Este es el hotel más chico del mundo: ¿te animas?

Por  Staff Puebla On Line | Publicado el 05-06-2022

Una lengua de piedra penetra al océano Atlántico en la costa norte de la isla de El Hierro. Sobre esta, se alza un pequeño inmueble que parece unirse con el paisaje: el Hotel Punta Grande.

Un hospedaje diferente y único, sumergido en una naturaleza pura y regido por una filosofía de paz y tranquilidad. Un destino donde alcanzar la máxima desconexión, aislarse del ruido del mundo y sentirse verdaderamente solo, y este sitio no es más que el hotel más chico de todo el mundo.

Su historia

Este edificio se edificó originalmente como una casa de pescadores, llamada Casa de Las Puntas. Más adelante, en 1887, desde Nueva Guinea llegó la familia Hamilton para hacer actividades comerciales en la isla, de modo que adquieren la antigua casa y la extienden construyendo una planta más.

Ya en el siglo XX, en el litoral opuesta, fundan el Puerto de La Estaca, de manera que el inmueble cede sus funciones y queda desatendido. Tiempo más tarde, Francisco Padrón Villarreal se prendió de las ruinas, y es entonces cuando la residencia vuelve a la vida después de ser modificado por completo como una casa privada.

No es hasta los años 60 cuando el inmueble emprende su andanza como un lugar turístico, transformándose en la primera discoteca de El Hierro. Pero la cosa no quedó ahí, ya que posteriormente volvió a modificarse, esta vez como restaurante.

Finalmente, en 1975 y bajo la dirección del arquitecto José Luis Jiménez Saavedra, la estructura se instituye por fin como un hotel completamente integrado al paisaje. Jiménez Saavedra no sólo lo restituyó de una manera que fuese capaz de aguantar las tempestades, sino que empleó gran cantidad de elementos del propio medio como leños o piedras de lava.

Con sólo cuatro habitaciones y conquistando 600 metros cuadrados, en 1984 ingresó en el libro Guinness de los récords como el hotel más chico del mundo. Décadas después, en 2018, cambió de nuevo de pertenencia, y esta vez fue comprado por David Nahmis y su mujer Paula, que, tras darse una vuelta por la isla, quedaron totalmente enamorados del hotel.

Esta familia modificó por completo el hotel, que pasó a contar con cinco habitaciones de tres categorías diferentes: estándar, superior y suite. Todas ellas están engalanadas de una manera sencilla, pero con componentes que evocan la naturaleza de la zona y cosas marineros como mesitas de noche hechas con los cristales originales de las escotillas de antiguos barcos.

En el hotel podemos hallar otras decoraciones como el telégrafo del viejo buque postal ‘Viera y Clavijo’, lámparas originales de otros antiguos navíos, una brújula náutica o una gran colección de matrículas de barcos. Además, es sustancial destacar que el hospedaje es sólo para adultos.

Restaurante del Hotel Punta Grande

Y aparte del hotel, el inmueble también tiene un restaurante igual de idílico con apenas cinco mesas. Abre de lunes a sábado con el servicio de cena y bajo previa reservación. No hace falta hospedarse en el lugar para poder probar el delicioso menú que ofrecen allí, con cinco platos de pescado y carne e hasta oferta vegetariana.

Un año de espera

En este paraje de paz total e inmersión en la naturaleza, es normal que el destino encante a una gran cantidad de personas que desean un lugar donde relajarse. Es por eso que el hotel tiene un año de espera para hospedarse, mientras que el restaurante aproximadamente un mes de espera. Y es como describe el propietario, el hotel es popular en todo el mundo y vienen viajeros de Japón, China, Australia, etc.”

Fuente: Puros Viajes

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