El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador evadió la pregunta en su conferencia de prensa sobre si el presidente Donald Trump le pidió apresurar la detención de Ovidio Guzmán López, alias “El Ratón”, uno de los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera.
Lo único que reconoció el mandatario, en medio de las presiones por respuestas, fue que había una orden de captura y una petición de extradición. El mar de suposiciones estalla en los medios mexicanos e internacionales y, contrario a muchos temas, el presidente Trump ha guardado silencio.
Sin embargo, hay hechos que perfilan a una creciente presión de autoridades estadounidenses para capturar a los “Chapitos”, no solamente a Ovidio, quien pocos días después de que un jurado declarara culpable a su padre de 10 cargos en su contra, él y su hermano Joaquín, alias “El Güero”, fueron acusados formalmente por el DOJ de distribuir cocaína, metanfetamina y marihuana desde México y otros lugares a los Estados Unidos, entre 2008 y 2018.
Hace un mes, el director interino de la Administración para el Control de las Drogas (DEA), Uttam Dhillon, visitó Culiacán, Sinaloa. El diario Ríodoce publicó la historia de aquella reunión “casi secreta” convocada por el gobernador Quirino Ordaz Coppel, quien presumió la baja de delitos en la entidad.
Dhillon estuvo acompañado por el ministro consejero de la Embajada de Estados Unidos en México, John S. Creamer, en lo que parece una nueva relación entre los gobiernos mexicanos y estadounidense para la lucha contra el narcotráfico.
Fuentes cercanas a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSyPC) mexicana se resisten a confirmar la presión del presidente Trump sobre la captura de “El Ratón”, pero reconocen –bajo el anonimato por obvias razones– que los miembros del Cártel de Sinaloa lanzaron amenazas de atacar varios puntos más, si el hijo de Guzmán Loera no era liberado.
Desde hace meses, la Administración de López Obrador organiza reuniones regionales para la “construcción de la paz”, había ya algunas programadas en Sinaloa y Durango. La orden fue clara: cancelarlas.
Se reportó que en el “búnker” donde estaban reunidos los titulares en materia de seguridad y aplicación de la justicia imperaba el caos y la incertidumbre sobre acciones a tomar, sobre todo después de las amenazas. Hasta que ya no hubo vuelta de hoja.
“Toda la gente que trabaja aquí en absoluto opina que está bien que lo liberaran, porque sus familias están en riesgo”, confió la fuente. “Están en el mismo barco… no buscan culpables, cerraron filas y decidieron que fue lo mejor”.
El presidente mismo reconoció que era mejor dar marcha atrás y que él había avalado la decisión.
“No puede valer más la captura de un delincuente que las vidas de las personas”, dijo en su conferencia mañanera.
El mensaje que el Gobierno de AMLO envía al mundo es poco alentador: Estado fallido, como dice una de las etiquetas que se volvió tendencia internacional. Por un momento Twitter “desapareció” la “hashtag”, pero luego se colocó cerca de #AMLOEstamosContigo. Se reportó que los “bots” del Gobierno mexicano tuvieron que activarse ante los cuestionamientos internacionales, pero eso fue insuficiente ante otras etiquetas que suman miles y miles de “likes” y “retuits”, como #ComandanteSinBolas, #Culiacán, #Chapo, #Chapito, #Durazo y #RenunciaAMLO.
El control de esta crisis de seguridad y gubernamental ha sido casi imposible, comenzó con la respuesta a la reconocida activista contra la delincuencia María Elena Morera, quien publicó un video para cuestionar la postura del secretario de Seguridad, Alfonso Durazo: había sido un patrullaje de rutina.
“Ni era patrullaje de rutina, ni se toparon por pura casualidad con el hijo del Chapo. Sr Durazo, su versión no es creíble, estas imágenes hablan por sí mismas”, escribió junto con las imágenes que mostraron varias camionetas militares en lo que parecía un operativo más allá de la “rutina”.