La organización Human Rights Watch documentó el caso de un hombre que en 2018 fue encadenado en el hospital psiquiátrico Rafael Serrano de Puebla, mejor conocido como El Batán.
En todo el mundo, cientos de miles de hombres, mujeres y niños con enfermedades mentales han sido encadenados, encadenados o encerrados en espacios confinados, al menos una vez en la vida.
Muchos están recluidos en habitaciones, cobertizos, jaulas o refugios para animales superpoblados y sucios y se ven obligados a comer, dormir, orinar y defecar en la misma área diminuta. Esta práctica inhumana, llamada “grilletes”, existe debido a un apoyo y servicios de salud mental inadecuados, así como a creencias generalizadas que estigmatizan a las personas con discapacidades psicosociales.
Human Rights Watch encontró evidencia de encadenamiento en 60 países de Asia, África, Europa, Medio Oriente y América; este martes publicó un informe que incluye investigaciones de campo y testimonios recopilados por 16 investigadores de Human Rights Watch que trabajan en sus propios países, incluidos Afganistán, Burkina Faso, Camboya, Ghana, Indonesia, Kenia, Liberia, México, Mozambique, Nigeria, Sierra Leona, Palestina, Rusia, el autodeclarado estado independiente de Somalilandia, Sudán del Sur y Yemen.
En México, Felipe Orozco, un hombre de 41 años, dijo a Human Rights Watch que lo habían hospitalizado cinco veces porque padecía una enfermedad mental. Dijo que en una ocasión en 2018 profesionales de la salud mental del “Dr. El hospital psiquiátrico Rafael Serrano de Puebla lo encadenó desnudo con un candado durante las noches durante dos semanas y media, y lo obligaron a defecar y orinar en su cama. “Tenía miedo de que alguien me atacara durante las noches, sin poder defenderme por estar encadenado”.