Así rastreó y frenó Alemania los contagios por COVID-19

Por  Staff Puebla On Line | Publicado el 11-04-2020

Un mediodía de enero, mientras almorzaban en el comedor de la planta, un obrero de una empresa automotriz en Alemania le pidió a su compañero que le pasara la sal. Los científicos ahora saben que en ese instante, además del salero, esos hombres compartieron el nuevo coronavirus.

Ese intercambio banal quedó registrado y hoy lo sabemos gracias a un intenso trabajo detectivesco que es parte de una de las pocas luchas exitosas contra el virus.

Esos compañeros de trabajo fueron los eslabones tempranos de la primera cadena documentada de transmisión múltiple de humano a humano fuera de Asia del COVID-19, la enfermedad causado por el coronavirus.

Ambos viven en Stockdorf, un pequeño pueblo alemán de 4000 habitantes cercano a Múnich, en la región de Baviera, y trabajan en la autopartista Webasto Group.

La empresa quedó bajo el microscopio del mundo tras revelar que una de sus empleadas, una mujer china, había contraído el virus y lo había introducido en la sede central de Webasto, donde contagió a varios colegas, incluido el obrero del comedor de planta que nunca tuvo contacto con ella.

Esa escena del 22 de enero entre dos compañeros que almorzaban en el comedor de planta es apenas uno de los tantos intercambios triviales que han registrado los científicos alemanes en su cacería médica para rastrear, testear y aislar a los trabajadores infectados, y así permitir que el gobierno regional bávaro frenara la propagación del virus.

Gracias a esa cacería, Alemania ganó un tiempo crucial para fortalecer sus defensas y preparase para el embate de la pandemia.

Ese tiempo ganado salvó muchas vidas, coinciden los científicos.

El primer brote de contagio intracomunitario de COVID-19 en Alemania ocurrió antes que en Italia , pero los alemanes tuvieron muchas menos muertes.

Italia detectó el primer contagio intracomunitario el 21 de febrero: para entonces, el Ministerio de Salud de Alemania ya había lanzado una campaña de concientización y ya estaba en marcha toda la estrategia gubernamental para frenar el virus. Hasta el momento, en Alemania murieron más de 2,100 personas por COVID-19. En Italia, que tiene menos población, el total de fallecidos supera los 18,200.

“Aprendimos que hay que rastrear meticulosamente las cadenas de contagio, para cortarlas”, dice Clemens Wendtner, uno de los médicos que trató a los pacientes de Múnich.

Wendtner y su equipo son los científicos alemanes encargados de cortar la así llamada “cadena de Múnich”, y asesoran al gobierno bávaro sobre la respuesta más adecuada ante la pandemia. Baviera fue la pionera de la cuarentena, que recién se impuso a nivel nacional el 22 de marzo.

Esto no es que Alemania haya derrotado al COVID-19.

“El índice de mortalidad va a aumentar”, dice Lothar Wieler, presidente del Instituto de Enfermedades Infectocontagiosas Robert Koch, de Alemania. De hecho, se cree que el índice de fallecimientos de Italia, por ejemplo, es mucho más alto por razones meramente estadística: Alemania realiza testeos masivos en la población, mientras que Italia solo testea a los pacientes hospitalizados con síntomas graves.

 

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