La Jornada dio a conocer que la pintura Diego y yo, de Frida Kahlo, rompió un récord de venta para la artista mexicana en la subasta de Sotheby’s en Nueva York, al alcanzar un precio de 34.9 millones de dólares. Se trató de una tarde dedicada al arte moderno, con “titanes” como Monet, Picasso, Calder, Magritte y O’Keeffe.
La estrella de la noche fue la “obra maestra” que Kahlo realizó en 1949, “uno de los últimos y más importantes autorretratos”. En 2016 la marca previa fue establecida en 8 millones de dólares.
Se convierte en la obra latinoamericana más cara en todas las subastas realizadas a la fecha. Supera a Los rivales, de Diego Rivera.
La pintura muestra el rostro de Kahlo con un tercer ojo en el que representa a Diego Rivera, su compañero de vida.
El cuadro ha sido analizado como símbolo de la relación de la artista con su esposo. Se inscribe en la etapa de los años finales de la artista, en que “era plenamente consciente de que, a pesar de haber alcanzado autonomía creativa, su cuerpo y su salud estaban en decadencia”.
Sotheby’s resaltó en el catálogo la frase “Yo no pinto sueños o pesadillas. Pinto mi propia realidad”. El autorretato fue un género recurrente en Frida Kahlo desde los años 20, que mantuvo hasta su muerte en 1954. No fue una simple representación corporal, sino una expresión de un discurso visual sobre contextos culturales y políticos que rodeaban a Frida Kahlo.
“En la década de los 40 Frida Kahlo deja de lado la sofisticación intelectual de las alusiones simbólicas y centra su atención en la pintura realista con un lenguaje visual extremadamente veraz. Cuando se comparan los autorretratos de los años 30 con los de los 40, es notable el avance de Kahlo en su crecimiento intelectual y en la descripción de sus posiciones ideológicas como artista”, expuso el catálogo.
La obra fue adquirida directamente a la artista por Sam Williams y Florence Arquine, a quienes les fue dedicada en el reverso del lienzo la inscripción “Para Florence y Sam con el amor de Frida. Junio, 1949” por la propia Kahlo. La casa de subastas informó que la pintura pertenece a una colección privada.
La subasta que inició a las 7 de la noche en Nueva York ofreció obras que arte que “capturan el espíritu de artistas de todo el mundo que a fines del siglo XIX y principios del XX se atrevieron a desafiar las normas establecidas de la práctica artística para crear una nueva visión y completamente moderna del arte”.
La venta del retrato de Kahlo estuvo precedido por un cuadro de la surrealista Leonora Carrington y la subasta continuó con otro de Remedios Varo, en un desfile de arte de mujeres surrealistas en México.
Un retrato de Pierre-Auguste Renoir también fue mencionado por la subastadora como una de las obras más destacadas. Titulado Jeune fille à la corbeille de fleurs (Niña con canasta de flores) marca un paradigma del artista del impresionismo y el mejor ejemplo que ha salido al mercado en décadas, realizado en el mismo año que el lienzo de Kahlo.
El trabajo de Alexander Calder fue motivo de una verdadera batalla de precios entre quienes encabezaban las ofertas, al aumentar durante minutos las ofertas. Uno de los móviles, de 1949, ejemplo de los icónicos móviles colgantes, con formas simples y un delicado vuelo. Una notable y rara obra maestra en rojo de Pierre Soulages, de 1961, también levantó una batalla entre pujantes en la sala y al teléfono.
Los 50 lotes permiten rastrear los orígenes y culminación de la abstracción a través de movimientos como el impresionismo, el puntillismo y el cubismo. “La venta moderna destacará estos desarrollos críticos de los pasados 150 años, uniendo esas obras maestras que definen la historia del arte tal como la conocemos hoy”, señaló Sotheby’s.