La semana pasada le explicaba a una amiga una teoría que tengo sobre lo poco probable que es encontrar a alguien compatible con quien entablar una relación a largo plazo. Fue una conversación de más de dos horas que trataré de sintetizar a continuación:
Para que dos personas hagan clic, tienen que empatarse cientos de factores, desde los gustos en común, hasta conceptos tan grandes como los valores individuales. Además, al considerar que entre ambos tiene que surgir atracción física, química, sexual e intelectual, la probabilidad se hace cada vez menor.
Ahora bien, si a estas variables, que son imposibles de controlar, les sumamos los errores que cometemos durante el cortejo, estadísticamente estamos condenados a la soledad. Por eso, con el afán de mejorar los momios a nuestro favor, he reunido un listado de metidas de pata monumentales que se deben evitar a toda costa en una primera cita.
Hablar demasiado
La vida está hecha de equilibrios. En el momento en el que uno se rompe, las cosas empiezan a salir mal, las especies se extinguen y los seductores fracasan. Uno de los más trascendentales durante un primer encuentro es el de hablar y escuchar. Este sencillo intercambio de ideas es la primera herramienta que tienen dos personas cuando se están conociendo. Monopolizar la charla solo producirá una mirada frustrada dirigida al techo o, peor aún, a un reloj esperando un buen momento para salir corriendo.
No poner atención
Siguiendo por la misma línea, ¿de qué sirve dejar que hable la otra persona, si no tenemos idea de qué está diciendo? Recordar los detalles de un diálogo es un antiguo secreto de los más grandes publirrelacionistas del mundo. Por ejemplo, en la siguiente cita, si llamamos a su perro por su nombre es una garantía de aumentarnos 10 puntos a nuestro marcador personal.
Revelar demasiado antes de tiempo
El cortejo es como la cocina y un buen platillo lleva su tiempo de preparación y cocción. Salir con una persona es igual. La divulgación de la información debe ser un proceso paulatino y metódico. Hay que dejar que la confianza se macere antes de condimentarla con ciertos temas y confesiones. Además, tampoco hay que olvidar el misterio y la expectativa. Después de una cita, como una buena cena, si las porciones son óptimas, el comensal querrá volver por más.
Hablar de todo menos de uno mismo
No hay como la trivialidad o los asuntos de actualidad para romper el hielo. Comentar el clima, la última calamidad hecha por Trump u opinar sobre la decoración del sitio en el que se está son buenas formas de iniciar una conversación. Sin embargo, una vez que la tensión se asienta es necesario subirle un par de grados a los asuntos personales. Hacer un resumen sobre aquello a lo que nos dedicamos, cómo pasamos el tiempo y hasta compartir una que otra aspiración son temas indispensables para promover un siguiente encuentro, siempre y cuando, se respete el punto anterior.
No saber leer las señales
El analfabetismo sensorial es uno de los más grandes problemas que podemos enfrentar al conocer a una persona. Al principio de cualquier relación, las parejas juegan una especie de ajedrez, en el que se turnan para enviar mensajes crípticos el uno al otro. Muchas veces, estas señales comunican todo menos eso que pretendían comunicar. El no interpretarlas correctamente puede generar un momento tan incómodo que pone en peligro cualquier intento subsecuente. Por eso, antes de actuar, siempre hay que estar seguro de que hemos recibido la autorización pertinente.
Fuente: GQ