INAH, UNAM y Cenapred piden reforzar prevención de patrimonio cultural de Puebla y otros estados

Por  Staff Puebla On Line | Publicado el 22-02-2023

Fenómenos naturales como los sismos de México en 2017 o los ocurridos recientemente en Turquía y Siria comprueban, por un lado, la dinámica y la vitalidad propias de la Tierra, y por otro, refuerzan la idea de que, ante la imposibilidad de predecir cuándo y dónde ocurrirán, las sociedades deben esforzarse por minimizar sus daños.

En esta idea coincidieron expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) que participaron en la reunión nacional del Programa de Prevención de Desastres en Materia de Patrimonio Cultural (Previnah) 2023.

De manera virtual, el coordinador nacional de Centros INAH, René Alvarado López, y las coordinadoras nacionales de Monumentos Históricos y de Conservación del Patrimonio Cultural del instituto, Valeria Valero Pié y María del Carmen Castro Barrera, respectivamente, coincidieron en que los desastres derivados de sismos son más sociales que naturales.

Al respecto, el director general del Cenapred, Enrique Guevara Ortiz, señaló que esta noción se ha planteado desde hace siglos. Citó el intercambio epistolar que, en 1756, sostuvieron los escritores Jean-Jacques Rousseau y François-Marie Arouet (Voltaire) sobre el terremoto que un año antes había devastado a la ciudad de Lisboa, en Portugal.

El terremoto del Día de Todos los Santos, registrado el 1 de noviembre de 1755, tuvo una magnitud superior a los 8 grados en la escala de Richter y causó la muerte de alrededor de 90 mil personas en Marruecos y Portugal, España. Asimismo, avivó los debates acerca de si tales desgracias eran naturales o, como se creía entonces, se debían a un “castigo divino”.

Sobre este particular, Rousseau escribió que “difícilmente fue la naturaleza la que reunió 20 mil casas de seis o siete pisos. Si los residentes de esa gran ciudad [Lisboa] hubieran estado más uniformemente dispersos y menos densamente alojados, las pérdidas habrían sido menores o quizá nulas”.

Lo que Rousseau escribió en esa carta del siglo XVIII, apuntó el titular del Cenapred, es conocido en la actualidad como gestión de riesgos y parte de la premisa de que “si el riesgo es una construcción social, también lo puede ser la cultura de la prevención”.

En este sentido, Valeria Valero Pié indicó que entre las lecciones dejadas por los sismos de 2017 está la de someter los monumentos históricos a diagnósticos regulares, para identificar oportunamente sus factores de deterioro y saber si estos se deben a la acción del hombre o si son producto, por ejemplo, del terreno donde se desplanta el edificio, de su sistema constructivo o del clima que lo rodea.

La arquitecta enfatizó que muchos de los 2,340 inmuebles patrimoniales afectados en 2017, cuyo compromiso de restauración recayó en el INAH, resintieron más el efecto de los sismos por intervenciones inadecuadas que por sus propias fábricas originales.

Al exponer un estatus de la atención de los daños de tal cantidad de monumentos históricos, el coordinador nacional de Centros INAH, René Alvarado López, informó que a la fecha se registra un avance de 66% del universo de edificaciones que son atendidas por el INAH. Y es que, agregó, en lo fundamental, los trabajos ya se concluyeron en cinco estados (Tabasco, Veracruz, Hidalgo, Guerrero y Chiapas); por lo que aún se labora sobre 787 inmuebles en seis estados más, siendo estos, los de mayores y más complejas afectaciones.

“Para este 2023, el INAH sumará esfuerzos con los gobiernos de los estados de Morelos, Oaxaca y Puebla, para cumplir el reto de concluir 700 obras de restauración tanto de bienes muebles como de inmuebles”, finalizó.

Las y los participantes de la reunión nacional del Previnah 2023 concluyeron que, ante el hecho de que una tercera parte del territorio de México se encuentra en una región sísmica, se deben establecer y reforzar lazos con las autoridades religiosas y las comunidades usuarias de los recintos históricos, para vigilarlos, procurar su mantenimiento y conocer las medidas de actuación aplicables en ellos cuando se llegue a registrar un fenómeno sísmico.

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