antes de que se decretara la fase dos nacional, y con solo un caso positivo.
Algo similar sucedió con Yucatán, un Estado colindante con Tabasco. Las zonas arqueológicas mayas de Chichén Itzá y Dzibilchaltún, destino de miles de turistas europeos y norteamericanos, han sido cerradas. También fueron pospuestos el tianguis turístico y la matriculación de automóviles, dos importantes fuentes de ingresos locales. “Ha sido un gran sacrificio, pero creemos que el Gobierno estatal ha sido muy responsable”, cuenta Alberto Muñoz, un empresario de 50 años afincado en Mérida. “No es una sublevación contra López Obrador. Somos un Estado pequeño y tenemos que ser prudentes”, añade. La prudencia ha sido una iniciativa local en medio de la descoordinación nacional.
Fuente: El País