EFE dio a conocer que España regresó a los empates que marcaron su camino en la última Eurocopa, frenada por el factor competitivo de una Alemania que estuvo contra las cuerdas con el gol de Álvaro Morata, antes de una reacción final que hizo buena Füllkrug para rebajar la euforia de la Roja y dejar a todos los integrantes del grupo con opción de clasificación a octavos en la última jornada.
Las opciones de España están intactas, pero sintió la exigencia de un Mundial tras la exhibición de su puesta en escena. La grandeza de Alemania, su reto de igualar las cinco estrellas brasileñas, le obligaban a levantarse del golpe japonés y reaccionar. Dos equipos similares en su filosofía, un duelo ajedrecístico. El pulso por ver quien conseguía presionar arriba, provocar el error e instalarse en campo contrario. Rebajó la vistosidad de un duelo intenso.
Podría haber repetido equipo Luis Enrique por primera vez, con un cambio con la entrada de Dani Carvajal más por superstición que convencimiento dado el buen rendimiento de Azpilicueta. Apenas se incorporó al ataque el lateral, más centrado en rebajar la brillantez del habilidoso Musiala.
Dos equipos sin 9 puro de inicio, con movilidad de sus jugadores de ataque. Asensio y Olmo permutaron donde suele residir Morata. No es que no hubiese un segundo punta nato en la convocatoria para cuando las cosas se torciesen. Es que Luis Enrique tenía otra idea de partida y esa figura desde el banquillo era Morata. La entrada de los delanteros centros cambió el panorama.
Lanzada en su moral tras el mayor triunfo de su historia en un Mundial, España salió a un examen que mediría su realidad en Catar, intentando quitarse de encima las marcas individuales alemanas cuyo objetivo era asfixiar a Busquets, frenar como sea a Gavi y Pedri, más impreciso de lo habitual desde la elegancia con la que lidera el juego.
En la batalla sería importante dar el primer susto y fue español. Luis Enrique pidió movilidad a Gavi, que apareciese entre líneas para provocar desorden en un duelo ordenado desde la rigidez alemana. Y a los siete minutos encontró a Asensio, que conectó con Dani Olmo para que sacase un derechazo rumbo a una escuadra que Neuer mandó a la cruceta con su estirada.
La necesidad de Alemania parecía rebajada con el triunfo previo de Costa Rica sobre Japón. Correr riesgos excesivos podían traer de la mano un duro castigo si España mantenía su puntería. Con la entrada de Goretzka ganó consistencia y buscó el error donde España es más fiable, en el inicio de jugada. Salvo cuando arriesga en exceso Unai Simón. También en dos errores de Rodri, de nuevo central, y un centro prohibido al centro de un lateral que cometió Carvajal. No recibieron castigo porque Gnabri cruzó en exceso su disparo y Rüdiger chutó centrado.
En la batalla faltaron disparos, como recordó Jordi Alba con una incorporación estrellando el balón en el lateral de la red. Neuer quiso imitar a Unai fallando con los pies, pero perdonó Ferran por no chutar de primeras. Ante Costa Rica parecía igual de impreciso, lento para armar el remate, pero firmó un doblete que le mantuvo de inicio. A placer perdonó la más clara, posteriormente anulada por fuera de juego de Olmo, pero una señal inconfundible de falta de finura.
Más perdido andaba Müller en punta de ataque, hablando un idioma distinto a Musiala y Gnabri. Pero un Mundial sin susto no es un Mundial. Ante la falta de fútbol desequilibrante en los últimos metros, llegó a balón parado. Desde errores posicionales españoles. Con Busquets solo ante tres rivales y Rüdiger cabeceando a placer a la red una falta lateral mal defendida. La tecnología salvó a España por un fuera de juego que no había sido visto por los colegiados.
En la tensión, en la prueba a la personalidad de un joven equipo, apareció ese gen que hizo campeón a España con su generación de oro. De nuevo tras otro error en inicio de jugada con pase de riesgo de Unai a Pedri, que salvó el portero ante el disparo de Kimmich.
Luis Enrique recurrió a Morata para cambiar el duelo y encontró el premio con rapidez. Ocho minutos después reivindicó la figura del 9, apareciendo con calidad para picar su remate al centro perfecto de Jordi Alba. Un golpe demoledor a Alemania, obligada a reaccionar con cambios ofensivos de Hansi Flick.
Nunca terminó de romperse uno de esos partidos con aspecto de prórroga en caso de haberse producido más entrada la competición. A España se le presentó la oportunidad de correr, pero perdonó Marco Asensio la que tuvo para la sentencia. Y a Alemania nunca se le puede dar por muerta. Sacó a relucir el orgullo que tanto éxito le dio en el pasado, mordió y cambió el panorama.
Al igual que Luis Enrique encontró el premio cuando dio entrada a un 9 puro, lo logró Flick con Hofmann. Se durmió Rodri en una de esas acciones a centro lateral en la que queda patente que no es central. Fue un aviso. Había sacado con el cuerpo Unai un disparo franco de Musiala y ya nada pudo hacer cuando el balón cayó botando, como desea cualquier delantero, para el derechazo imparable de Füllkrug.