Empezaron a besarse. Él comenzaba a excitarse. Ella, no; y aunque sentía una vibración recorrer su entrepierna, era consciente de que le estaba costando trabajo lubricar. En su mente aparecían los pensamientos de “¿Y hasta cuándo se le ocurrirá a mi cuerpo excitarse?”, “¿Por qué no estoy lubricando?”, “¿Qué pensará él…?” antes que prestarle atención a los besos o las caricias. Y mientras más se agobiaba por no lubricar, menos lubricaba… Estuvo a punto de decirle a su pareja que mejor pararan, que simplemente su cuerpo no estaba para la labor del deseo; pero en su lugar, tomó la decisión utilizar una técnica de meditación mindfulnesspara enfocarse en los besos: en el contacto de sus labios con los suyos, el sabor de su lengua acariciando la suya con tan sólo la punta, el cosquilleo de sus dedos palpando el resto de su piel. Sólo así se dio cuenta que comenzaba a excitarse, a sentirse inundada y deseante. Pero… ¿qué hacer si esa dinámica se repite hasta convertirse en una cotidianidad, tanto que el sexo se vuelve realmente malo o aburrido…?
Para encontrar una posible solución, habrá que contemplar las posibles causas de esa decepción sexual; las cuales pueden llegar a ser:
Individuales
Es decir que pueden estar relacionadas con ciertas ideas culturales propias como que “el sexo sin amor es pecado” o que “si una mujer goza de su sexualidad es una ‘golfa’”; la inminente vergüenza ante un cuerpo desnudo o ante un performance que pueda ser considerado… aburrido; el desconocimiento tanto del cuerpo de uno mismo como de aquello que causa placer erótico –y por tanto, la incapacidad de poderlo comunicar a la pareja–, y finalmente enfermedades físicas –como una gripa o diarrea–, estrés crónico, trastornos psicológicos o sexuales que impactan a nivel biopsicosocial, desde que no se siente deseo sexual o el orgasmo y la eyaculación se retardan o aparecen más pronto que lo esperado. De alguna manera, estos son factores que realmente pueden llegar a inhibir no sólo el placer, también la salud sexual de una persona y su pareja.
De pareja
Estas causas están enfocadas en una sensación de desconfianza hacia la pareja –por miedo a la infidelidad/desealtad, a su burla o displacer–; de una lucha de poder entre ambos miembros relacionada con la angustia de perder el control ante el otro; y problemas de comunicación tanto para transmitir mensajes como para informar de manera asertiva y empática. En estos casos, los conflictos sexuales suelen asociarse con la incapacidad de sentirse cercanos y en intimidad como pareja.
Puede llegar a sorprender, pero hay un sin número de pareja en terapia debido a estos factores que detrimentan poco a poco el vínculo. Me viene a la mente el caso de una chica que al hacerlo con su pareja, evitaba llegar al orgasmo pues tenía miedo a perder el control sobre ella misma –como si de esa manera le cediera el poder a compañero y perdiera su autonomía. También, otros tantos relacionados con entre quejas de sexo insatisfactorio y problemas de comunicación –e incluso, confianza– en la pareja.
La realidad es que después de realizar un breve análisis del por qué se sufre de un mal sexo con una pareja a la que se tiene en fuerte estima, es viable considerar algunas soluciones que van desde aumentar el número de autoerotismo hasta sexo sin penetración. A continuación te compartimos algunas opciones:
Fomentar el autoconocimiento y autoerotismo. Al ir conociendo el cuerpo y sus reacciones a las caricias, es más fácil poderlo transmitir a la pareja; lo cual permite no sólo evitar que se finja un orgasmo a la When Sally Met Harry (1981), también el otro aprende a reconocer aquel cuerpo del deseo.
Reconocer que la comunicación y la educación mutua son elementos básicos del sexo. No hay que olvidar que cada pareja tiene su propia dinámica tanto emocional como sexual, por lo que a la hora de estar ahí no importa tanto las experiencias acumuladas con el paso de los años, sino aquella confianza que surge desde la intimidad como vínculo. Aún si se trata de dar clases de anatomía en pleno momento, pidiendo según qué caricias en qué zonas muy específicas –y por ello es indispensable conocer el cuerpo y sus nombres–.
Recordar que existen diferentes actividades eróticas que no incluyen penetración. Si bien todo depende de las necesidades de la pareja, hay que recordar que el erotismo no es sólo sexo a secas. Existen otras actividades que incrementan el deseo y pueden fortalecer la dinámica de la sexualidad; tales como besos, caricias y toqueteos sin llegar a la penetración, compartir fantasías y en caso de ser posible llevarlas a cabo, practicar el sexting –seguro– con la pareja, variar de posiciones e incluso consumir pornografía juntos, etcétera…
Fuente: Vogue