La llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos este viernes y las medidas que tome contra México país serán para Puebla de altísimo impacto. De ninguna manera debe observarse como un fenómeno de implicaciones solamente nacionales.
Nuestra entidad está entre las cuatro o cinco del país que más resentirá cualquier medida económica, política o social que la ex estrella de los reality shows implemente contra los migrantes, por el gran número de paisanos que viven allá y los que sobreviven aquí con las remesas.
La llegada de Trump ya ha generado cambios en el gobierno de México y en Puebla deben tomarse previsiones urgentes.
Actualmente, hay un nuevo canciller del gobierno federal, Luis Videgaray.
Está un recientemente nombrado embajador de México en Estados Unidos, que aún deberá ser ratificado por el Senado: Gerónimo Gutiérrez.
Y hay un cónsul en Nueva York, Diego Gómez Pickering -en donde más poblanos hay-, quien hace unos meses asumió el cargo por la jubilación de su antecesora, Sandra Fuentes-Berain, en abril pasado.
Desde todas esas posiciones, el Estado Mexicano se ha preparado para lo que venga.
Y no hay que engañarse: con Trump vendrá lo peor.
En este contexto, es muy importante que el gobierno de Tony Gali perfile ya a un encargado del tema, con relaciones y experiencia.
Asimismo, en sintonía con los nombramientos federales y en el cuerpo del Servicio Exterior Mexicano.
Difícilmente, así lo comentan sus cercanos, se quedará al frente en la Coordinación de Asuntos Internacionales y de Apoyo a Migrantes Poblanos, Miguel Hakim Simón.
Es más probable que ayude con sus relaciones internacionales a Rafael Moreno Valle, en su precampaña presidencial de la República.
Incluso, hay incertidumbre sobre qué ocurrirá con esa coordinación que hoy depende del Ejecutivo, pues podría convertirse en Instituto o en Subsecretaría de la General de Gobierno.
Lo tendremos claro una vez que Gali asuma el cargo de gobernador y envié al Congreso local su iniciativa para modificar la Ley Orgánica de la Administración Pública, para preparar su administración.
Puebla ha estado desde hace un par de décadas entre los lugares cuatro y cinco de los estados que más paisanos expulsa.
Fluctúa a veces de un semestre a otro, pero siempre se ubica en esos sitios.
Es la sexta entidad que más remesas recibe, con mil 400 millones de pesos anuales, en promedio.
Su máximo histórico reciente se dio en 2011, cuando a Puebla llegaron mil 469.6 millones de dólares, de acuerdo con el Banco de México (Banxico).
No se ha repetido ni se ha superado esa cifra.
Las causas: las deportaciones de paisanos, que en promedio suman unas 10 mil al año, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Por la escasez de trabajo, por la desaceleración de la economía gringa.
De cualquier modo, se ha mantenido un flujo abundante y constante de dólares en muchos hogares poblanos.
La cifra promedio de estos años es mayor a la inversión que realizó en Puebla la alemana Audi, para fincar su armadora en San José Chiapa.
Esos recursos provenientes de Estados Unidos, además son el sustento de miles de familias en al menos 65 de los 217 municipios de la entidad.
Más de la tercera parte de las familias poblanas dependen de ellos.
Especialmente en las Mixteca Alta y Baja.
Si Donald Trump, como ha amenazado, pone obstáculos al envío de remesas para los indocumentados…
Si el magnate xenófobo, como lo llamó Víctor Giorgana desde la tribuna del Congreso, concreta el amago de imponer un gravamen específico a éstas, Puebla va a padecer y mucho.
Los especialistas han pronosticado que la administración que comienza este 20 de enero en Estados Unidos podría establecer el requisito legal de que solamente quienes tienen papeles en regla puedan hacer envíos de dinero.
Esa medida se ve complicada administrativamente, pues muchos de nuestros paisanos realizan los envíos vía electrónica.
Incluso desde sus celulares.
La otra previsión es que desde la Casa Blanca se imponga un impuesto a las remesas.
Podría ser de hasta cinco por ciento de los montos enviados.
Esa medida se antoja más viable y sería muy redituable, pues los economistas calculan que por ello Trump se embolsaría hasta mil 300 millones de dólares anuales.
Seguramente esa le resulta más atractiva al nuevo presidente de la Unión Americana.
Tal vez de ahí su amenaza de que, de una u otra manera, México terminará pagando por el muro que piensa construir en los 3 mil 152 kilómetros de la frontera sur de su país.
O al menos en buena parte de ella.
El tema es complejo para México, que recibió en 2016 alrededor de 24 mil millones de dólares en remesas.
La cifra iguala y a veces supera a lo que se consigue por el petróleo.
Las remesas son vitales.
De ahí que además del problema de posibles deportaciones, de los eventuales abusos y de xenofobia exacerbada, una de las mayores afectaciones para el país y para Puebla sea en lo económico.
El próximo gobierno estatal tiene una buena reflexión que hacer y una medida importante que tomar en el tema.
Es imperativo.
DE NOTARIOS, FRACASO Y TRAICIONES
Fuentes por lo general bien informadas afirman que el fabricante de escrituras y Don Corleone Región 4 del notariado poblano, el tristemente célebre Carlos Sánchez Castañeda, a quien todos recordamos como un marinista de cepa y zavalista de corazón, anda volando bajo, muy bajo, preocupado al haber sido descubierto operando desde las atarjeas de su imponente reciento notarial instrucciones del personaje que consideró su mejor aliado durante el sexenio morenovallista.
Y es que después de muchos años de manipular información y de hacer toda clase de favores en su gremio para después cobrarlos a precio de oro, quiso imponer a un personaje de baja monta al frente del Colegio de Notarios del Estado: el gris y apocado José Othón Carriles Hannan.
Pero la maniobra resultó un auténtico fracaso, con todo y que contó con la abierta colaboración de conocidas traidoras del morenovallismo, ya detectadas por nombre y apellido, las mismas que toparon con pared cuando desde Casa Puebla fueron detectados sus habituales actos de trapecismo político.
Como diría el clásico: “¡Lástima Margarito!”.
Ahí será para la otra.