Cuando David Fincher era adolescente, regresó a casa tras ver El Ciudadano Kane (1941) en una clase de apreciación cinematográfica en la secundaria. “Recuerdo que aunque la vi en un ambiente terrible, nada propicio para el buen cine, fue muy emocionante”, dice el director estadounidense en entrevista exclusiva, vía zoom, para Life and Style. “Fue la primera vez que estaba viendo algo que tenía una especie de ímpetu sin esfuerzo, estaba viendo a un cineasta que tenía todos los poderes narrativos a su disposición”.
El futuro director —responsable del filme de culto Fight Club (1999)— estaba emocionado de haber visto el clásico del director Orson Wells, escrito por Herman J. Mankiewicz, aunque no había alcanzado a entender del todo la complejidad de esta historia, inspirada en el influyente editor y titán de medios impresos William Randolph Hearst. “Regresé a casa y le dije a mi papá que no sabía bien de qué se trababa, pero que era una película asombrosa”.
No lo sabía en aquel entonces, pero el júbilo que sentía tras haber visto la película de este empresario editorial que, pese al éxito profesional, siempre arrastró una sensación de fracaso, cobraría la forma de su undécimo largometraje, Mank. Este nuevo filme, que marca su regreso desde Gone girl (2014) y las dos temporadas a cargo de la serie Mindhunter (2017-2019), es un proyecto de índole personal.
A David Fincher le resulta íntimo porque Mank, disponible en Netflix desde hoy, es sobre su medio, el cine y las tensas dinámicas de la industria creativa del séptimo arte. Retrata la historia detrás de la producción de El Ciudadano Kane, pero lo hace desde la óptima del guionista Herman J. Mankiewicz, interpretado por Gary Oldman, ahondando en el proceso creativo del guión de este clásico, la ríspida relación que tuvo con el director Orson Wells, sus posturas políticas que atentaban contra la ideología conservadora de los fundadores de los estudios de Hollywood y, también, el infierno que significó su alcoholismo.
“Cuando decía que quería hacer una película sobre Orson Welles y Mank, todos iban directo al conflicto, inmediatamente, se iban a la rencilla”, explica Fincher, nominado al Oscar por The Social Network (2010) y El Curioso Caso de Benjamin Button (2008).
Pero si Mank es personal para Fincher, tiene que ver con algo que más allá de su temática: su padre, el periodista Jack Fincher, fue quien escribió el guión. “Cuando era adolescente, yo le pregunté a mi padre, tratando de entender su perspectiva sobre ciertas cosas, quién era el actor más grandioso o cuál la mejor película, y me dijo que sin duda El Ciudadano Kane era la película más grandiosa que él había visto”.
Varias décadas después, cuando Jack se jubiló después de una larga trayectoria como periodista —escribió y fue editor de la revista Life, en San Francisco— tenía la inquietud de dedicar su tiempo libre a la creación de un guión, pero no sabía sobre qué. “Le dije que por qué no la historia Herman J. Mankiewicz y Orson Welles. Él me lo preguntó de forma honesta, nunca asumiendo que yo la haría, fue más bien como enséñame un buen juego, porque quiero jugar. Era un tipo increíblemente curioso”, dice David sobre su padre, quien falleció en 2003 tras padecer cáncer de páncreas.
David, quien para entonces ya tenía éxito como director de comerciales de grandes marcas y videos musicales de Madonna y George Michael, leyó el primer boceto y recuerda que le sorprendió que su padre haya elegido el punto de vista del guionista para contar la historia. Sin embargo, después, analizándolo con detenimiento, le pareció natural, pues Mank también fue periodista. “Mi padre estaba muy convencido que las mejores películas estaban de alguna forma enraizadas en la realidad y que las mejores personas para contar esas historias eran ex periodistas. Él genuinamente sentía que esa era la tierra fértil para el mejor entretenimiento y, como su hijo, de alguna forma adopté eso como parte de mi entendimiento del mundo”.
Sin embargo, confiesa no haber estado del todo de acuerdo con el argumento moral de la historia. “Cuando Jack escribió el primer boceto era una especie de confrontación entre el sindicato de escritores contra el director. No me lo compré del todo y no es que hayamos discutido, pero no estuvimos de acuerdo”.
Fuente: Life and Style