Bienvenidos a nuestra cuenta atrás de las mejores películas que se han hecho sobre esa pequeña pero deliciosa parte de la experiencia humana conocida como sexo: desde dramas lésbicos en pleno proceso de aprendizaje vital, pasando por retratos de adicción al sexo, e incluso taparrabos.
En pocas palabras: estas son las películas de sexo que más le gustan a los críticos de cine, una historia sobre como nuestras actitudes hacia el sexo y la desnudez en la pantalla grande han ido cambiando a lo largo del tiempo.
Ponte cómodo, bueno, no muy cómodo del todo, y disfruta.
10 | Orquídea salvaje (1989)
Os presentamos a James Wheeler (Mickey Rourke), un empresario de éxito. Le gustan los helicópteros, los coches, las motos, las salas de juntas que parecen polideportivos de lo grandes que son y tener un absoluto control erótico sobre las mujeres sumisas. Fue un niño que sufrió abusos, no le gusta que le toquen y no puede representar mejor el ídolo a seguir por un tipo como Christian Grey, el protagonista de Cincuenta sombras. Incluso habla con la misma prosa de dudoso gusto, ligeramente enfermiza, pervertida y sexy (o al menos pretende serlo) tan usada por la creadora de Grey, E.L. James.
Por ejemplo, cuando sale a dar un paseo para coquetear con Emily (Carré Otis), su potencial próxima conquista, Wheeler repentinamente retrocede y comienza a mirar al culo de la chica al más puro estilo Benny Hill. Cuando ella le pregunta qué está haciendo, él simplemente sonríe, de forma guay, guiña el ojo a los chicos de la audiencia, y dice: “Simplemente te miraba caminar”. Todo un Casanova.
Y sin embargo, lo previsible que es la película no es lo que le convierte precisamente en una película genial, ni siquiera porque sea uno de los hitos del cine más sensual de la historia. No, esta película escrita y dirigida por Zalman King merece toda nuestra atención porque supone literalmente, y cronológicamente, el punto más alto en cuanto a erotismo en la década de los 80. Antes de ella, Nueve semanas y media (que King también coescribió y produjo en 1986, con Rourke en el papel de otro pervertido machote), y Atracción Fatal (1987) habían marcado los parámetros de un género que parecía hablar sobre la libertad sexual de los más liberales, pero que en realidad trataba sobre el miedo sexual de los más conservadores (¿A alguien le suena el SIDA?). Pero Orquídea Salvaje superó a ambas. El ambiente violento de Buenos Aires (a donde Wheeler ha viajado para comprar un hotel), y la idea de que todo el mundo se dedica a mantener relaciones sexuales por aquellos lares, se lleva la palma a la hora de competir con las dos películas antes mencionadas.
Lo mejor de todas la película es la última escena de sexo (Wheeler y Emily a lo suyo, con una visión desde arriba, sin rubor) que es tan explícita y prolongada que llegó a inquietar a los censores (la película se estrenó para mayores de 18 años). Tan caliente parece la escena que se levantó el mismo debate sucedido con Amenaza en la sombraen 1973, protagonizada por Donald Sutherland y Julie Christie, es decir, algo así como: ¿Estaban follando de verdad?. En 2011, Otis zanjó la polémica diciendo: "¿Alguna vez has filmado una escena de sexo? ¿Tienes alguna idea de cuántas personas estaban allí? ¡Fue mortificante!". Está clara cuál es la respuesta, por tanto.
9 | La vida de Adèle (2013)
Películas de arte y ensayo. Vale, lo entendemos. Sus personajes también mantienen relaciones sexuales. Es algo que les encanta. Desde desnudos suecos en 1953 (Un verano con Mónica), pasando por penetraciones ayudadas con mantequilla en 1972 (El último tango en París) hasta locas e irascibles sesiones playeras en 1986 (Betty Blue), nada representaba mejor al cine de arte y ensayo que una escena dirigida de forma inteligente. Y entonces, llegó La vida de Adèle.
La película, que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes en 2013, borró todo lo que habíamos visto antes. ¿La espantosa violación de Monica Bellucci en Irreversible (2002)? ¿El ambiente sombrío de El imperio de los sentidos, el clásico japonés de 1976? Todo desapareció. Se desvaneció cuando lo comparamos con esta película. Además, es sexo gay, de un nivel que dejó a Bound (2006) y Mulholland Drive (2001) a la altura de cine barato. ¿Y la acción entre chicos de Brokeback Mountain (2005)? Ni de lejos.
Este film nos ofreció a dos actrices jóvenes y relativamente novatas, Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos, describiendo con destreza, en la lúgubre ciudad de Lille, al norte de Francia, los embates emocionales y embriagadores, así como los repentinos cambios de rumbo de una relación recién comenzada. Se intercambian miradas, se organizan picnics, se intercambian besos y luego todo se detiene en aproximadamente una hora y 11 minutos, cuando el director Kechiche y sus dos actrices protagonistas nos ofrecen una escena de sexo que hizo que se nos cayera la mandíbula al suelo. Marcó un antes y un después por su tremenda naturalidad, subiendo el listón a tal nivel que muchos dudamos de que aquello fuera simulado.
Siete sudorosos minutos, de respiraciones alteradas, repletos de luz, con lametones, chupetones, apretones, besos, más besos, golpes, fuerzas, caos, gloria… es decir, una escena que define como pocas eso que llamamos sexo apasionado y caótico.
La escena tiene muchos detractores, incluidas las propias actrices, que según ellas se rindieron a la voluntad del director: Seydoux llegó a decir que fue "horrible" y que "nunca" volvería a trabajar con Kechiche. Una vez que la película comenzó a barrer durante la temporada de premios de 2013, sin embargo, se retractaron y dijeron que estaban "felices" con ella. Y, sin embargo, viendo la escena ahora, dentro de la película, y lejos de la exageración, creemos que no funciona muy bien. La iluminación es muy cruda. Es descarada y grosera a partes iguales. Demasiados pezones y primeros planos de culos y vaginas. Lo cierto es que quizás, todas las escenas de sexo, no importa cuán bien intencionadas, revolucionarias o profundas sean, terminan siendo algo sórdidas.
8 | Tarzán, el hombre mono (1981)
"¡Nunca antes había tocado a un hombre!". Es Bo Derek en el papel de Jane, arrodillándose sobre un inconsciente Tarzán (Miles O'Keeffe) en su primer encuentro en pantalla tras 45 minutos de natación en solitario, esquivando serpientes y golpeando a todo lo que se le pone por delante para salvar a Jane y a sus pechos maravillosamente rodados (algo que hizo, por cierto, su director-marido John Derek, así que no pasa nada). Tarzán está tumbado en la arena con su característico taparrabos y, curiosamente, una diadema funky. Sin inmutarse por el atuendo, Jane comienza a tocar. "Está bien", dice, yendo lenta, pero directamente, hacia la entrepierna. "¡Está muy bien!".
Tarzán, claramente incómodo con la situación, que huele a violación, vuelve a la acción durante el resto de la película, haciendo lo que hace un hombre de la jungla, y que culmina en un peculiar "pueblo de nativos" (ubicación actual: Sri Lanka). La película, por supuesto, es genial. Lo decimos de verdad. Porque fue la encargada de llevar al cine comercial más de 20 años de películas de sexploitation de Russ Meyer (véase Faster, Pussycat! Kill! Kill!, de 1965), y todo aquel cine con bellas protagonistas que enseñaban carne sin mucho sentido.
La película fue un escándalo. El creador de Tarzán, Edgar Rice Burroughs, puso una demanda pidiendo que se eliminaran los desnudos, y el director se quejó de que querían censurar su obra.
Costó unos 6 millones de dólares, y recaudó 37 (algo que equivale a un blockbuster actual tipo El Caballero Oscuro recaudando mil millones), y demostró que el hito que marcó 40 años antes Jane Russell en El forajido estaba completamente vigente, y más relevante que nunca: las tetas venden.
7 | Monster's Ball (2001)
Algo sucedió con las escenas de sexo allá por el cambio de milenio. Pasaron de ser un poco cutres (El corazón del ángel, 1987), excitantes (Risky Business, 1983) y horteras (Porky's, 1982) a dramáticamente satisfactorias y, finalmente, dignas de un Oscar. En 2008, Kate Winslet en El lector (sexo nazi), en 2003 Charlize Theron en Monster (sexo lésbico de asesina en serie), en 2010 Michelle Williams en Blue Valentine (sexo Gosling) y Maria Bello en Una historia de violencia (2005), que obtuvo una nominación al Globo de Oro tras protagonizar una escena sexual bastante áspera en una escalera.
El cambio es más evidente que en ninguna otra en Monster's Ball, donde Halle Berry, que hasta ese momento apenas había hecho cine serie B, ganó el Oscar a la mejor actriz principalmente por el valor que derrochó durante la escalofriante escena de sexo. Escalofriante porque Berry tiene que enfrentarse a un momento muy delicado e íntimo con el personaje interpretado por Billy Bob Thornton.
Él es un guardia de prisiones que la encuentra en un restaurante. Ella está de luto por su hijo muerto. Él la lleva a su casa. Ambos beben whisky. Ella comienza a blasfemar. Thornton pone su nerviosa mano sobre su hombro. "Emmm, no estoy seguro de lo que quieres que haga" dice, dubitativo. Entonces, booom, ella se baja la camiseta y comienza a decir: "¡Hazme sentir bien! ¿Puedes hacerme sentir bien?".
Naturalmente, él se emplea a fondo (bien hecho, Billy Bob), pero siempre con un ojo abierto por si ella trata de clavar un puñal en su espalda. Nos dedican cinco minutos de apretones terapéuticos, primeros planos de partes pudendas, y todo lo que se supone que pasa en una situación así. Foster, el director, dijo: "Cuando hablé con Billy Bob y Halle, les dije que era importante que estos dos personajes tan reprimidos emocionalmente comenzaran la escena de sexo de forma cruda y animal. Tenían que expresar todo aquello que habían reprimido durante años". Por supuesto, lo consiguieron. Y les premiaron con el Oscar.
6 | El cuerpo del delito (1993)
Hace no mucho me encontré con Willem Dafoe y le pregunté por El cuerpo del delito. La película, en la que él hace el papel de un abogado en la lluviosa ciudad de Portland, Oregón, que defiende a una galerista/dominatrix (Madonna) acusada de un asesinato en la cama en plena faena, normalmente es considerada como poco recomendable por los que dicen saber de cine. Dafoe defendió esta película, le gustó poner el contrapunto al personaje interpretado por Madonna, pero estaba decepcionado por todo el ruido que se generó a la hora de publicitar el desnudo de la cantante. Y sobre todo, cree que Madonna y todo lo que arrastra al final supuso algo negativo para que la película consiguiera el rechazo que obtuvo.
"El momento no fue el ideal, y se presentó de forma incorrecta", dijo. "Porque era esencialmente una película de juicios a la vieja usanza, donde se cambiaban los papeles y yo hacía casi el papel de la mujer y ella el del hombre. Y al final, fue uno de esos casos donde el todo lo que rodeaba a la la película comenzó a importar más incluso que ella misma, incluso para las personas que no la habían visto".
Y es cierto, que después de verla ahora mismo, El cuerpo del delito está a la altura de otras como Melodía de seducción (1989), Instinto básico (1992), Acosada (1993), o Acoso (1994), y en general todas las películas de este tipo que vinieron más tarde (aunque pocas pueden presumir de tener frases como la que le dice Madonna a Dafoe: "¿Has visto hacer el amor a los animales, Frank?: es algo muy intenso". Tampoco son peores sus momentos sadomaso (cera en partes pudendas, bombillas rotas en la espalda) que otros que vimos en otras películas, como los protagonizados por Charlotte Rampling en El Portero de noche, por Juliette Binoche en Herida (1992), o Emmanuelle Seigner en Lunas de hiel. Pero lo único que se recuerda de El cuerpo de la evidencia es, sobre todo, su profundo sentido del ridículo ("Eso es lo que hago, Frank. Yo follo", dice Madonna en el clímax de la película).
Prueba algo que es común a todas las películas sadomaso, y a todas las películas que se toman el sexo demasiado en serio (sí, efectivamente, estamos hablando de Cincuenta sombras de Grey), y es que, a veces, todos los realizadores deben ser conscientes de que el sexo también es en su esencia algo que tiene que desprender sentido del humor.
5 | Kids (1995)
Kids estableció, en muchos sentidos, un género propio. Y lo decimos porque, gracias a dios, el género de vouyerismo sexual entre jóvenes no es precisamente muy amplio, y prácticamente se limita a las películas de Larry Clark: Bully (2001), Ken Park (2002) y Wassup Rockers (2005).
Que Kids esté grabada al estilo documental no ayuda, porque en esta historia sobre un día en la vida de unos adolescentes en Nueva York que se dedican al skate, a follar, y a drogarse y beber como cosacos, vemos de forma muy cruda cualquier desnudo o ropa interior, y el sexo entre jóvenes es cuando menos frío. No es una temática agradable, está claro (se vio muy afectada por ser declarada en EEUU para mayores de 17 años), sobre todo cuando comienza con Telly, el protagonista de 17 años (interpretado por Leo Fitzpatrick) que se autodenomina como "Cirujano de vírgenes", desvirgando a una niña de 12 años, y acaba con Casper, amigo de Telly, violando a una drogada Jennie (Chloë Sevigny) mientras duerme.
Pero es muy complicado obviar una película de este tipo. Creemos que el mundo del cine es más complejo e intelectualmente riguroso por la existencia de cosas así. Escuchemos, por ejemplo, las palabras del mismo Clark cuestionando la validez de calificaciones como la de mayores de 17 años: "Quizás es porque Kids no es una mierda sobre un mundo fantástico. Todas las películas actuales tienen una escena de sexo, con el chico tumbado, la chica sobre él, y él agarrando sus tetas... que se ve de lejos que es algo fingido y falso. Pero resulta que esas películas no son calificadas para mayores de 17 años".
"Acabo de ver Clueless (1995). Todo lo que pasa en esa película pasa en la mía. Es sobre una colegiala adolescente que quiere perder la virginidad. Fuman porros y beben, e incluso hay una escena en la que la protagonista se marcha de una fiesta caminando sobre cuerpos y gente que vomita en la piscina. Muchas de esas cosas se parecen a otras que pasan en Kids, pero hechas de forma mucho más estúpida, y a todo el mundo les parecen divertidas porque todo es bonito. Nadie pone una película así a la altura de las mía. La gente dice que Kids es deprimente. Y yo creo que algo tan falso como Clueless sí que es realmente deprimente".
Y que queréis que os digamos, el tipo tiene mucha razón.
4 | Casino Royale (2006)
Sí, has leído bien. Casino Royale. Piénsalo. La mejor escena sublimada de sexo en la historia del cine. Mejor que el tren en el túnel en Con la muerte en los talones (1959). Mejor que la partida de ajedrez en El caso Thomas Crown (1968). Aquí vemos a Bond (Daniel Craig), apenas consciente, arrastrado a las entrañas oxidadas de un buque y dentro de una sala de tortura. Desnudo y atado, 007 es sentado en una silla sin asiento, donde sus pelotas quedan colgando.
Le Chiffre (Mads Mikkelsen), un tipo que financia acciones terroristas que está desesperado por recuperar su dinero, golpea con una cadena repetidamente las bolas de Bond, mientras le tira piropos del tipo: "Ya veo que cuidas mucho tu cuerpo". Y sí, ya habíamos visto algo parecido en la saga de 007. Goldfinger (Gert Fröbe) había pensado chamuscar la entrepierna de Bond (Sean Connery) en la película de 1964. Pero esto es diferente. Es hacer explícito todo lo que estaba implícito, durante todos esos años, en la leyenda de Bond. Toda esa fama de llevarse a cientos de mujeres a la cama.
Las antagónicas y definitorias relaciones con los villanos masculinos versus las insignificantes aventuras femeninas. Aquí está, finalmente, en Casino Royale. Es homoerótica escrita a lo grande. Una escena de tortura sadomaso que no estaría fuera de lugar en Cincuenta sombras. Control y sumisión. Le Chiffre tiene a su hombre. Y Bond tiene sus pelotas (casi literalmente) destruidas.
La escena funcionó tan bien, al abrir el mundo gay de Bond, que fue revisitada en Skyfall (2012), cuando Bond es atacado una vez más por su enemigo Raoul Silva (Javier Bardem), que ronronea, "Siempre hay una primera vez". A lo que Bond sonríe y responde: "¿Qué te hace pensar que es mi primera vez?" Silva jadea, "¡Oh, Sr. Bond!" Una pasada.
3 | Team America: La policía del mundo (2004)
El sexo es diversión. Todos lo sabemos. Cualquiera que lo haya practicado lo sabe. Cualquiera que haya dicho alguna estupidez mientras follaba y se murió de la risa lo sabe. Pero, ¿qué pasa en el cine? Pues que no es siempre así. Y los peores son los que intentan poner cara de intensidad eliminando la más mínima posibilidad de humor, Sharon Stone y William Baldwin en Acosada, que echan un polvo salvaje contra un muro, son un buen ejemplo (psicológicamente no están ni cerca del coito, a menos de que el pene de él sea capaz de penetrarla a través de su vestido negro, algo así como sobre la quinta vértebra lumbar). Otro caso así es Instinto básico ("¿Has follado alguna vez puesto de coca, Nick?". No, Sharon, más bien trato con cervezas y kebabs), y todo el metraje de Showgirls (1995). Y no, contrariamente al deseo de la crítica, Showgirlsnunca intentó ser divertida. Su director, Paul Verhoeven, siempre ha dicho que intentó que fuera "una película rodada de forma bella y elegante".
Así que tenemos que dar gracias por una película como Team America: La policía del mundo. Esta película de acción protagonizada por marionetas llegó justo a tiempo, en 2004, cuando el mundo del cine todavía estaba debatiendo sobre el sexo extremo de Irreversible, el sexo real de 9 Songs y la escena sexual de la que hemos hablado antes de Monster's Ball, que encima ganó el Oscar. Team America se cagó en todo eso. Literalmente (la escena sexual central sin cortes incluye un acto extremo de humor escatológico). Y ya sabías que una escena de sexo iba a ser especial si comenzaba con esta frase: "Los gorilas lo mataron a golpes antes de que los guardianes del zoológico pudieran gasearlos a todos. Mi actuación provocó la muerte de mi hermano, y tengo que vivir con eso cada día".
El actor es Gary (interpretado por el director Parker), y su amante es la brillante psicóloga Lisa (Kristen Miller). La escena de sexo tras esa maravillosa frase dura 70 segundos, y es una verdadera locura no adulterada y conmovedora que consigue que no pudiéramos ver todas las escenas de sexo que vinieron más tarde sin al menos sonreír, por muy sórdidas y serias que fueran. Esos dedos paseando por los abdominales, y esa escena de perfil con las ventanas abiertas y las cortinas ondulando, simplemente brillante e hilarante. La canción que suena de fondo es puro glam metal ochentero (es de hecho una parodia de alguna canción de Aerosmith, llamada "Only a woman"). Y las posturas cada vez más ridículas y risibles (algo que obviamente se acrecienta debido a que los protagonistas son marionetas). Todo es sencillamente lo más gracioso que hemos visto en una pantalla mezclando sexo con humor.
Quizá no sea coincidencia que a partir de esta película, prácticamente desaparecieran las escenas de sexo serio y tenso en Hollywood por completo, y que los dos años siguientes lo único que nos llegó desde los estudios de la soleada California fueran comedias de bromance (Virgen a los 40, Lío embarazoso, Supersalidos, etc), es decir, películas cuya premisa principal era el inherente sentido del humor que conlleva el sexo y el deseo carnal.
2 | Shame (2011)
Shame marcó el momento en que todo colisionó. El cine arte, el toque sadomaso, la escena sexual digna de un Oscar, el bombo publicitario perfecto para hacer ruido dentro del cine comercial. Todo ello lo podemos encontrar en Shame, una historia oscura y convincente sobre el apetito de un hombre cada vez más insaciable por la satisfacción sexual y la aniquilación emocional. Y sí, por la forma de dirigir de Steve McQueen y de interpretar de Michael Fassbender, la película no es precisamente un festival del humor. Se nos ocurre que Shame tendría un reflejo claro en un universo cinematográfico alternativo, que se podría llamar El mujeriego, y que presenta exactamente los mismos personajes, trama y ubicación, pero se graba principalmente a la luz del día, con KT Tunstall encargada de la banda sonora, y protagonizada por Ben Stiller. Y sí, sería una película muy muy graciosa.
Pero Shame es mucho más que eso. Es una película sombría y seria que alcanza y busca la grandeza, y trata, y confía en poder hablar sobre la sexualización dominante y opresiva de la cultura en la que vivimos hoy. Enfrenta a Brandon, el antihéroe interpretado por Fassbender, a una serie de escenarios sexuales contemporáneos: desde el benigno (el porno en Internet) hasta el ligeramente excéntrico (el bar gay fetichista al que sigue un trío con prostitutas), hasta que lo vemos desmoronarse del todo cuando tiene que enfrentarse con las tareas sexuales aparentemente más simples, es decir, experimentar un encuentro físico con una mujer que le gusta, y de la que de hecho se podría enamorar. Trágico.
Algo que ayudó mucho al éxito de esta película (que fue calificada para mayores de 17 años, algo que a los responsables no les importó, al revés, hasta lo celebraron), fue que su protagonista, el atractivo e interesante Fassbender, fue percibido por aquel entonces (y posiblemente todavía se le ve así) como un tipo con el que te puedes cruzar por la calle sin muchos problemas: uno de esos hombres sin relaciones largas en su pasado, pero con un buen puñado de ex novias, e incluso con una orden de alejamiento por parte de una de ellas (la actriz Sunawin Andrews). Está claro que su elección para protagonizar la película fue un rotundo éxito, ya que nadie parecía mejor para encarnar a un personaje como Brandon.
Le pregunté sobre esto cuando lo conocí, sobre la interacción entre Brandon y Fassbender, y esto es lo que me dijo. "La gente no me conoce. Pero cuando no tienes un comportamiento normativo socialmente aceptable, donde no estás casado en un cierto momento de tu vida, la gente siempre va a llenar los espacios en blanco. ¿Era Brandon un personaje que estaba relacionado conmigo, o catártico para mí? Es algo que no me importa. Yo puse de mi parte, Steve hizo lo mismo, y todos los involucrados contribuyeron. A partir de ahí, es algo que está fuera de mi control. Sé cómo es mi vida personal, y gracias a Dios no tengo que atravesar el encarcelamiento que supone una vida como la de Brandon".
1 | El forajido (1943)
Hemos elegido esta película porque había que comenzar por algún sitio. Y no, no vamos a hablar de los sugerentes (por lo menos para la época) números musicales de Busby Berkeley, o la pierna de Claudette Colbert en Sucedió una noche (1934), y el casi topless de Fay Wray en King Kong (1933). Creemos que El forajido es la película que, más que cualquier otra, no tiene que ser cuidadosa con las formas ni tiene que ocultar nada (porque, ¿qué es King Kong más allá de una fantasía sexual interracial?), y que encarna perfectamente todo lo que hemos querido expresar con este ranking.
Estamos ante la Instinto Básico o la Shame de su época. En principio, bajo la fetichista mirada del millonario director Howard Hughes, cuenta la historia de Billy el Niño (Jack Buetel, un mediocre actor) y Doc Holliday (Walter Huston, al que se le nota aburrido), pero realmente trata sobre las desventuras de la otra parte del equipo, la explosiva Rio McDonald (Jane Russell). Russell, que por aquel entonces era una joven estrella conocida solo por su tremenda belleza, fue el centro de atención de todo lo relacionado con la película, desde la cámara obsesionada con sus pechos hasta la campaña de mercadotecnia para promocionarla. "¿Cuáles son las dos razones por las Jane Russell ha llegado a ser una estrella?" decía el obsceno y francamente ordinario eslogan de la película.
Por ser tan obviamente sucia, la película, que terminó de rodarse en 1941, se quedó en el limbo durante cinco años, yendo desde la distribuidora a las tijeras de los censores, encargados de mantener la decencia pública, y de vuelta a la compañía cinematográfica. En 1943 se entrenó brevemente, volviendo al limbo nuevamente, para convertirse finalmente en un gran éxito en 1946.
La razón de ser de El forajido, como sin duda nos hubiera contado Howard Hughes, es la representación de Russell, que aparece por primera vez tras 21 minutos de película cubierta hasta el cuello con un modesto top negro, y a partir de ahí, cada vez que la cámara la enfoca irá mostrando todo tipo de poses lascivas, hasta que finalmente, amordazada y atada en un en un agujero repleto de agua en medio del desierto, se la puede ver de arriba abajo con detalle, para deleite de la audiencia (masculina), brazos en alto y con su cuerpo bellamente iluminado por Gregg Toland, (Ciudadano Kane(1941), Las uvas de la ira (1940), etc), uno de los mejores directores de fotografía de la historia del cine. El forajido supuso la primera vez que una película, al completo, transmitía un solo mensaje para la audiencia masculina que veía lascivamente el film. El mensaje estaba claro: “Fóllame”. El resto es historia.
Vía: Esquire UK