En la zona centro-sur-oriente del país, en la que está incluida Puebla, 58.4% de la población de 18 a 70 años tuvo afectaciones económicas a causa directa de la pandemia de COVID-19 durante el año pasado, lo que implicó ajustar gastos, utilizar ahorros, endeudamiento y empeño.
Contrario a lo que podría ser lógico, tanto los préstamos obtenidos formal o informalmente, como la prenda o venta de bienes fueron las medidas a las que menos se recurrieron, revela la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2021, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
A los encuestados se les dieron cuatro opciones sobre cómo enfrentaron la afectación económica por la pandemia, de las cuales podían escoger una o las cuatro. Los resultados revelan que 95.3% hizo ajustes en sus gastos y 79.9% utilizó dinero que tenía ahorrado.
Sólo cuatro de cada 10 recurrieron a préstamos de familiares o conocidos, mientras que 18.6% vendió o empeñó algún bien. Es decir, pese a la necesidad de liquidez, la población optó por una disciplina en el gasto y adeudo razonado.
Respecto al crédito formal (dado por instituciones bancarias y de servicios financieros), 30.4% utilizó su tarjeta de crédito o solicitó un crédito para hacer frente a sus necesidades.
En tanto, 24.5% aceptó una prórroga en el pago de intereses ofrecida por su institución financiera, mientras que 28.2% aceptó que se retrasó en el pago de algún crédito bancario.
Resalta que 78.3% de los entrevistados, con un crédito formal, señala que sí tiene la capacidad para pagar sus cuentas en los plazos fijados, contra 13.6% que reconoce que sólo puede pagar algunas cuentas y 3.6% que definitivamente no puede; en cambio, sólo 4.3% señala no tener deudas.
Entre la población en general de 18 a 70 años (que tienen o no un crédito formal), 97% considera que puede pagar sus cuentas a tiempo, 93% analiza si puede pagar algo antes de comprarlo, 81.5% se pone metas económicas a largo plazo y se esfuerza por alcanzarlas, 68.2% reconoce que el manejo de sus ingresos y gastos es lo que rige su vida, 64.6% prefiere gastar dinero que ahorrarlo y a 56.6% le sobra dinero a final de mes.
La ENIF 2018 revelaba que en la zona centro-sur-oriente del país (Puebla, Tlaxcala, Morelos, Estado de México, Hidalgo y Veracruz) 60.3% de las personas contaba con al menos un producto financiero formal (cuenta de ahorro, crédito, seguro o cuenta de ahorro para el retiro); para 2021, se elevó a 62%.
Por otra parte, en 2018, 39.3% de la población de esos seis estados tenía algún crédito informal, equivalente a 9.6 millones de personas, mientras que para 2021 el porcentaje bajó a 32.7, para sumar 8.3 millones de habitantes; es decir, 1.3 millones de personas salieron de esos compromisos.
De estos préstamos, 71% provienen de familiares, 43.9% de amistades o personas conocidas, 11% recurrió a una casa de empeño y 19.1% a una caja de ahorro del trabajo o de conocidos.
Respecto al ahorro informal, Inegi revela que cayó de una forma importante, pues 64.8% de la población tenía este hábito en 2018 (15.9 millones en zona centro-sur-oriente del país), mientras que en 2021 sólo lo hicieron 51.6% (13.1 millones de personas), un claro impacto económico por la COVID-19.
De las diversas formas de guardar dinero, 69.1% lo hace en su casa (alcancía), 33.4% por medio de tandas, 16.9% se lo confía a otra persona para no gastarlo, 22.3% se suma a una caja de ahorro, 14% compra animales o bienes y 9.4% presta con intereses (usureros).
Para efectuar compras, el uso del efectivo ocupa el primer lugar con 78.7% de los casos en montos mayores a 501 pesos, seguido por tarjeta de débito con 12.3%, la tarjeta de crédito en 3.4% y 3.3% utiliza otro método.
Cuando se habla de cantidades de menos de 500 pesos, el efectivo sigue mandando con 9 de cada 10 pagos; tarjetas de débito y crédito, 6.2 y 1.2%, mientras que otras formas de pago (como los vales de despensa) están en 2.1% de los casos.
Fuente: Crónica
