Un helicóptero artillado del Ejército recorre los ductos y refinerías de México para localizar tomas clandestinas donde ladrones roban gasolina que después revenden, una actividad que se conoce como 'huachicoleo'.
En un vuelo rutinario, la aeronave vigila los ductos que llevan a un centro de distribución en Azcapotzalco, en el norte de Ciudad de México, y a la refinería de Tula, en el estado de Hidalgo donde desde el 18 de enero.
La tragedia en Hidalgo puso de relieve el problema del robo de combustible en México y la estrategia de combate a este ilícito.
El robo de combustible deja unos 3,000 millones de dólares en pérdidas anuales a Petróleos Mexicanos (Pemex).
Hasta octubre del año pasado se localizaron en Hidalgo 1,726 tomas clandestinas, una cifra solo superada por las 1,815 del estado de Puebla, según datos de Pemex.
Equipado con cinco elementos de tripulación, el helicóptero sigue su camino hacia la refinería de Salamanca, en Guanajuato, en donde el año pasado se reportaron 1,547 tomas clandestinas.
Apenas el 31 de enero, en el que exige al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador la retirada de los militares que combaten el robo a combustible so pena de asesinar a uniformados y civiles.
Durante el trayecto, el helicóptero vuela cerca del suelo por si hay algo que a sus tripulantes les parezca sospechoso.
Desde el aire se coordinan con elementos en tierra que permitan identificar una toma clandestina y, a su vez, evitar riesgos para la población.
Los militares son una parte primordial de la estrategia de López Obrador para combatir el robo a hidrocarburos, un delito que ha aumentado en los últimos años.
Además de vigilar por aire los ductos y refinerías, los elementos del Ejército y la Marina tienen el control de la seguridad en varias refinerías del país.
Fuente: Expansión