Annabelle 3: Viene a casa comienza con los pilares de la franquicia de El Conjuro: Ed y Lorraine Warren, quienes deciden llevarse a la muñeca poseída a su casa. Sin duda alguna, los pocos minutos que aparecen estos personajes resultan un gancho efectivo para un nuevepisodio en la historia de terror basada –medianamente– en hechos verídicos. 

Dentro de la franquicia, Annabelle ha sufrido de altibajos. Por un lado, la primera parte no fue precisamente bien recibida por el público, mientras que la segunda tuvo un sólido empuje por parte del director David F. Sandberg. Tanto así, que Warner Bros. le confió ¡Shazam! un par de años después. 

Ahora es el turno del escritor de todas las películas de Annabelle, Gary Dauberman, quien por primera vez se pone tras la silla del director y logra entregarnos un universo sumamente expandido de El conjuro. Para hacerlo, él se apoya de la habitación donde los Warren guardan todos esos objetos malditos.

Annabelle 3: Viene a casa resulta una cinta donde la acción está contenida en un solo lugar, como ha sido a lo largo de la franquicia. La decisión de Dauberman de entregarnos un sinfín de criaturas y espectros en su tercer acto (mismos que va preparando a lo largo de la proyección) resulta una prueba de popularidad. Un cínicamente, la cinta parece querer averiguar cuál es el más popular para poderle hacerle su propio spin-off. 

Dauberman coquetea con la clásica idea americana de la niñera en apuros, popular en el cine de terror juvenil gracias a Halloween de John Carpenter. La diferencias es que aquí, en lugar de lidiar con una figura real que acecha a la joven, tenemos monstruos y espíritus que se rotan a las víctimas. 

La trama principal nos presenta a tres chicas: la niñera Mary Ellen (Madison Iseman), su mejor amiga Daniela Rios (Katie Sarife) y la hija de los Warren, Judy Warren (Mckenna Grace). La interacción entre las tres resulta un acierto de la película. Tenemos así a tres personajes femeninos cuyos diálogos (aunque por un par de minutos hablan sobre un chico) ayudan a avanzar la trama. Además, el problema al que se enfrentan deberá ser resuelto por ellas mismas sin ayuda de hombres o figuras adultas. Algo común dentro del género (y particularmente en el slasher) es tener a las scream queens o final girl, pero aquí más que ser un aspecto típico del género que encaje dentro de patrones, se trata de personajes que ayudan a la trama, sin caer en estereotipos. 

Sin embargo, el factor susto es explorado de una forma muy diferente al que nos tenían acostumbrados James Wan o David F. Sandberg. Aquí estamos más bien en una película de aventura y terror a diferencia del resto de las entregas de la franquicia. Por momentos las acciones que realizan las protagonistas nos recuerdan a La cabaña del terror de Drew Goddard o It de Andy Muschetti. Este último ejemplo no debería extrañarnos, ya que el guionista de aquella película es el director y escritor de Annabelle 3: viene e a casa. 

La película logra mantener un balance en la saga. No está a la altura de lo que fue la segunda parte o las películas de El Conjuro, pero al menos sobrepasa a la recientemente estrenada La llorona y resulta un entretenimiento más llevadero que La monja, la cual se tomaba muy en serio a sí misma. Sólo faltaría por ver si Warner Bros. decide encerrar a la muñeca por siempre y explorar los otros objetos que aparecen en la casa de los Warren o seguir jugando con Annabelle.

Fuente: Cinepremiere