En televisión el término “jump the shark” se refiere a un momento específico en el que la serie, caricatura o hasta reality show, toman un camino de no retorno y no hay forma que se salve de una cancelación inminente. En el caso de la saga de Fast & Furious, esa vuelta sin retorno la acaba de dar Toretto y su familia con la película de Rápidos y Furiosos 9.
Dentro de las historias de ficción, cada mundo tiene reglas que, aunque no estén necesariamente escritas sobre piedras, la narrativa misma siempre debe respetar. Ya sea desde una historia de fantasía como El Señor de los anillos de Peter Jackson o Harry Potter: por más ‘mágicos’ que sean estos mundos, también tienen sus reglas. El Marvel Cinematic Universe respeta absolutamente sus propias reglas. En cambio, la serie de Game of Thrones, se traicionó a sí misma en cada episodio de su última temporada.
Decir que una saga como la de Rápidos y Furiosos puede hacer lo que quiera sólo por el hecho de parecer inverosimil sería un error. Aunque no lo parezca, las películas rayan justo al borde entre la realidad y un escenario fantasioso. Pero siempre se mantenían al margen, como si estuviésemos viendo un auto sobre dos ruedas que pareciera está a punto de voltearse, pero no sucede. Sin embargo, para Rápidos y Furiosos 9 ese auto sobre dos ruedas se volteó por completo.
Tres elementos faltan en Rápidos y Furiosos 9 y se notan por completo: Dwayne Johnson, Jason Statham y el guionista Chris Morgan, quien escribiera todas las películas desde Tokyo Drift -la tercera parte- hasta la 8, e incluso el spin-off Hobbs & Shaw. Del lado de ambos actores, han demostrado incluso que pueden sostener no solo un spin-off de F&F sino ellos solos como Jumanji en el caso de Johnson o Megaladón para Statham.
Mientras que la ausencia de Chris Morgan demuestra cuando un autor conoce y respeta sus propias reglas, para la película de Rápidos y Furiosos 9, ahora fueron Daniel Casey y el propio director Justin Lin, quien a pesar de haber dirigido cuatro películas de la saga, parecía que era alguien nuevo con la misión de complacer a los fans y entregarles hasta los memes que se han hecho alrededor de la saga.
Esta película tiene una total desconexión de la realidad. Tenemos, por ejemplo, un momento en el que un auto -no una persona, un vehículo- se balancea con una liana como Tarzán.
Ninguna película de Rápidos y furiosos (quizás con excepción de la primera) ha sido particularmente realista, pero al menos se apegaban a las reglas que ellos mismos establecieron. Ésta, sin embargo, más bien parece una versión live action de Los autos locos de Hanna Barbera.
Las secuencias de acción siguen estando a la altura de la producción, cada dolar gastado se ve y escucha en pantalla, pero nada de eso sirve cuando tus personajes están alejados de toda realidad y lo peor aún es que se toman demasiado en serio a sí mismos y no en una forma irónica.
Nadie entraría a una película de Rápidos y Furiosos esperando un gran drama o producción digna del Óscar. Uno como fan de la franquicia entra para divertirse un rato y pasarla bien, pero eso no significa que no debamos ‘exigirle’ ciertas cosas: una pizca de lógica, por ejemplo. Si no lo hiciéramos, como aficionados de la franquicia, entonces cualquier comedia debería ser exitosa porque ‘es solo una película para ir a ver no hay que pedirle nada a cambio’.
Rápidos y Furiosos 9 es una película espectacular con enormes secuencias y una producción como pocos blockbusters que hayan estrenado post-pandemia. Sin embargo, termina como esos autos de motor escandaloso que al primer cambio de velocidad truenan el motor.
Fuente: Cinepremiere