Pese al insistente argumento de que el huachicol “casi se acabó”, Petróleos Mexicanos (Pemex) sigue siendo presa del crimen organizado.
El número de tomas clandestinas en su red de ductos para extraer gasolinas, diesel, turbosina y gas LP es alto, y en este último caso, escala ya a niveles preocupantes.
El robo de producto a pipas no cesa, las agresiones al personal dedicado a reparar los ductos son constantes y las numerosas denuncias que el grupo de abogados de la empresa interponen ante el Ministerio Público no encuentran eco.
Son delitos a los que se sigue enfrentando la petrolera todos los días y que, lejos de acabar, en algunos casos se incrementan.
Información de Pemex, entregada vía la Plataforma Nacional de Transparencia, revela que estos delitos siguen minando a la industria petrolera estatal y privada, a pesar del Plan Conjunto del Gobierno de México para Combatir el Robo de Hidrocarburos en Pemex, en donde participan 15 dependencias como las secretarías de la Defensa y Marina y ahora la Guardia Nacional.
Un balance de la problemática al cierre de los primeros siete meses de este año, realizado por la Subdirección de Salvaguardia Estratégica de Pemex, al cual se tuvo acceso da cuenta de la dimensión que tiene la cadena de ilícitos contra Pemex, sus instalaciones -en este caso ductos- y de su personal.