En televisión, el término “jump the shark” se refiere a un momento específico en el que la serie, caricatura o hasta reality show, toman un camino de no retorno. A partir de ahí, no hay forma de que se salve de una cancelación. La película Rápidos y Furiosos 9 (2021) representa ese momento exacto para Dominic Toretto y el resto de su familia.
Dentro de las historias de ficción, cada mundo tiene reglas que, aunque no estén necesariamente escritas sobre piedra, la narrativa misma siempre debe respetar. Así sea una historia de fantasía como El Señor de los anillos de Peter Jackson o Harry Potter: por más ‘mágicos’ que sean estos mundos, también tienen sus reglas. El Marvel Cinematic Universe respeta absolutamente sus propias reglas. En cambio: la serie de Game of Thrones se traicionó a sí misma en cada episodio de su última temporada.
Decir que una saga como la de Rápidos y Furiosos puede hacer lo que quiera sólo por el hecho de parecer inverosimil sería un error. Aunque no lo parezca, las películas rayan justo al borde entre la realidad y un escenario fantasioso. Pero siempre se mantenían al margen, como si estuviésemos viendo un auto sobre dos ruedas que pareciera está a punto de voltearse, pero no sucede. Sin embargo, para Rápidos y Furiosos 9 ese auto sobre dos ruedas se volteó por completo.
Tres elementos faltan en Rápidos y Furiosos 9 y se notan por completo: Dwayne Johnson, Jason Statham y el guionista Chris Morgan, quien escribiera todas las películas desde Tokyo Drift -la tercera parte- hasta la 8, e incluso el spin-off Hobbs & Shaw. Ambos actores también han demostrado incluso que pueden sostener un spin-off de F&F y títulos como Jumanji y Megaladón.
Mientras que la ausencia de Chris Morgan demuestra cuando un autor conoce y respeta sus propias reglas, para la película de Rápidos y Furiosos 9, ahora fueron Daniel Casey y el propio director Justin Lin, quien a pesar de haber dirigido cuatro películas de la saga, parecía que era alguien nuevo con la misión de complacer a los fans y entregarles hasta los memes que se han hecho alrededor de la saga.
Esta película tiene una total desconexión de la realidad. Tenemos, por ejemplo, un momento en el que un auto -no una persona, un vehículo- se balancea con una liana como Tarzán.
Ninguna Rápidos y furiosos (con excepción de la primera) ha sido particularmente realista, pero al menos se apegaban a las reglas que ellos mismos establecieron. Ésta, sin embargo, más bien parece una versión live action de Los autos locos de Hanna Barbera.
Las secuencias de acción están a la altura de la producción: cada dólar gastado se ve y escucha en pantalla. Pero nada de eso sirve cuando tus personajes están alejados de toda realidad. Y lo peor aún es que se toman demasiado en serio a sí mismos y no en una forma irónica.
Nadie entraría a una película de Rápidos y Furiosos esperando un gran drama o producción digna del Óscar. Uno como fan de la franquicia entra para divertirse un rato y pasarla bien. Pero eso no significa que no debamos ‘exigirle’ ciertas cosas: una pizca de lógica, por ejemplo.
Rápidos y Furiosos 9 es una película espectacular con enormes secuencias y una producción como pocos blockbusters que hayan estrenado post-pandemia. Sin embargo, termina como esos autos de motor escandaloso que al primer cambio de velocidad truenan el motor.
Fuente: Sergio López Aguirre/ Cinepremiere