Muy errados anduvimos quienes pensamos que la designación del Ing. Alberto Jiménez Merino como delegado de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) había sido producto de un chantaje al PRI para no irse al partido-franquicia de Andrés Manuel López Obrador, el Movimiento de Regeneración Nacional, mejor conocido como MORENA.
Y es que con el correr de los días, el panorama se ha ido aclarando y las cosas se van poniendo en su lugar.
Han sido ya varios restaurantes de lujo en Puebla en los que Roberto Marín, bajo los influjos del alcohol, que forma parte de su dieta diaria, ha vociferado que Jiménez Merino llegó a la Delegación de la Conagua como parte de una negociación -al más alto nivel- entre su hermano Mario, Mario Marín, y el mismísimo secretario de Gobernación del gobierno de la República, el presidenciable Miguel Ángel Osorio Chong, quienes mantienen una estupenda relación de amistad y complicidad desde que coincidieron como gobernadores de sus respectivos estados: Puebla e Hidalgo.
Por lo tanto, el rol de Jiménez Merino –ex delegado de la Sagarpa, a la que renunció para irse a la fracasada campaña de Blanca Alcalá en 2016- es exprimir a la Conagua lo más que se pueda de aquí a que concluya el periodo del gobierno federal, en diciembre del 2018, es decir, los próximos 17 meses para ser exactos, y reportar todas las utilidades a su verdadero y único amo, el inefable “góber precioso”, fungiendo como intermediario su hermano Roberto Marín.
De ahí que es por lo menos inexacta la versión de que el dirigente estatal y diputado federal del PRI, Jorge Estefan Chidiac, operó el extraño retorno de Jiménez Merino a la ubre del presupuesto federal, pues ya ha quedado al descubierto que se trató de una “preciosa imposición”.
Por eso es, también, que Roberto Marín sube y baja loco de contento frotándose las manos porque este jueves 27 de julio viene a Puebla Roberto Martínez de la Parra, director nacional de la Conagua, a firmar un convenio con el gobierno del estado, con lo cual formalmente arranca oficialmente el programa de licitaciones de obra pública para este año, y desde luego que él llevará mano en la designación de las empresas constructoras que resultarán beneficiadas.
De tal modo que al final del día el único y verdadero ganón de la temporada de “moches” y “diezmos” de este año no será otro más que “El Precioso” y su hermano Roberto, y quien firmará todo y asumirá la responsabilidad por lo que pudiera ocurrir en el futuro, será Jiménez Merino, el tonto útil de la película… ¡papá!
¡Pero qué asquerosidad es esto!
¡Que los redima Kamel Nacif!