Con una industria del streaming saturada, las distintas plataformas han tenido que buscar propuestas cada vez más originales, e incluso temerarias, para hacerse con la atención del público. En el caso de Netflix, su as bajo la manga parece ocultarse en las docuseries criminales, siendo Tiger King la nueva joya de su corona gracias a sus altísismos niveles de excentricidad que corroboran, en caso de que alguien aún lo dude, que la realidad supera con creces a la ficción.
La historia nos introduce como todo un escaparate de personajes extravagantes que coinciden en su pasión por los animales salvajes. Es así como conocemos a Joseph Allen Maldonado-Passage, mejor conocido como Joe Exotic, un aspirante a cantante de música country, polígamo homosexual, aficionado a las armas y los explosivos, y director de un zoológico de carretera en Oklahoma que tiene al tigre como su especie estelar.
Un hombre cuyo estilo de vida posee un enorme potencial narrativo por sí solo, el cual se potencia aún más cuando inicia su disputa con Carole Baskin, activista decidida a cerrar su negocio. Esto inicia un enfrentamiento directo entre ambas partes que va elevando su intensidad hasta alcanzar giros que serían envidiados por cualquier guionista profesional.
En casi cualquier otra situación, Tiger King no sería más que televisión basura y un placer excesivamente culpable, pero en manos de Rebecca Chaiklin y Eric Goode resulta un auténtico juego de estrategias fusionado con un teatro de lo absurdo. Una mezcla improbable que nos adentra en los rincones más profundos e inexplorados de los Estados Unidos, o lo que muchos conocen como la América profunda, para conocer de primera mano a sus habitantes, así como sus figuras, sus banales ambiciones y su alocada ideología. Elementos que han convertido al país de las barras y las estrellas en una de las naciones más peculiares del mundo, así como una de las más violentas con una franca cultura del odio y la incomprensión.
Destaca además que el proyecto no está diseñado para juzgar a su personaje titular, sino para deconstruirlo y visualizar los elementos que permitieron su enorme popularidad. Por un lado, su carismática personalidad que hace casi imposible no sentir un mínimo de empatía hasta en sus momentos más oscuros; por el otro, sus felinos que representan los sueños de poder de una comunidad tan marginada como ansiosa por ascender en la escala social, en muchos casos a como dé lugar.
Estas cualidades no son suficientes para decir que Tiger King sea un proyecto completamente redondo, pues su exploración de personajes prioriza tanto el sensacionalismo que por momentos parece acercarse más al exploitation que al documental. Un fallo para los puristas del género, pero perdonable cuando se es consciente que su objetivo es informar y divertir por igual a partir de una figura tan polémica que difícilmente podría ser abordada desde otros ángulos.
Un proyecto tan hipnótico como adictivo que bien podría redefinir el rumbo de Netflix y convertirle en uno de sus elementos diferenciadores en la aguerrida lucha por el dominio del streaming.
Fuente: Cinepremiere
