Un panorama escalofriante de cómo cientos de niñas y jovencitas de todo el mundo se convirtieron en víctimas de tráfico sexual a manos de Jeffrey Epstein, su supuesta madama, Ghislaine Maxwell, y varios poderosos hombres de negocios y líderes mundiales salió a relucir el viernes en documentos judiciales presentados en Nueva York.
Los documentos, parte de miles de páginas de un caso federal por difamación de 2015, ofrecen detalles brutales sobre el tráfico sexual de menores de Epstein con jovencitas de todo Estados Unidos, Rusia y Suiza, así como los intentos compulsivos y a veces abusivos de Maxwell por llevarle nuevas jovencitas a lo largo de varios años a principios de la década de 2000.
Virginia Roberts Giuffre, quien presentó la demanda contra Maxwell y llegó a un acuerdo por una suma no revelada en 2017, es una pieza central de caso porque entrega pruebas para sustanciar su explotación a manos de Epstein y Maxwell a través de fotos, bitácoras de avión e incluso un registro clínico del hospital de Nueva York a donde Epstein la llevó después de un encuentro sexual particularmente abusivo.
Parte del testimonio resulta difícil de leer, como cuando una jovencita sueca, que entonces tenía 15 años, le cuenta en medio de lágrimas y temblores a un mayordomo que trabajaba para uno de los mejores amigos de Epstein que la habían llevado a la isla del multimillonario en el Caribe y la obligaron a tener relaciones sexuales con él y otros.
El mayordomo cuenta la historia bajo juramento. La menor, visiblemente traumatizada, dijo al encargado de la residencia que trabajaba para Eva Dubin, una ex Miss Suiza y fundadora del Dubin Breast Center en el Hospital at Mount Sinai, y su esposo, el prominente gerente de fondos de cobertura Glenn Dubin, qye Epstein y Maxwell la habían amenazado con lesionarla físicamente y le quitaron su pasaporte para que no pudiera salir de la isla, según la declaración del mayordomo. Estaba tan consternada que no pudo recordar cómo regreso a Estados Unidos, pero el mayordomo testificó que Maxwell la llevó a la residencia de Dubin.
Los documentos presentados al tribunal, parte de una moción para un juicio sumario, también muestra que desde 2006, cuando la Policía de Palm Beach investigó inicialmente a Epstein, Maxwell ya lo asistía como parte de un esquema de ambos para atraer a jovencitas de todo Palm Beach, enfocándose en las escuelas, universidades y spas.
Joe Recarey, detective de Palm Beach, testificó en el caso que nunca pudo interrogar a Maxwell, pero que el hecho de que la Policía tuviera pruebas de la participación de Maxwell plantea nuevas interrogantes sobre por qué el FBI y la Fiscalía Federal del Sur de la Florida no encausaron a Epstein, Maxwell y otros bajo cargos de tráfico sexual.
Como parte de su testimonio jurado, Giuffre también afirma que conoció a Bill Clinton, a Al Gore y a Donald Trump, y que en una ocasión Epstein ofreció una cena a Clinton en su isla, Little St. James, frente a St. Thomas.
Giuffre dijo en una declaración jurado de 2016 que conoció a Trump a a través de su padre, quien trabajaba en mantenimiento en Mar-a-Lago, en Palm Beach, y que hasta donde ella sabía ni Trump ni Clinton tuvieron contacto íntimo con “nosotras’’, refiriéndose a las jovencitas que Epstein tenía como esclavas sexuales.
David Boies, abogado de Giuffre, dijo que en el caso de Maxwell no hay nada que muestra algo indebido por parte de Clinton, Gore o Trump.
“Sabemos que tanto Trump como Clinton estuvieron asociados con Epstein en diferentes momentos y de varias maneras, pero según el material que tenemos no hay ninguna señal de que ninguno de los tres hizo nada indebido’’.
Pero el abogado afirmó que había muchas personas que sabían lo que Epstein y Maxwell estaban haciendo.
“Creo que una de las cosas generales que hay que decir es que muchas personas sabían de esto y no hicieron nada, y cuánto tiempo ocurrió a la vista de todos’, dijo Boies.
Clinton ha negado haber estado nunca en la isla de Epstein.
Los abogados de Maxwell no estaban disponibles, dijeron asistentes en su oficina.
El Miami Herald no pudo contactar a Eva y Glenn Dubin.
Sarah Blaskey, redactora del Miami Herald, contribuyó a esta información.
Fuente: Miami Herald