CNN informa que a medida que se revelan detalles sobre el sospechoso de dispararle a ocho personas en los spas del área de Atlanta, ha resurgido el controvertido concepto de la adicción al sexo.
La policía local dijo a los reporteros que el sospechoso del tiroteo, Robert Aaron Long, “dio señales de que tiene algunos problemas, potencialmente adicción sexual, y pudo haber frecuentado algunos de estos lugares en el pasado». Las autoridades también informaron que Long había sido expulsado recientemente de la casa de su familia debido a su adicción al sexo, que incluía ver pornografía con regularidad durante horas. Antiguos compañeros de habitación del lugar de rehabilitación de Long dijeron que recibía tratamiento por adicción sexual, algo por lo que estaba perturbado.
Pero a pesar de la aceptación social del término –y el patrón de asesinos que lo reclaman como motivo de sus crímenes–, la adicción al sexo no es un diagnóstico psiquiátrico aceptado.
Esto se debe a que el «estándar en términos de cómo pensamos en la adicción» está determinado por cómo las sustancias, los comportamientos o las actividades desencadenan ciertos receptores y respuestas cerebrales, dijo el Dr. Ziv Cohen, psiquiatra forense y clínico y profesor clínico adjunto de psiquiatría en la Universidad de Columbia. Se trata de una evidencia neurobiológica de adicción, algo que los investigadores han observado en personas que juegan (ludopatía) o consumen drogas o alcohol, pero no generalmente en personas que se han identificado como adictas al sexo o la pornografía.
Por esta razón, la adicción al sexo ha sido previamente rechazada para su inclusión en el Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM) de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés), el manual utilizado por los profesionales de la salud como guía autorizada para el diagnóstico de trastornos mentales. Las personas sí reciben tratamiento o buscan apoyo para este problema, pero según los expertos hay otros factores a considerar.
Otras razones por las que la ‘adicción al sexo’ no es una adicción
Los síntomas de las adicciones incluyen «control deficiente sobre el comportamiento, deterioro en el aspecto social, … ponerse en peligro a pesar de los claros riesgos físicos y de otro tipo para el individuo, y el desarrollo de, en el caso de las sustancias, tolerancia y abstinencia», explicó el Dr. Paul Appelbaum, presidente de la Comisión Directiva del DSM en la APA y profesor de psiquiatría en la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York.
Los psiquiatras también dudan en caracterizar niveles o tipos de sexualidad como patológicos.
«La psiquiatría estadounidense, durante muchos años, consideró la homosexualidad como una enfermedad psiquiátrica», afirmó Cohen. «Hay un legado de eso, un legado muy doloroso».
En segundo lugar, hay muchas personas «que cuentan con una sexualidad saludable y se sienten culpables o avergonzadas de la sexualidad normal», agregó Cohen. «Existe la preocupación de que si dices que hay algo llamado ‘adicción al sexo’, muchas personas que realmente no la tienen comenzarán a pensar que su propia sexualidad, sus impulsos sexuales, no son saludables».
Además, es difícil saber «dónde trazar la línea divisoria entre impulsos sexuales saludables y no saludables», señaló Cohen. Los impulsos sexuales que violan los derechos de otras personas son fáciles de clasificar como patológicos. «Pero si simplemente estás diciendo que tienes un gran impulso sexual, lo que te lleva a ver mucha pornografía o pagar por sexo, es más difícil etiquetarlo intrínsecamente como patológico porque no involucra violar los derechos de los demás».
Diagnosticar y tratar problemas relacionados con el sexo
La ilegitimidad clínica de la adicción al sexo no significa, sin embargo, que los problemas personales de las personas con el sexo no sean reales. La actividad cerebral no es la única forma en que los profesionales de salud mental identifican y diagnostican los trastornos. También se debe considerar si los síntomas de una persona interfieren con la capacidad de funcionar en varios aspectos de la vida.
Los defensores de tratar la adicción al sexo como un trastorno legítimo «dirían, ‘tenemos angustia subjetiva y deterioro funcional en personas con adicción al sexo, y por lo tanto debería ser un diagnóstico'», comentó Cohen. «Hay médicos que tratan la adicción al sexo, aunque no es un diagnóstico oficial. Así que eso puede parecer un poco confuso».
Sex Addicts Anonymous es un programa de recuperación de 12 pasos que no proporciona experiencia científica o clínica y, por lo tanto, no se involucra en discusiones clínicas «sobre si la adicción al sexo es una adicción o no», indicó Phillip, gerente del programa de información pública en la Organización de Servicio Internacional de SAA, Inc., en Houston. «Puedo decirles, sin embargo, por nuestra experiencia, que definitivamente podemos decir que para nosotros, la adicción al sexo existe».
Lo que parece una adicción al sexo podría ser hipersexualidad, que a veces es un síntoma del trastorno bipolar o trastornos en el control de impulsos, dijo Cohen.
«En el trastorno bipolar, cuando tienes un episodio maníaco, tiendes a ser muy hiperactivo, tienes mucha energía, te vuelves muy hedonista, buscas placer», explicó. «Las personas maníacas a menudo terminan volviéndose muy impulsivas sexualmente».
Las personas que sienten impulsos sexuales normales pero no están satisfechas con las actividades sexuales y, por lo tanto, no pueden detenerse, exhibirían comportamientos sexuales compulsivos, que podrían estar en el espectro del trastorno obsesivo compulsivo, destacó Cohen.
El factor más sólido para identificarse como adicto al sexo proviene de un trasfondo religioso conservador «donde se promueven reglas muy rígidas, heteronormativas y centradas en la monogamia sobre la sexualidad», dijo David J. Ley, psicólogo clínico y autor del libro ‘El mito de la adicción al sexo’.
«A través del mundo sexual en el que vivimos, estas personas … no están preparadas para manejar estos deseos sexuales que surgen en ellos y la oportunidad de perseguirlos. Y por eso se odian a sí mismos por tener estos deseos sexuales».
Suprimir esos deseos puede hacer que los sentimientos sean más poderosos y más difíciles de evitar, agregó Ley, incluso si no se elevan al nivel de un trastorno mental.
«La gente lucha contra estos problemas», afirmó Ley. «Pero es realmente importante para nosotros entender por qué luchan contra esto y por qué algunas personas luchan y otros no, para que podamos ayudar a estas personas».