Cada que las condiciones de nubosidad, humedad y viento sobre Michoacán y el Estado de México sean favorables, desde el Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” saldrá durante esta temporada una aeronave de la Fuerza Armada Mexicana con una tripulación de especialistas para bombardear nubes con una mezcla de yoduro de plata y acetona para generar lluvias sobre las presas del Sistema Cutzamala que abastece a la capital mexicana, pero que ahora está en el 45 por ciento de su capacidad de almacenamiento.
Pese a cuestionamientos de la literatura científica por su efectividad y posible impacto en la salud o el ambiente, la estimulación de nubes realizada por el Gobierno federal desde 2020-2021 en el desértico norte del país responde a la sequía prolongada desde 2019 derivada de la crisis climática. Los más de 200 sobrevuelos hechos han tenido hasta el momento resultados favorables para la producción agrícola, ganadera, combate de incendios y tandeos en Monterrey, de acuerdo con las autoridades. Ahora esta técnica se extendió al Valle de México hasta el 7 de mayo por el estrés hídrico que enfrentan sus millones de habitantes.
—¿Es un programa en respuesta a la crisis climática? —se le cuestionó al Ingeniero Santiago Argüello, coordinador general de Agricultura de la Secretaría de Agricultura (SADER).
—Sí, correcto. La FAO ha publicado periódicamente informes sobre el proceso de desertificación en el mundo —dijo en entrevista telefónica. Es —continuó— un complemento oportuno porque se aprovecha el inicio de la temporada de nubosidad que contiene la humedad, pero que no necesariamente precipita. En el caso del sector agropecuario, es importante también las buenas prácticas que ayuden al mantenimiento de humedad y menor demanda de agua.
Algunos estudios científicos plantean que la estimulación de lluvias tiene riesgos, ya que el activo usado, el yoduro de plata, es tóxico y puede generar afectaciones respiratorias e incluso contaminar el agua generada, además de tratarse de un paliativo a la gestión sostenible del agua y a la crisis climática generada por la emisión de gases de efecto invernadero por actividades humanas.
La SADER, encargada del programa de estimulación de lluvias con apoyo de la Defensa Nacional (Sedena), plantea que es una técnica que data desde hace 40 años, pero se ha perfeccionado la metodología y durante estos tres años han realizado análisis de calidad tanto de las precipitaciones como de suelos sin hallar impactos negativos o compuestos adicionales al agua.
“Para que haya un daño al ambiente o al ser humano tendría que haber una residualidad de más de 100 partes por millón del yoduro de plata. De los análisis que hemos hecho no hemos encontrado residualidad”, aseveró el ingeniero Argüello, de la SADER. Por el contrario, productores del norte les han comentado que han logrado recuperar sus praderas y lo atribuyen al bombardeo de nubes.
La literatura científica cuestiona los riesgos y efectividades de inyectar yoduro de plata en la atmósfera, pero los análisis de la SADER no han detectado impactos negativos hasta el momento. Foto: Sedena.
El potencial riesgo, en cambio, es enfrentarse durante los sobrevuelos a rayos, granizos y al tráfico aéreo del Aeropuerto Internacional “Benito Juárez”, aseveró el Teniente Fuerza Área Ricardo Aguilar Díaz del Escuadrón Aéreo 702 desde instalaciones del AIFA.
Por ello lo que se busca, agregó el Capitán 2/o Fuerza Aérea y meteorólogo Ricardo Jesús Flores Padilla, es que el día del sobrevuelo no haya condiciones meteorológicas adversas, sino por el contrario “que tenga más del 60 por ciento de humedad la atmósfera desde superficie hasta 35 mil pies y que tengamos certeza de la dirección e intensidad del viento para ver desde qué ángulo se va a hacer la aspersión o si se tiene que ingresar a la nube”.
BOMBARDEO NO CANCELÓ CONCIERTO
Al 31 de marzo, el 48 por ciento de los municipios del país, sobre todo del norte, del Bajío y de Michoacán, presentó algún grado de sequía, lo que puede terminar en muerte de ganado, pérdida de cosechas y violación al derecho humano al agua. En la última semana de marzo, la cuenca del Valle de México registraba el 62 por ciento de su área en algún grado de sequía moderada (42 por ciento), severa (18.2 por ciento) o extrema (1.2 por ciento), muestran datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
En esos días, el 28 de marzo, la aeronave King Air 350i de la Sedena realizó el primer sobrevuelo en un polígono de 438 mil hectáreas entre el Estado de México y Michoacán. Las condiciones reportadas por el Sistema Meteorológico Nacional (SMN) eran las indicadas: nubosidad con humedad de entre 50 y 70 por ciento y viento proveniente del Pacífico hacia el centro.
Ya sobre las nubes en el polígono trazado, se abrieron los tanques y se asperjó la mezcla de yoduro de plata con acetona para formar “núcleos de condensación” que permiten captar la humedad de la atmósfera, aglutinarla y formar gotas de agua que hacen un efecto en cadena hasta que alcanzaron cierto tamaño para comenzar la requerida precipitación; proceso que duró unos treinta minutos.
La misión fue exitosa, ya que se generó mayor precipitación a la pronosticada. “En toda la cuenca del río Lerma hubo de 6.3 hasta 13 milímetros de precipitación, cuando estaba pronosticado de 3 a 4 milímetros de precipitación para esa área”, precisó el Capitán 2/o Fuerza Aérea y meteorólogo Ricardo Jesús Flores Padilla.
La estimulación coincidió con una tormenta registrada en la Ciudad de México la noche del miércoles 29 de marzo que orilló incluso a cancelar un concierto de Billie Eilish en el Foro Sol, Alcaldía Iztacalco. Pero el bombardeo no fue la causa, ya que estas lluvias caen en la zona de las presas El Bosque (47 por ciento de llenado), Villa Victoria (34 por ciento) y Valle de Bravo (39 por ciento), a más de 100 kilómetros de la capital del país, aclaró Santiago Argüello de la SADER.
“Nosotros no estamos bombardeando nubes en la Ciudad de México, estamos trabajando arriba de estas presas ubicadas en el Estado de México y Michoacán. En la CDMX la lluvia que cae ayuda a la contingencia ambiental, a limpiar las calles, pero es agua que no aporta al Sistema Cutzamala”, afirmó.
El programa coordinado por la SADER y la SEDENA en el Valle de México concluye en la primera quincena de mayo cuando se estima el inicio de la temporada de ciclones y lluvias.
EXPERIENCIAS EN EL NORTE
El proyecto de Estimulación de Lluvias inició en el ciclo otoño-invierno de 2020-2021 para impactar un millón de hectáreas en el valle de San Quintín, Baja California, con resultados “significativos”, lo que alentó a establecer en el verano de 2021 proyectos en las zonas desérticas de Sonora, Sinaloa, Chihuahua y un proyecto compartido para los semidesiertos de Coahuila, Durango y Zacatecas, la región Lagunera afectada por la producción lechera.
Para 2022 se incluyeron las zonas desérticas de Baja California, Sonora, Sinaloa, Chihuahua y la zona sorguera de Tamaulipas y Nuevo León para control de incendios y el suministro de agua potable a la zona metropolitana de Monterrey. La tercera temporada de estimulación de lluvias inició en 2023 con el apoyo de aeronaves de los gobiernos de Sonora, Sinaloa, Nuevo León y Tamaulipas.
“Hemos tenido una efectividad en un rango entre 25 a un 45 por ciento más del nivel promedio esperado a precipitar en estas regiones de estrés hídrico. En el 2021 en la región Lagunera logramos un nivel récord de 60 por ciento de incremento sobre el nivel esperado”, dijo el Ingeniero Santiago Argüello, coordinador general de Agricultura de la Secretaría de Agricultura (SADER).
En alrededor de 600 mil hectáreas del país, añadió, se han recuperado praderas y generado mejores escurrimientos sobre el nivel promedio esperado por la Conagua, lo que garantiza la superficie a sembrar y el forraje para el ganado.
Con información Sin Embargo