ESPN informa que al Barcelona se le escapa la Liga sin remisión. Su tercer empate en cuatro jornadas, este frente a un bravo Atlético de Madrid que le arrancó un 2-2, le condena a depender de casi un milagro. Polémico por las decisiones arbitrales, el partido acabó por demostrar la realidad de un equipo herido y que da la impresión de no entender demasiado de las decisiones de su propio banquillo.
Existirá la opción, desde luego, de poner en el escenario las decisiones arbitrales... Y, también, existirá la realidad que, por encima de ellas, demuestra que el Barça está al final de un camino. Incapaz de revolucionarse por más que lo pretenda, no alcanza a dar ese paso al frente necesario.
Lo peor es contemplar como en seis jornadas desde que regresó la competición se ha dejado tres empates. Demasiado, seis puntos fatales...
Y eso que mejoró el equipo azulgrana su imagen. Dinámico en el centro del campo con la presencia, segunda consecutiva, de Riqui Puig, circuló el balón con mayor rapidez y con las líneas adelantadas... Lo que permitió al Atlético jugar a la contra con peligro y poder defenderse con solvencia, favorecido por la ausencia de extremos en el Barça.
Fue, probablemente, el mayor error estratégico de Quique Setién, que no rompió casi nunca por bandas a un rival ordenado y cómodo, en un partido jugado a gran ritmo y en el que, probablemente, habría obtenido mayor ventaja usando las bandas.
Y fue, como en años pasados, un duelo intenso, con goles, alternativas... Y polémica. Los dos goles del Atlético llegaron de penalti, el segundo del Barça también. Y los tres, todos, estuvieron rodeados de polémica.
De entrada marcó el Barça en una nueva jugada ensayada que volvió a verse. Messi lanza un corner al primer palo... Y si Piqué en Vigo remató al travesaño, esta vez el balón tocó en el muslo de Diego Costa, se envenenó entre sus piernas y despistó a Oblak para subir el 1-0 al marcador.
Tranquilizado el campeón, le bastaron ocho minutos al Atlético para empatar. Fue en un penalti claro de Vidal a Carrasco. Lo lanzó Diego Costa y lo rechazó Ter Stegen... Obligando el árbitro a repetir el lanzamiento porque el meta se avanzó fuera de la línea de gol en el momento del disparo. Y repitió, esta vez Saúl... Gol.
Los nervios, la intranquilidad, el atolondramiento. Así comenzó a sentirse un Barcelona que empezaba a temer por el título y al que le crecía el miedo, que llegó al descanso 'enrabietado' pero incapaz de hacer valer su superioridad y dominio. Faltaba aún más por verse...
Comenzó la segunda mitad con un penalti, el segundo de la noche, de Felipe a Semedo. Uno bastante dudoso y que sirvió a Messi para lograr el 2-1 y entrar en la historia al alcanzar el gol 700 de su carrera. Otra vez calma. Y otra vez por poco tiempo.
Apenas diez minutos después el talón de Carrasco tocó con la rodilla de Semedo y, después, con su propio pie. Otro penalti. Probablemente el más polémico de la noche y que el árbitro Hernández Hernández señaló sin pestañear. Lanza Saúl y empata. 2-2...
A partir de ahí la última media hora se convirtió en un quiero y no puedo del Barça. Con Messi multiplicado y Luis Suárez desaparecido; con Ansu Fati en el banquillo hasta el minuto 85 y Griezmann sin aparecer hasta el 89, protestando un posible penalti a Piqué y acabando desesperado, más preocupado, lógico, por ganar que en defender las peligrosas subidas del Atlético.
Se acabó. El segundo empate liguero de la temporada en el Camp Nou; el tercero en las últimas cuatro jornadas, condenó al Barça a la nada. A partir de aquí, soñar con el título empieza a ser una quimera.