La audiencia 32 del juicio contra Joaquín El Chapo Guzmán en Brooklyn, Nueva York, arrancó con un tono telenovelesco: El capo y su esposa, Emma Coronel, se presentaron vestidos con el mismo estilo y color de ropa, y se apoderaron de todas las miradas.
Por segunda ocasión, Lucero Guadalupe Sánchez López volvió a la palestra de los testigos del gobierno de Estados Unidos y, como lo hizo la semana pasada, describió su relación amorosa con El Chapo. Éste y su esposa, vestidos de la misma forma, dieron la impresión de que con su atuendo enviaban un mensaje a la testigo, conocida en México como la Chapodiputada.
Sonriente, Guzmán Loera apareció en la sala del juez Brian Cogan, vestido con un saco de terciopelo color vino, camisa blanca sin corbata, y pantalón de vestir negro. El saco deportivo de El Chapo era brillante y llamativo, por lo que atrajo de inmediato la atención de todos los presentes en la sala.
Dos minutos antes de que iniciara la sesión, como ya es costumbre, Emma hizo su entrada en la sala. Coronel iba vestida igual que su marido: pantalón negro de mezclilla pegado al cuerpo, blusa blanca, saco de terciopelo color vino y botines de gamuza negros con tacones altos.
Los fiscales, el público, las asistentes del juez, traductoras, reporteros y hasta los abogados del acusado, no aguantaron la risa y tuvieron expresiones de sorpresa. Emma, siempre inmune a todo lo que se dice y ocurre en la sala de la Corte Federal del Distrito Este de Brooklyn, sonrió a su marido. El Chapo, de pie entre sus abogados, miraba directamente a Lucero Guadalupe que ya se había acomodado en el lugar de los testigos y los veía con asombro.
La forma en que Guzmán Loera se paró entre sus abogados y miró a todo el mundo dio lugar a comentarios de que se estaba luciendo.
Y estuvo claro que la esposa del capo se vistió igual para enviarle a la testigo el mensaje de que no le importaba que mencionara ante el jurado su relación amorosa con el acusado.
Por su manera de actuar y su atuendo, el exlíder del cártel de Sinaloa parecía machacarle a Lucero Guadalupe que Emma era su esposa y mujer.
Eduardo Balarezo, abogado de El Chapo, no se pudo contener, y antes de que entraran el juez y el jurado, se salió al rellano que hacen las dos puertas de entrada para el público, y soltó la carcajada, provocada por el espectáculo.
“El show del Chapo”, comentó Balarezo.
William Purpura, otro de los abogados del acusado, compartía sonrisas y miradas con los fiscales.
“¡Caramba!”, dijo Jeffrey Lichtman, el otro abogado del equipo de defensor de El Chapo, inclinándose sobre una de las bancas y dirigiéndose a Emma, quien muy tranquila ya se había sentado en su lugar.
La testigo los observaba con rostro de tristeza, el jurado con asombro, y el juez no pudo evitar una a sonrisa.
Pasado el momento estelar del show del matrimonio más conocido y representativo en el mundo del narco, Sánchez López continuó su relato, en el que destacó la relación que sostuvo con El Chapo, las operaciones del narcotráfico y su arresto a manos de las autoridades migratorias de Estados Unidos, el 21 de junio de 2017.
Fuente: Proceso