Como pocas veces, para los tricolores poblanos la de este lunes fue una tarde muy triste. Se sintieron extraños en suelo propio. Y es que fueron desdeñados por el primer priísta del país y, ahora sí, se dieron cuenta que ni de relleno sirven en los actos presidenciales.
La visita número 16 de Enrique Peña Nieto como primer mandatario a Puebla dejó con claridad que nada -ningún interés partidista y ninguna disputa electoral- ni nadie están o estarán por encima de su buena relación con el gobernador Rafael Moreno Valle.
Al participar en la inauguración del Tren Turístico Puebla-Cholula, Peña Nieto además sembró la certeza de que esta sociedad continuará en los próximos años. Una sociedad que transitó felizmente durante todo un sexenio en el mismo vagón del mismo tren, y que al parecer va por más kilómetros de recorrido en la misma dirección.
En términos simples, dio el tiro de gracia, políticamente hablando, a su propio partido en la entidad.
En medio de un duelo de halagos entre el presidente y el gobernador, el primero agradeció el apoyo del segundo.
Luego, Moreno Valle lo respaldó en el mensaje que recién unas horas antes había dado el mexiquense en Los Pinos, sobre la estrategia de defensa de México ante el gobierno de Donald Trump.
Peña Nieto ponderó los logros del poblano.
Se endulzaron el oído.
Se reconocieron el trabajo.
Se evidenciaron aliados, amigos, socios, cómplices…
Y sin asomo de pena.
Los diputados federales, locales y senadores del Partido Revolucionario Institucional (PRI) ni siquiera fueron invitados a la fiesta de Moreno Valle con Peña Nieto, o de Peña Nieto con Moreno Valle –que es lo mismo, a final de cuentas-.
En la última visita del Presidente de la República en la era morenovallista, el único vestigio del priísmo lo representó el contingente de los delegados federales.
Sin ánimo.
Sin porras.
Sin lugares privilegiados en el acto que se realizó en el Museo Regional de Cholula.
Quien no tenga el contexto político, juraría que uno y otro son miembros del mismo partido.
La inauguración del Tren Turístico, la última muestra pública de aprecio de Moreno Valle y Peña Nieto, como gobernador y presidente, fue un acto eminentemente albiazul, morenovallista.
Hubo molestia, mucha, en los priístas.
Desde la soledad de sus conversaciones de café y en WhatsApp, lamentaron el desdén.
Por un lado, dicen con razón, ellos hacen conferencias de prensa y presentan puntos de acuerdo para denunciar los “excesos” del actual gobierno.
Se rasgan las vestiduras contra Rafael Moreno Valle.
Por otro, en la cruda realidad, su mismo jefe máximo apapacha con sobrada deferencia al “tirano” panista, él que les ganó todas las elecciones desde 2010, cuando los sacó a patadas de Casa Puebla y luego se apoderó de la débil y traicionera estructura del tricolor.
En el colmo del ridículo, el Tren Turístico Puebla-Cholula, inaugurado este lunes por Enrique Peña Nieto, fue denunciado por el PRI en el Senado de la República como una obra “oscura“.
Sí, en noviembre del año pasado, la bancada priísta en la Cámara alta subió un punto de acuerdo para solicitar a la Auditoría Superior de la Federación que revisara el gasto en esta materia.
Hoy, el presidente emanado de su partido lo elogió.
Y hasta el exceso.
Los senadores del tricolor deben sentir, con justa razón, una patética frustración.
El acto, que tuvo un desmedido operativo de seguridad por parte del Estado Mayor Presidencial, mostró un color singular cuando Peña Nieto afirmó que no vio a mucha gente enojada por el gasolinazo.
Nadie le dijo que esa gente ha marchado por millares ya dos fines de semana seguidos en Puebla.
Y que este lunes también hubo una manifestación en su contra, muy cerca de donde él no vio a los inconformes.
Sin embargo, el mayor mensaje es que Peña Nieto y Moreno Valle seguirán de la mano, en lo que convenga –como diría un nostálgico de otros tiempos pero un pragmático de hoy- “a los, sus, intereses superiores (de la nación)”.
Son aliados.
Ahora sí les debió quedar muy claro a los priístas poblanos.
El 2018 ya está muy, muy cerca.
Y la alianza no es con ellos.
Peña Nieto y Moreno Valle, Moreno Valle y Peña Nieto, viajan en su propio vagón de su propio tren.