Diez consejos para ir asimilando nuestra propia muerte

Por  Staff Puebla On Line | Publicado el 01-11-2018

Lo creas o no, hay gente acostumbrada a hablar de la muerte. No solo de la de los demás, también de la suya. No solo porque hayan vivido la marcha de un amigo o familiar, también porque quieren aprender a afrontar las que vengan. Porque vendrán. Es una realidad que debemos encarar tarde o temprano, y hoy tal vez es la fecha más oportuna: todos vamos a morir. ¿Recuerdas 'Coco' y su homenaje a la cultura mexicana en torno al Día de los Muertos? Plantéatelo así. Es una excusa para charlar de un tema tabú con la mayor curiosidad y espontaneidad posible. 

Michael Hebb sabe de ello. Ahora tiene 42 años, pero perdió a su padre a los 13, y eso dejó un profundo vacío en su familia que se prolongó durante años por su incapacidad para aceptarlo. Hoy es el autor del libro 'Let’s Talk About Death Over Dinner' e impulsor de la organización del mismo nombre, que organiza cenas informales con desconocidos para precisamente eso. Para conversar sobre la muerte. Ya se han celebrado más de 200.000 alrededor del mundo. El estadounidense ha charlado con The Guardian y ambos han dedicado tiempo y espacio a varias ideas que pueden ayudarnos a afrontar la pérdida. Que no te dé yuyu. Piérdele el miedo a hablar de la última marcha.

1. Recuerda: tú también vas a morir

Es el primer paso. En una sociedad que idolatra la juventud y que rehúye la muerte, es lógico que rechaces la realidad de que no te vas a quedar aquí para siempre. Pero no es así. Recuérdalo: tú también vas a morir. Según Hebbs, es lo que algunos científicos llaman sesgo de confirmación: negamos nuestra propia mortalidad y nos engañamos con que nunca sucederá, algo más habitual en quienes no han perdido a nadie cercano. Quitarte esta tirita te ayudará a plantear la conversación.

2. Habla de ello ahora, no pasa nada

Hay quien piensa que es un tema cortarrollos, y lo entendemos perfectamente. A nadie le apetece hablar de sus inquietudes respecto a la muerte cuando está en una cena con unos amigos, pero tal vez deberíamos empezar a hacerlo. También hay quien no se lo plantea hasta que lo vive cerca, y eso puede interferir en su duelo. Cuanto antes hablemos de ello, mejor. Naturalizar las charlas en torno a la muerte nos permitirá encajarlas mejor cuando sucedan.

3. Lo de morir solo no es cierto

Hebb también cuestiona esa idea de que cada uno nos enfrentamos solos a nuestra propia muerte. Está claro que no es una falsa creencia, nadie nos acompaña en ese momento final, pero estar presente en los últimos días de, por ejemplo, un enfermo terminal es saludable, incluso aunque no sepamos cómo ponerlo en palabras. Debemos aprender a controlar el impulso de huir cuando alguien está a punto de marcharse; quienes lo hacen, sufren un duelo más prolongado.

4. No rehúyas la "burocracia"

Otro efecto de esta inhabilidad para hablar sobre la muerte es la incapacidad para poner en orden los asuntos más "terrenales" que implica. Exacto, nos referimos a cuestiones como el testamento o los arreglos del funeral. No solo es recomendable enfrentarse a ello cuanto antes de forma burocrática, sino conversar con nuestra familia y nuestros amigos sobre cómo nos gustaría que fuera. Te quitarás el papeleo de encima y fomentarás la naturalidad sobre el tema entre los tuyos.

5. Charla con los niños (si ellos quieren)

Esta situación la vivirás en algún momento si tienes hijos o sobrinos pequeños. Cuando suceda una muerte cercana, o incluso en una película, te preguntarán qué ha pasado, con dudas que probablemente tú nunca te has planteado. Al menos desde que tenías su edad. Intenta solventar su curiosidad con toda la naturalidad posible, algo que además creará un vínculo de confianza muy profundo entre vosotros. Recuerda, eso sí, no forzar la maquinaria. Siempre a su ritmo.

6. Y con personas que están en duelo

De entre las formas en las que huimos de la muerte, esta es una de las más usuales. Somos incapaces de hablar de ello con personas que lo acaban de sufrir, y eso a veces genera un distanciamiento difícil de reconciliar. Según afirma Hebbs, muchos padres que han perdido a sus hijos sufren una pérdida extra, la de los amigos que desaparecen. Puede ser triste, puede ser incómodo, pero debes aprender a acompañar a las personas cercanas que están en duelo.

7. La fe no lo es todo

La religión forma parte de las estrategias personales para afrontar eventos vitales, tanto positivos como negativos, y la muerte es uno de ellos. Está claro que el respeto a la fe de quienes se enfrentan a ello debe ser una máxima, pero merece la pena recordar que esto no nos libra del dolor ni del duelo. Te interesará sobre todo, si tú eres creyente; charlar sobre ello y naturalizarlo también te ayudará a ti. Creas en Dios o no, la marcha de un ser querido siempre será dolorosa.

8. Cuidar de alguien es duro

En muchas ocasiones, la muerte viene precedida de un período de cuidados que recae en los familiares y amigos, y en torno a esto también se han establecido estereotipos y tabús. La persona que sufre no lo hace solo por si situación, sino por suponer una carga, y las personas que cuidan deben convertirse en enfermeros perfectos. Debemos aprender a aligerar también esos roles. Ambos son libres de hablar de sus miedos, frustraciones y resentimientos.

9. No lo dejes en manos de los médicos

Otro de los errores en que caemos a la hora de afrontar la muerte es el de “aseptizarla”, creer que es simplemente un fenómeno clínico del que se deben ocupar los doctores. También es un recurso para esquivarla, para evitar implicarnos sentimental. Y no es así. La muerte también es emocional, desde luego, afecta a nuestra forma de enfrentarnos a la vida de muy diferentes maneras. Por ello es tan importante estar presente cuando ocurre y perderle el miedo a involucrarnos en ella.

10. Respeta el duelo de los demás

Por último, nos enfrentamos a los momentos posteriores: el luto, el duelo. Los expertos aseguran que cuando alguien pierde a un ser querido, atraviesa por diferentes etapas de efervescencia emocional, y lo peor que puedes hacer es intentar huir de ellas. O animar a que lo hagan los demás. Hablamos tanto de tu proceso del aceptación como del de aquellos que te rodean. El duelo es libre e imprevisible, y debemos respetarlo venga como venga; en algunos casos, con ayuda especializada.

Fuente: GQ

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