Si bien existe una creencia popular de que los hombres piensan en sexo cada 7 segundos –que son más de 7.000 veces al día, es decir, demasiadas veces–, un estudio realizado por One Poll determina que la cifra es mucho, mucho menor.
En realidad, pensamos (y hablamos) de sexo entre 5 y 8 veces al día. Sin embargo, no todos nos sentimos cómodos hablando de nuestra vida sexual con los demás...
Además, hay en algo en lo que pensamos más que en el sexo –y tiene que ver con (otro) instinto primario–.
Existe una creencia popular que afirma que los hombres piensan en sexo cada 7 segundos. Sin embargo, ¿cómo de real es este axioma? ¿Cuántas veces pensamos en sexo al día –de verdad– según estadísticas y estudios científicos reales? Existen dos tesis para responder a todas estas incógnitas.
Ahora, por el amor de Dios, si nos dejásemos guiar por esta idea popular y practicáramos un poco de las matemáticas que aprendimos en primaria, significaría que los hombres piensan en sexo 514 veces por hora, lo que significa un total de 7.200 veces al día –y eso solo mientras están despiertos, que ni siquiera son las 24 horas del día–. A lo mejor –y solo a lo mejor– son demasiadas hasta para ellos.
De hecho, parece que la realidad es bastante distinta: los adultos piensan en sexo una media de 8 veces al día (incluyendo también las veces en las que hablan sobre ello).
¿Cuántas veces piensan los hombres en sexo cada día y cuánto hablan de ello?
A través de una encuesta realizada por la empresa de investigación de mercado One Poll, cuyo objetivo era el de investigar el impacto de la sexualidad en la vida de las personas, se le preguntó a 2.000 adultos cuántas veces al día son invadidos por pensamientos sexuales y con qué frecuencia hablan de ellos con alguien. Bien, pues la respuesta es la siguiente: muchas veces –algunas más, otras menos–.
Los investigadores comprobaron que, de una manera o de otra, un adulto piensa en sexo, por lo menos, 5 veces al día. Sin embargo, aunque formemos parte de una sociedad avanzada, el sexo sigue suponiendo un tabú para muchos: sólo el 65% de los encuestados se sienten completamente cómodos hablando de su vida sexual con otras personas. Un porcentaje aún menor, el 29%, confesó encontrar muy satisfactorio el intercambio de sus fantasías eróticas, sobre todo con su pareja. En resumen: hablar con regularidad de sexo ya no es un tabú tan significativo como hace 2 décadas, pero tampoco una práctica completamente incorporada en nuestra rutina.
Además, los encuestados argumentaron que cuentan con muchos y muy buenos motivos para hablar de su vida erótica sin ningún pudor con los demás. ¿El más común? Se pueden compartir consejos muy útiles para incrementar el placer en la cama (aunque lo cierto es que las fuentes más utilizadas siguen siendo los artículos especializados, tanto en medios online como en revistas).
A los encuestados también se les preguntó sobre cuál creían que era el mejor momento para confesar sus secretos sexuales: el 41% afirmó que les gustaba hacerlo con una copa de vino en la mano (buena elección), mientras que el 39% prefería hacerlo con un té o café.
Hay una cosa en la que pensamos más que en el sexo...
Parece que hay un pensamiento mucho más recurrente en nuestro cerebro que, sorprendentemente, no es el sexo: la comida, su otro gran rival. Es bien sabido que la comida y el sexo están estrechamente relacionados, ya que ambos pensamientos comparten la misma ubicación cerebral y son controlados por las mismas hormonas.
Que esto sirva, pues, como una advertencia: si no satisfaces el apetito –sexual– de tus sentidos, ese deseo se va a convertir en ansia por comer. Y eso, para algunas personas, podría suponer un problema para su dieta y su rutina fitness.
Fuente: GQ