Las comunidades cercanas al volcán Popocatépetl han aprendido a vivir, en muchas dimensiones y de muchas maneras, con él. Es una coexistencia ancestral. Estaba ahí antes de los primeros asentamientos. Desde hace por lo menos una década también, de muchas formas, nos hemos todos acostumbrado en Puebla capital y la zona conurbada a su presencia y a sus eventos y, por supuesto, nos mantenemos alertas.