Los caballeros es una película de las que ya no hacen: con un presupuesto mediano, poca acción, mucha personalidad, y un poco racista y machista. Es ligeramente problemática, pero se resguarda en su exageración y su autoconsciencia para subsanar sus faltas a la moral actual. No lo logra del todo, pero tiene tanto carisma que es inevitable sentarse a escuchar todas las locuras que tiene que decir.
Ésta es una cinta de gente hablando con acentos fuertes y ademanes extravagantes. El ingrediente perfecto para eso es un reparto que sabe lo que está haciendo, y Los caballeros tiene precisamente eso. Matthew McConaughey, Charlie Hunnam, Jeremy Strong, Colin Farrell, Henry Golding; todos dicen sus líneas con una personalidad dominante que podría cargar una película por sí sola.
Realmente podríamos sentarnos a desmenuzar cada decisión de actuación y divertirnos por horas. Parece que Matthew McConaughey cree que está en un comercial de whiskey, diciendo frases sobre leones y reyes. Colin Farrell trae una de sus actuaciones más carismáticas y divertidas, y carga con los mejores momentos de humor. El ejemplo perfecto es Hugh Grant, que toma muchas decisiones extrañas en su actuación, empezando por jugar con su voz, y todas resultan extremadamente magnéticas. La personalidad de Los caballeros viene de su reparto, sin duda.
Pero la personalidad de la película también juega en su contra. Puede llegar a ser alienante y cansada. Entre tanto diálogo cargado de masculinidad y gestos toscos, la cinta tiene un aroma abrumador que a veces marea. Tampoco ayuda su masculinidad tóxica y sus estereotipos raciales. La película no se toma a sí misma muy en serio, lo cual nos invita a hacer lo mismo, pero es inevitable sentirse un poco incómodo por su visión del mundo. No la señala lo suficiente, así que deja espacio para dudar de si se ríe de eso o con eso.
La acción es escasa, pero cuando aparece es bienvenida y está bien realizada. Es valioso que la película sepa sus límites y entienda bien sus intenciones. No tiene grandes set pieces. Sabe concentrarse en lo que le interesa contar: las dinámicas entre los personajes. Hay más momentos explosivos basados en puro diálogo que en acción, lo cual es refrescante.
El guion va revelando las verdaderas motivaciones detrás de muchos de los personajes, pero abusa un poco de tratar de sorprender demasiado al espectador. En algún momento sentimos que Guy Ritchie se está retando a forzar un giro de tuerca más, incluso si ya no es necesario. Pero a pesar de sus problemas, Los caballeros es genuinamente entretenida, basada principalmente en actuaciones llenas de decisiones fascinantes. Cuenta con todos los elementos de una película que pudo haberse hecho hace 20 años.
Fuente: Cinepremiere