Como ocurre en las asociaciones cuyo único vínculo fue la complicidad, cuando ésta se acaba, como hoy en el PRI, la separación es dolorosa y se expresa en dos bandos claramente identificados y rencorosamente enfrentados. Es una guerra análoga a la que se da en las escisiones de los cárteles en el norte del país. En el tricolor poblano hoy hay dos grupos que se disputan no solamente la candidatura a la gubernatura, sino el todo o el nada. De un lado, el que comandan la ex candidata Blanca Alcalá y el presidente del Comité Directivo Estatal (CDE), Jorge Estefan Chidiac; del otro, abriendo fuego a mansalva, sin precisión pero en constante ataque, el que encabeza el subsecretario de la SEDATU, Juan Carlos Lasitiri Quiroz, con el cetemista Leobardo Soto y el funcionario de la Segob, Guillermo Deloya, como piezas estratégicas en su intención de apoderarse del tricolor y de las candidaturas de 2018.
No han sido gratuitas las giras que ha intensificado el también diputado federal Jorge Estefan, quien se hace acompañar de la senadora y todos aquellos que se le quieran sumar para la simulación de unidad, que se da solamente en su parcela.
Este fin de semana, se placeó en Acajete con el pretexto de inaugurar oficinas del Comité Municipal, al lado de los lugartenientes de su bando.
Estuvieron prestos para la foto el delegado del IMSS, Enrique Doger, y el delegado del CEN, el senador José Olvera (el mismo que perdió la gubernatura de Zacatecas contra el hoy morenista Ricardo Monreal en 1998).
También el senador Ricardo Urzúa y, por supuesto, Blanca Alcalá, quien parece haber postergado indefinidamente su viaje para encargarse de la Embajada de México en Colombia.
¿De qué tamaño serán sus intereses en Puebla que está desoyendo las indicaciones de Los Pinos para ese cargo, el que por cierto ella solicitó como salida “decorosa” a su naufragio político del año pasado?
Este domingo, mientras el bando BAR-Estefan festejaba su parcial unidad en Acajete, en la segunda gira consecutiva en fin de semana que realizan, en Puebla capital el subsecretario de Desarrollo Urbano y Vivienda, Juan Carlos Lastiri, celebraba un foro sobre seguridad en la casa de la Confederación Nacional de Trabajadores (CTM).
Una más de sus decenas de actividades proselitistas de cada semana.
Mucho de razón tiene Lastiri cuando dice que él y su movimiento han provocado que Jorge Estefan y Blanca Alcalá dejen la comodidad de sus oficinas y los restaurantes de lujo, para ir a gastar suela de sus zapatos a los municipios.
En los avances, retrocesos y estrategias territoriales, esto se parece mucho a las guerras de los cárteles norteños.
En la CTM, a la que por cierto fueron convocados todos los operadores de la Sedatu con todo y sus familias para que se viera “mucha gente”, Lastiri presentó a su nuevo alfil: el titular del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal de la Secretaría de Gobernación (Segob), Guillermo Deloya Cobián, pasó lista de presente con el bando del zacatleco.
Metafóricamente, recibió su Avtomat Kalashnikov modelo 1947 (AK-47) y se apersonó en la trinchera lastirista.
Las bandas poblanas tienen reflejo nacional.
El poderoso canciller Luis Videgaray, por la vía del titular de Hacienda, José Antonio Meade –a quien muchos ya ven como el candidato del grupo a Los Pinos en 2018-, y el presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), Enrique Ochoa Reza, apuntala a BAR-Estefan.
En tanto, se ha dejado ver que el grupo de Lastiri-Deloya-Soto tiene el cobijo de la titular de la Sedatu, Rosario Robles, y del mismísimo secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien está en disputa de la candidatura presidencial haciendo todo por evitar que aquellos convenzan a Enrique Peña Nieto de que la mejor opción es el “ciudadano” Meade.
El choque de trenes es ya de antología, y con claros, evidentes repercusiones a nivel local entre los distintos cárteles del PRI.
Sin embargo, el marcador favorece hasta ahora al lastirismo, que se mueve a sus anchas, mientras sus adversarios, el cártel de enfrente, no pueden frenarlo ni con los estatutos y la dirigencia formal en la mano.
Si Meade es el candidato presidencial, el bando Alcalá-Estefan seguirá mandando en el PRI de Puebla y se apoderará de prácticamente todas las posiciones en juego en 2018; algo muy similar sucederá si Osorio Chong es el elegido, pues Lastiri llevará mano.
La guerra es total y tiene además aderezos de vendetta.
Lastiri no olvida el “cualquiera menos tú” para la gubernatura en 2018, que una iracunda Blanca Alcalá le soltó en una reunión del CEN el año pasado y que ella está dispuesta a cumplir, aunque ahí se le vaya el futuro político inmediato.
Si Roma bien valió una misa…
Ya no ir a Colombia bien puede ser un pequeño precio para una venganza.
El pronóstico de esta guerra de cárteles no es difícil de adivinar: se van a destrozar.
Sí, todavía más.