Migrantes, el nuevo negocio de los cárteles de la droga

Por  Staff Puebla On Line | Publicado el 19-12-2019

El hombre grueso de mediana edad recorre la pesada cortina y entra en el reservado del club nocturno que regentea dejando fuera a un hombre de seguridad. En la penumbra del interior, apenas rota por una leve luz rojiza que entra por debajo de la tela, accede a hablar de su trabajo: administrar el dinero generado por el tráfico de migrantes a lo largo de 600 km de frontera entre México y Estados Unidos.

“Controlamos toda la frontera” de Sonora con Arizona, dice este gestor financiero que pide ser identificado sólo como Manuel. Habla desde la ciudad de Hermosillo, su base de operaciones a 300 kilómetros de la frontera, con la tranquilidad de un empresario, no como alguien al margen de la ley.

Su organización, aunque no la menciona explícitamente, es el Cártel de Sinaloa. Todos lo saben.

El endurecimiento de la política migratoria de Estados Unidos y México se ha traducido en más fuerzas de seguridad en la frontera y “dificultado” el negocio, pero Manuel no está preocupado: puede haber menos cruces y se gasta más, pero también se cobra más. Conclusión, el dinero sigue fluyendo.

En esta foto del 26 de noviembre de 2019, migrantes permanecen dentro de una camioneta del Instituto Nacional de Migración después de que fueron localizados en la caja de un camión de carga con otros centroamericanos en un puesto de control en Medellín de Bravo, en el estado mexicano de Veracruz.

En un año de grandes cambios en ambos lados de la frontera, ha habido una combinación de nuevas maneras con viejas técnicas: precios más altos para los viajes, pagos por entregarse a las autoridades, nuevas “ofertas”, pero también el uso de rutas tradicionales y los sobornos generosos a funcionarios.

The Associated Press recogió en los últimos meses decenas de testimonios de migrantes y de algunos “coyotes” o “polleros” en varios puntos de las rutas en Centroamérica y México que muestran que el tráfico es un negocio próspero que ha sabido adaptarse a las nuevas necesidades.

En la mayoría de los casos, los entrevistados pidieron no ser identificados: los migrantes para no cerrarse puertas de nuevos cruces, los “coyotes” por ser parte de un negocio ilegal.

En el territorio que Manuel administra, dice, ganan en torno al millón de dólares al mes. La cifra es una mínima parte de un negocio multimillonario que la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito estima en 4 mil millones de dólares al año. El Gobierno mexicano lo eleva a 6 mil millones.

Las autoridades de México aseguran estar combatiendo con dureza las redes que trafican con migrantes, pero hay escasas evidencias de procesos en marcha y menos aún de sentencias. Aunque las medidas iniciadas por los dos países parecen haber desalentado a algunos a emigrar, también han convencido a otros de que su viaje sólo podrá tener éxito de la mano de un profesional.

“Es un negocio que no vas a parar”, afirma Manuel.

Cuando las puertas traseras del tráiler se abrieron de par en par para que los migrantes empezaran a subir, un maestro hondureño de 26 años que viajaba con su esposa y su hija de 4 quiso echar a correr en dirección contraria.

Estaban en algún punto del sur de México y 500 kilómetros más al sur, en Los Amates, en la frontera entre Guatemala y Honduras, su “coyote” le había garantizado que por 7 mil dólares lo llevaría junto con su familia a Estados Unidos en autobuses de lujo y con comida incluida.

La caja metálica que tenía enfrente era en lo que se había convertido esa promesa. El hondureño no podía dejar de pensar en su niña y en los 4 mil dólares que ya había pagado y que no podía perder.

“Arriesgué a mi hija porque me dijeron que no íbamos a sufrir, que íbamos a venir bien, comiendo bien, pero todo fue una mentira”, dice el maestro, que pide ser identificado sólo como Jesús. “Ya en el camino la realidad es otra”.

Desde el inicio de su administración, Donald Trump ha combatido la migración, un fenómeno que llegó a tachar de “crisis” o de “invasión”. La llegada de miles de migrantes en caravanas a finales de 2018 avivó su furia y en la primavera de este año amenazó a México con imponer aranceles a todas sus exportaciones si no frenaba su paso. La respuesta mexicana fue el despliegue de miles de fuerzas federales a lo largo de las principales rutas de tránsito.

Después, Washington firmó una serie de acuerdos con los países del Triángulo Norte centroamericano –Guatemala, El Salvador y Honduras– para que los migrantes que cruzaran por sus respectivos territorios enfrentaran más complicaciones para solicitar asilo en territorio estadounidense.

Las medidas se dejaron notar: el número total de aprehensiones y de personas consideradas inadmisibles en las garitas estadounidenses ascendió a 977 mil 509 de octubre de 2018 a finales de septiembre de 2019, la mayor cifra desde 2007 y un 87 por ciento más que durante el mismo periodo del año anterior.

Hubo otro efecto: los migrantes volvieron a quedar “en manos de la mafia”, conscientes de que sólo con ayuda llegarían “al otro lado”, dice Guillermo Valdés, ex director de inteligencia de México. El Instituto Nacional de Migración dice tener identificadas a 18 redes de esas mafias que operan en nueve ciudades del país.

El precio del cruce para internarse en Estados Unidos comenzó a incrementarse, superando a veces los 10 mil dólares desde Centroamérica, un monto normalmente pagado por los migrantes mediante pequeños depósitos en cuentas distintas para que las transferencias no sean detectadas.

Pero la oferta estrella del año en esa región fue la que se conoció como “el paquete”: llevar a un adulto y a un menor hasta las manos de la Patrulla Fronteriza por un costo de entre 3 mil y 6 mil dólares. La esperanza de las familias era que poco después de entregarse pudieran seguir su proceso de asilo en territorio estadounidense.

Fuente: Sinembargo

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