Hemos elegido seis destinos mexicanos que probablemente no sean los primeros que se vienen a la mente de los viajeros, pero que justamente por su belleza y por ser poco explorados podrían sorprenderte y convertirse en tus favoritos. Es momento de hacer las maletas.
Holbox (Quintana Roo)
Esta pequeña isla del Caribe mexicano es el destino ideal para quienes buscan una desconexión total mientras pasan los días en la playa, paseando en bicicleta o nadando en sus poco profundas y cálidas aguas turquesa. La mayoría de los hoteles apuestan por un concepto de barefoot luxury y ofrecen cartas de alimentos sencillas en las que abundan los mariscos y los pescados más frescos. Las propuestas de entretenimiento son relajadas y sin mayores pretensiones, justo lo que uno esperaría de una isla de pescadores rodeada de bellezas naturales.
Xilitla (San Luis Potosí)
Este pueblo mágico de la Huasteca potosina es famoso por el jardín escultórico Las Pozas, creado por el artista surrealista inglés Edward James. Localizado a aproximadamente cinco horas por carretera de San Luis Potosí, la capital del estado, este jardín está rodeado de cascadas y ríos, y una espesa vegetación. Muy cerca se encuentra el sótano de las golondrinas, otro gran atractivo de la región.
Bacalar (Quintana Roo)
Muy cerca de Chetumal, la capital del estado de Quintana Roo, se encuentra este Pueblo Mágico a las orillas de una laguna de forma circular. Conocida como la Laguna de los siete colores, debido a las siete tonalidades de azul que se aprecian en sus aguas, es perfecta para la práctica de deportes acuáticos o simplemente para disfrutar de unos días de descanso. Muchos hoteles ofrecen retiros de bienestar con clases de yoga, meditación y dietas saludables.
Cenotes de Yucatán
Por todo lo largo y ancho de la Península de Yucatán existe una gran cantidad de cenotes –depósitos de agua de manantial frecuentemente conectados por corrientes subterráneas– que impresionan por la frescura y transparencia de sus aguas. En la cosmogonía maya eran considerados como las puertas de entrada al inframundo y hoy son uno de los grandes atractivos naturales del estado. Los hay a cielo abierto, semiabiertos y subterráneos, y pueden visitarse en poblaciones como Valladolid, Izamal y Cuzamá. También pueden admirarse en zonas arqueológicas como Chichén Itzá o Dzibilchaltún, o en haciendas y hoteles como Sotuta de Peón y Chablé.
Barrancas del Cobre (Chihuahua)
Las siete barrancas que conforman este sistema se encuentran en la Sierra Tarahumara de Chihuahua. Probablemente la mejor manera de recorrerlas y admirar su imponente inmensidad sea a bordo del tren Chepe. A lo largo de la ruta, los pasajeros pueden elegir descender en algunos de los poblados e incluso pasar la noche en ellos para explorar sus atractivos, probar la gastronomía rarámuri y realizar actividades como subir al teleférico de Divisadero o comer en el restaurante La Cabaña, en Creel.
Fuente: Life and Style