Familia de migrante muerto por COVID-19 en NY, lucha por traer restos a Puebla

Por  Álvaro Ramírez Velasco | Publicado el 26-04-2020

A Crescencio se le apagaron los ojos sin poder ver de nuevo su tierra.

Pasaron más o menos 18 años desde que visitó la última vez su comunidad de Santa Cruz Huehuepiaxtla, en el municipio de Axutla, Puebla.

De ahí, población conocida por algunos hallazgos arqueológicos y por su iglesia, que en uno de sus muros tiene escrita la frase “Quédate con nosotros señor”, salió Crescencio en la década 80 a buscarse la suerte y acomodarse la vida en Estados Unidos, desde donde siempre vio por sus padres.

El Coronavirus -del que no hay ni siquiera una idea de cómo se contagió- lo consumió, en apenas dos semanas, en Nueva York, en donde vivió las últimas casi dos décadas de su existencia.

Ahora la lucha de Crescencio, que antes fue cotidiana para darle sustento a los suyos, con su trabajo de construcción y con sus remesas, se ha convertido en la cruzada ahora de su hermano Alberto, por regresarlo al descanso final en su pueblo, ese al que vigila su cerro de La Peña y que está ubicado en la profunda Mixteca.

Precisamente Alberto Flores Méndez y otros tres de sus hermanos buscan en estos días terribles, desde el epicentro de la pandemia, cómo regresar el cuerpo de Crescencio.

Él y toda la familia quieren que descanse en el suelo original, en su pueblo, en donde sus padres, él de 88 y ella de 86 años de edad, están destrozados.

Murió con 56 años cumplidos y sin hijos. Su compañero de vida, su hermano Alberto, con quien vivía, trabajaba, hacía todo y quien también supera en estos días las reminiscencias del Covid-19, está dispuesto a todo para que su cuerpo, no sus cenizas, su cuerpo -subraya en entrevista-, se vaya a descansar allá en “donde están mis papás; si ya no lo pueden ver directamente, que al menos vean el ataúd que lo lleva”.

“Incinerarlo es la última opción que nosotros tenemos contemplada. Sería lo último. La primera opción que queremos es repatriarlo a México y sepultarlo allá. Si no se puede, por la misma situación que estamos pasando aquí, que no hay servicios de nada, entonces ya lo sepultamos acá y mis papás ya vendrán algún día a verlo aquí. Pero de incinerarlo, esa opción no la tenemos nosotros, nadie en la familia”.

Crescencio fue católico en vida y su deseo personal era que, en caso de morir, tuviera una tumba.

“De hecho mi hermano siempre vio mal esa forma de incinerar un cuerpo. Nunca estuvo de acuerdo. Pero nosotros, aunque nos cueste, queremos que mi hermano vaya a descansar allá a nuestro pueblo, donde están mis papás”.

 El descanso hacia Axutla

Alberto, de 46 años de edad, debe lidiar con los trámites, con el duelo y la enorme tristeza y la desolación de haber perdido a su compañero de vida “porque vivíamos juntos, íbamos a todos lados juntos, al trabajo, a las fiestas”.

Hace entonces Alberto una pausa y pide que en el texto se subraye un mensaje para sus paisanos mexicanos: “por favor en su reporte insista a que la gente allá en México siga las indicaciones para protegerse de este virus”.

En medio de su tristeza, se mueve como puede para conseguir el objetivo de llevar de regreso a Crescencio al pueblo y con sus padres.

Apenas este jueves acaba de participar en la sesión virtual del Consulado General de México en Nueva York y luego de hacer preguntas vía Facebook Live, algún dato le han dado de cómo seguir el proceso.

Tiene, dice, sus ahorros junto con sus hermanos allá en Nueva York. Otros dos, un hombre y una mujer, viven aquí en México.

Crescencio es el tercero de seis hermanos. Todos están en la cruzada y en el objetivo de regresarlo a Huehuepiaxtla.

En estos días, el mismo Alberto se recupera del Coronavirus. “No sabemos cómo nos llegó la enfermedad…”

Hasta la muerte de su hermano, el sábado 18 de abril en un hospital de Nueva York, luego de que evidenció los primeros síntomas de contagio de Covid-19 el 4 de abril, junto con él se dedicó a la construcción especializada en lo referente a campos de golf.

Alberto también tiene un oficio que es arte. Se dedica a la fotografía y ha alcanzado reconocimiento entre la comunidad latina.

Sus trabajos son de una calidad extraordinaria y algunos de ellos los realizó junto con Crescencio.

Sobre su sueño americano que hoy es pesadilla de duelo, Alberto reflexiona y lo dice con claridad:

“No me arrepiento de haber venido ni de estar hoy aquí con mi hermano”.

Pies inquietos

Crescencio deja además de un enorme vacío imposible de llenar en su familia, en sus padres, en su madre que no ha dejado de llorar desde que recibió la noticia, los recuerdos de un hombre de trabajo y pies inquietos.

Desde que emprendió el viaje al sueño americano en los años 80, anduvo por varias ciudades y varios trabajos, hasta que, finalmente, por ahí del principio de la década de 2000, sentó arraigo en Brooklyn, en la Gran Manzana.

Hoy, desde allá, el epicentro del infierno del Covid, en donde este viernes se reportan ya 16 mil fallecimientos, Crescencio espera para cumplir su último trayecto, el de regreso a casa.

-¿Su cuerpo dónde está? -es la pregunta vía telefónica con Alberto.

-Ahorita (jueves) está en el hospital. La funeraria ya la vi y mañana (viernes) lo va a recoger y lo va a mantener ahí el tiempo que sea necesario.

-¿A ti no te pegó el virus?

-Sí. Ayer fui al doctor y me lo confirmó. Me hice el examen hace dos o tres semanas, igual que mi hermano, fuimos al doctor y ayer el doctor me confirmó que sí estuve positivo del virus.

-¿Y ahorita ya la libraste?

-Afortunadamente ya. Me siento mucho muy bien, ya no tengo dolores, ya no tengo tos, ya estoy hablando ahorita. Hace una semana no podía ni hablar.

-En estos días debe ser terrible, pero ¿qué piensas tú de haber salido de casa?

-No me arrepiento. Dios lo quiso así. Nosotros vinimos aquí buscando un mejor nivel de vida y estas son tragedias que pasan. Me hubiera podido pasar en cualquier lugar que yo estuviera. No me arrepiento de haber venido ni de estar hoy aquí con mi hermano.

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