Yolanda era la ficha amarilla, la niña del grupo que llevaba la música impresa en los genes; Tino cantaba muy bien, y aunque el director artístico de Discos Belter se despachó con un "lástima que sea tan feo el cabrón" durante la audición, le enfundaron el traje rojo. A Óscar, un renacuajo guaperas de melena, le correspondió el azul; mientras que a Gema, la única que entró en la banda infantil a través de un casting, se le borró la inseguridad de su cuerpo cuando le dieron la ficha verde. El último, el dado, fue David, un niño bailón y rubito que vestía de blanco o negro según las necesidades de la actuación.
Aquellos cinco niños fueron los integrantes primerizos de Parchís, un grupo musical creado en 1979 al amparo de la discográfica Belter, que por aquel entonces gestionaba los derechos de Lola Flores, Carmen Sevilla o Juanito Valderrama, tras hacer un llamamiento con anuncios en los periódicos. Más bien fue un experimento marketiniano de gran éxito, con 20 discos —vendieron 14 millones de copias— y siete películas a sus espaldas, con macroconciertos internacionales en sedes como el Madison Square Garden de Nueva York o el Estadio Azteca de Ciudad de México.
En sus 108 minutos de metraje, la cinta realiza una radiografía de los años que marcaron las vidas de Yolanda, David, Tino, Gemma y Frank. Lo hace de la mano de los testimonios de sus protagonistas, que se ponen de nuevo ante las cámaras cuarenta años después de la formación de la banda, y de figuras clave en su trayectoria como sus padres, managers, productores, tutores y todos aquellos que participaron de alguna forma en un éxito que, como todos a este nivel, tiene sus luces y sus sombras.
Bajo la batuta de Daniel Arasanz y la voz de las 'fichas' de un tablero que fueron manejadas por todos a su alrededor, Parchís: el documental nos demuestra que el mundo discográfico no ha cambiado tanto en cuatro décadas. Un relato directo e interesante no solo para los que se dejaron arrastrar por sus melodías pegadizas en plena niñez, sino también para los que por edad no saben de ellos más allá de su Cumpleaños feliz.
La película pasea cronológicamente por sus 6 años de boom mundial, que arrancaron con un anuncio en los periódicos que buscaba niños para formar una banda infantil. Lo que en principio iban a ser 3 o 4 meses de grabación de un único disco y la aparición en un programa de televisión derivó en una carrera de 20 álbumes, 7 películas y millones de fans en España y Latinoamérica.
Pero el gran atractivo del documental no reside en conocer el alcance del fenómeno, sino en descubrir los secretos ocultos que se esconden detrás de un proyecto que movió masas y las reflexiones de los que lo vivieron en primera persona. Las voces que había detrás de sus canciones, los cambios de 'fichas', el papel de los padres y la estafa de los que manejaron todos los hilos son algunos de los temas que se abordan en Parchís: el documental y de los que recogemos los más reveladores:
Tino, de estar en duda a ser la estrella de Parchís
"Que fueran guapos y supieran bailar" eran los dos requisitos indispensables que Discos Belter exigió en la formación de Parchís. Yolanda, David, Gemma y el pequeño Òscar entraron por los ojos de los directivos, pero no tanto Tino. "Canta bien el tío, lástima que sea tan feo el cabrón", dice el protagonista que escuchó a través de la puerta tras su casting.
Pese a ese escollo inicial, el mayor de la banda acabó no solo siendo el favorito de los fans, sino también el "protegido" de la discográfica. Así lo relatan sus propios compañeros, que vieron con recelo cómo la 'ficha roja' consiguió hacerse con una posición destacada dentro del sello.
Cantantes adultas prestaron sus voces para los discos
Son muchos los que han entonado a lo largo de su vida alguno de los grandes éxitos de Parchís, pero no todos conocen lo que se esconde tras esas voces. Tal como cuenta el productor y arreglista de la banda Josep Llobell, "no todos los componentes cantaban bien", por lo que tuvieron que hacer uso de otros recursos.
"Los más pequeñines -David y Òscar- siempre iban detrás del micro", relata, y las voces de Tino, Yolanda y Gemma se veían acompañadas de otras a las que no ponemos cara. "Grababan ellos, doblábamos voces y lo que fuera, y después venía gente ya profesional, chicas que podían hacer voces de niño, y no se notaba". Pese a ello, el productor insiste en que los timbres de los componentes reales "siempre estaban ahí".
Desatención y explotación en las giras internacionales
El salto de Parchís a Argentina lo cambió todo. No solo dejaron de asistir a la escuela por motivos evidentes, sino que sus vidas se convirtieron en algo muy diferente a lo adecuado para niños de sus edades. "De pequeña no te das cuenta, pero hubo un poco de desmadre. No había nadie que nos vigilara", cuentan Gemma y Yolanda, fichas verde y amarilla, respectivamente.
El 'juego de niños' que era antes del boom se convirtió en un trabajo de jornadas maratonianas. "Grabábamos la película por la mañana, y hacíamos dos sesiones de circo por la tarde durante prácticamente un mes", recuerda Òscar, la primera ficha azul. Mientras, al otro lado del charco, sus padres se conformaban con una llamada a la semana a uno de ellos, que se encargaba de dar el 'parte' a los demás. "Con tus padres hablabas una vez al mes", apunta Yolanda.
Fuente: El Español