El pasado 23 de julio salieron a la luz una serie de fotografías que tocaron el alma de cientos de personas. En ella se podía ver a un niño del brazo de su madre, quien suplicaba entre lágrimas a un elemento de la Guardia Nacional mexicana para que le permitiera cruzar a Estados Unidos.
Y a pesar que dichas imágenes causaron dolor, también resultaron reconfortantes para sus familiares; quienes después de varios días sin saber de la madre y su hijo se enteraron que seguían con vida.
La semana pasada, un fotógrafo captó a Ledy Pérez en Ciudad Juárez rogando a un agentemexicano para que le permita continuar su travesía hacia Estados Unidos. Las imágenes, con su pequeño hijo al lado, se hicieron virales.
“Cada vez que miraba los videos me partía el alma y yo seguía pidiendo oración por ella”, dijo a Reuters, llorando, Lolinda Amaya, tía de Pérez, desde su humilde vivienda de madera en el distrito de El Petén, una población selvática que por años ha sido azotada por el narcotráfico.
Cuando el oficial desvió la mirada, la madre y el hijo cruzaron rápidamente la frontera haciaEstados Unidos.
No pasaron mucho tiempo en EU
Pérez y su hijo de seis años fueron liberados el lunes por autoridades estadounidenses, relataron familiares.
Aunque la escena fue triste, Amaya admitió que ver a su sobrina en ese video fue reconfortantepues le había perdido el rastro.
Amaya explicó que su sobrina había soñado con ahorrar para comprar una casa, por lo que decidió salir de su país pidiendo dinero prestado para emprender el peligroso y largo viaje a Estados Unidos.
En los videos ampliamente difundidos, Pérez le decía al oficial mexicano que había luchado por criar a su hijo en Guatemala después de que el padre los abandonó cuando el niño tenía apenas nueve meses.
La mujer pudo haber solicitado asilo en Estados Unidos, pero el proceso no garantiza a los inmigrantes el derecho a permanecer en el país mientras se procesan sus casos.
La mayoría de ellos son regresados a México bajo el programa “Protocolos de protección de migrantes”, que comenzó en enero.
Dolores Morales, la abuela de Pérez, dijo entrevistada en la misma casa donde viven otros miembros de su familia, que las condiciones de vida en su municipio, La Libertad, son difíciles.
A pesar de los peligros del viaje hacia el norte, dijo que su nieta sabía que valía la pena correr el riesgo.
“Le agradezco a Dios que haya llegado”, dijo la mujer de cabello gris, con las palmas juntas como si rezara. “Se fue para asegurar una vida mejor para su hijo”.
Fuente: Reuters