ESPN informa que un estadio como Ibrox Park y un equipo como el Rangers, no hace tanto en la Tercera división del fútbol escocés, se merecían una alegría como la de este jueves, un día inolvidable para la afición protestante porque remontaron al RB Leipzig (3-1) y jugarán su primera final europea en doce años.
Campeones de la Recopa de Europa en 1972, los escoceses tendrán la oportunidad de vengar la final de la Uefa perdida, en 2008 contra el Zenit de San Petersburgo, en Sevilla el próximo 18 de mayo, gracias a una noche de magia en Ibrox. Una noche en la que un equipo sin delanteros fue capaz de levantar el 1-0 de la vuelta e imponerse por 3-1 a un Leipzig que no cumplió su papel de favorito.
Cuando Gio se aferraba a Ibrox Park como la forma de pasar la eliminatoria no lo decía en broma. El estadio montó una tromba de ruido que elevó el nivel de un Rangers al que no le hicieron falta delanteros para creerse que remontar era posible. Sin Alfredo Morelos ni Kemar Roofe, el técnico holandés reconstruyó como pudo el ataque, para que al final apareciese el de siempre, el capitán, James Tavernier.
Kamara se lanzó a recuperar una pelota pegado a la banda, durante la salida de balón de los alemanes. Lo consiguió y montó la transición, con Ryan Kent introduciéndose en el área y viendo la entrada de Tavernier en el segundo palo. El pase no fue lo más estético del mundo, incluso bordeó con ser un disparo, pero llegó a tiempo para que Tavernier la empujara a la red. Su séptimo gol en esta Europa League, siendo lateral. Todos han llegado en las eliminatorias.
Era el inicio perfecto para el Rangers, que no tardó en aumentar la renta. Un doble golpe al Leipzig, que se vio favorito y destrozado en cuestión de minutos. Wright, dentro del área, recibió de espaldas y vio la aparición de Kamara en la frontal. Le cedió la pelota y este, de primeras, engarzó la pelota con el interior con un disparo curvo a la cepa del poste.
El castigo, en 20 minutos mágicos, pudo llegar a otro nivel, pero Aribo, de forma inexplicable, erró una volea en el área pequeña completamente solo.
El Leipzig estaba minimizado. Un equipo que esta temporada ha ganado al Manchester City y que tiene a jugadores de la talla de Christopher Nkunku y Dani Olmo era incapaz de encontrar una vía que rompiera la presión escocesa. Su partido era un drama. Horroroso. Hasta el punto de que en el minuto 70 no contabilizaban ningún disparo a puerta que hubiera llevado un mínimo peligro.
Y entonces, como si encendieran un interruptor, una jugada les despertó. Un mano a mano fallado al que siguió un centro de Angeliño que Nkunku dirigió a la red. Los alemanes desenfundaron sus alas y avistaron la portería de McGregor, pero sin colmillo, sin contar con apenas cinco minutos de dominio.
No aprovecharon la efervescencia y la confusión del gol y lo pagaron. A diez minutos del final Kent envenenó un centro que se tragó Gulacsi. Apenas pudieron despejarlo sobre la línea de gol para que le cayera muerta a John Lundstram que, a puerta vacía, desató el delirio en Glasgow. 3-1, eliminatoria remontada y los de Van Bronckhorst jugarán la final en Sevilla. Una noche para la historia en Ibrox Park, una noche merecida.