Ha pasado casi medio siglo desde la desintegración de The Beatles, pero su música sigue siendo fuente de inspiración para incontables historias. Pocas tan prometedoras como Yesterday, que nos lleva a un mundo que se ha olvidado completamente del grupo a excepción de un único individuo, una historia escrita por Richard Curtis y dirigida por Danny Boyle. Esta alianza generó altas expectativas por el talento que ambos han mostrado a lo largo de sus respectivas trayectorias, pero también incertidumbre por sus estilos radicalmente opuestos. Al final, las diferencias imperaron.
La base tiene toda la esencia de Curtis, empezando por el amor improbable entre un músico amateur que sueña con ser famoso y su amiga secretamente enamorada que debe conformarse con el puesto de manager. Le sigue la premisa netamente fantástica, una fórmula que ya había sido empleada en Cuestión de tiempo (2013) y que en esta ocasión atribuye la desaparición del grupo a un apagón mundial. Finalmente, la crítica a la sociedad consumista y la industria artística que prioriza la comercialización, algo parecido a lo que hizo con el guion de Un lugar llamado Notting Hill (1999).
Cuando son bien trabajados, estos elementos pueden dar comedias románticas verdaderamente memorables, capaces de transmitir mensajes relevantes en historias divertidas y conmovedoras. El problema es que, a pesar de sus grandes cualidades, Boyle no tiene ninguna experiencia en este tipo de proyectos, lo que le hace batallar al momento de definir sus prioridades. Inicia bien, pero al final es incapaz de traicionar su esencia, lo que le hace relegar la alegría que caracteriza a estas obras para centrarse casi netamente en la crítica social. Esto hace que la primera parte sea dominada por la influencia de Curtis y la segunda por el realismo de Boyle.
Estas mismas decisiones impiden que la película se convierta en el homenaje a The Beatles que prometía ser, al priorizar de manera significativa los aspectos comerciales de su música. Sin embargo, no impiden transmitir las sensaciones que sus canciones producen en el público y que llevaron al grupo a convertirse en el mayor fenómeno musical de todos los tiempos. De hecho, es aquí donde se aprecian los segmentos mejor cohesionados del filme, auténticos chispazos pero que bien merecen ser ubicados entre los momentos más conmovedores en la obra de ambos creativos. Uno particularmente emotivo y que promete sacar lágrimas a cualquiera que se considere aficionado del Cuarteto de Liverpool.
La película también sale adelante por las buenas actuaciones de Himesh Patel y Lily James. El primero hace un buen trabajo como el joven músico fascinado por la popularidad inicial, pero rápidamente saturado por las emociones encontradas que le aquejan. La segunda funge como interés amoroso, pero también como una conciencia al ser la única capaz de evitar la caída definitiva del personaje central. Por esto mismo queda una sensación de que la cinta pudo sacar aún más provecho de ella.
Finalmente el rol de la música, que lejos de fungir como un simple acompañamiento, es brillantemente empleada como refuerzo narrativo. Una decisión interesante, pero que viene unida a grandes riesgos, ya que permite la inclusión de algunas canciones secundarias, pero también condena algunas de las más icónicas.
Yesterday no es mala, ni siquiera puede decirse que es irregular, sino extraña ante las dualidades que le aquejan: queda lejos de las expectativas, pero tiene tintes de genialidad. Quiere ser una feel-good movie, pero posee una carga dramática excesivamente elevada. Sus creativos transmiten sus elementos más característicos, pero son incapaces de cohesionarlos. Y como resultado, no consigue la grandeza de las obras que ambos realizadores nos tienen acostumbrados. Eso sí, resulta irónico que esto suceda precisamente en una cinta que gira alrededor de The Beatles, cuya historia comenzó precisamente con la brillantez de su dupla estelar y terminó por las diferencias que les aquejaron.
Fuente: Cinepremiere