Los jefes es una película regiomontana sobre una broma que termina en delito impune porque… #México.
Por mero antojo de algo que fumar, el hijo de alguien con dinero se mete en serios problemas luego de acompañar a un micromenudista de universidad (con minúsculas) a una colonia peligrosa de la gran Monterrey, Nuevo León, manejando su recién regalada Hummer Negra. Cabe destacar que no salen de su casa sin que los regañen sus respectivas norteñas mamás gritonas groseras. Y no, no es Wild On: Javi Noble.
La película Los jefes es una joya, algo verdaderamente exótico para una producción que en cartelera no suele encontrarse muy a menudo. Cuenta, además, entre su elenco con los integrantes de la banda Cartel de Santa, quienes despliegan un talento para la actuación no solamente natural y convincente, sino además plenamente seductor y carismático, conmovedor y temible; un gran rango.
Modesta pero contundente, hace escuchar las denuncias y confesiones de las rimas de Bomba, vocalista, líder y mártir de esta pequeña gran épica tragicómica. Aunque de dudosa procedencia, la película Los jefes vale mucho la pena. Musicalizada con el mismo fino divertido folclor de la raza que puebla su elenco, es el equivalente de algo parecido a ¿Qué pasó ayer? si tan sólo esta fuera una muy buena modesta película sin pretensiones, complacencias, ni otra cosa que una espeluznante y seductora cochina cotidianidad que deja ton-to hasta al mismísimo Tin Tan.
Aunque boba (“¿A poco quieres comprar m*$a en El palacio de hierro?”), sobre todo debido a que parece como si todos los diálogos estuvieran doblados, las voces actuadas exaltan la postal de un universo urbano que no es el Distrito Federal, para variar. La fotografía no desperdicia ninguna oportunidad para ser virtuosa, algo que se agradece en medio de tanta sordidez dramática. Algo parecido a lo que ocurre con Belleza americana.
Realmente poco podemos decir acerca de su equipo de producción pues la versión para prensa no resultó esclarecedora en esos términos. Lo cual, honestamente, consiguió no contaminar la función, lo que resultó absolutamente benéfico para nuestra capacidad de asombro. Por fin una fábula criminal realista, sin obediencias perfectas. Con todas las groserías que ni Y tu mamá también logró incluir.
Ninguna gran historia de la antigua Roma se compara con el actual Monterrey que pinta Los jefes, atrapante cruel mala broma criminal, ejercicio de hipnotismo audiovisual como los que no se suelen ver, estelarizada por sus músicos. Es algo parecido a lo que Tarantino hubiera filmado si los Beatles hubieran vivido en estas épocas.
Fuente: Alejandro Murillo/ Cinepremiere