Sin la añoranza o la frustración que han expresado otros mandatarios en su último informe de gobierno, a unos días de dejar Casa Puebla, Rafael Moreno Valle rindió el propio este domingo, hecho que, dentro de la ortodoxia política, marcó formalmente el inicio de su nuevo camino: la búsqueda de la candidatura presidencial del PAN, tarea a la cual se dedicará de “tiempo completo” y “en cuerpo y alma”.
Moreno Valle se irá con la certeza de haber roto la tradición inercial de las administraciones priístas que, con medio cumplir, se conformaron, cantaron ”victoria” y tuvieron desempeños de medianos a mediocres.
El morenovallismo, más para bien que en negativo, no solamente será una referencia en la historia de Puebla, como el primer gobierno de alternancia, sino también por la dinámica que imprimió a la vida económica, social y política, así como por el muy particular estilo del gobernador.
Por supuesto hay puntos que demandan la reflexión y la crítica, los que son magnificados por sus detractores.
Sin embargo, hay también mucho que no se le puede regatear.
Moreno Valle se va además rompiendo mitos políticos.
Deja a un mandatario de su grupo.
Finalmente, en Puebla, “gobernador sí puso gobernador”.
Se despoja del poder formal en el estado, con la oposición completamente anulada, desarticulada y minada, así como un eje único de control político e institucional, sin ninguna clase de contrapeso.
Tal vez en eso no resistió la tentación en la que cayeron sus antecesores.
Se muda de su domicilio en Los Fuertes con muchas relaciones, pactos, simpatías y fuerza nacionales.
Trascendió la entidad y tiene mucho futuro.
Aunque por ahora las encuestas no lo benefician, se le ve en la lista de los presidenciables del 2018.
Cualquiera que sea su destino inmediato, a diferencia de sus antecesores, quienes al dejar la gubernatura tenían la jubilación en el horizonte, Rafael Moreno Valle va a la continuación de su carrera política.
En sus promocionales del VI Informe, destaca la inversión en infraestructura, como nunca, en la historia de la entidad.
Eso es absolutamente cierto y también lo es, parcialmente, el eslogan de “sin pedir un solo peso prestado”.
Como nunca se realizó obra en la entidad, con subrayada intensidad en la capital.
Sus críticos aseguran que no toda era necesaria y que la mayoría es de “imagen urbana”.
Los Proyectos de Prestación de Servicios (PPS), modelo con el que se realizó buena parte de ella, son también un tema de crítica para los “odiadores profesionales”, los célebres “Rafafóbicos”.
Pero es indudable -y así lo reflejan las cifras- que con Moreno Valle se avanzó de manera importante en educación y salud, además de que se trabajó para paliar la pobreza, aunque sin el éxito esperado.
En inversión extranjera, esta administración estará cerrando en casi 4 mil millones de dólares.
Efectivamente, como nunca antes.
A diferencia del sexenio de Mario Marín, el morenovallismo se cuidó de caer en excesos personales vergonzosos.
Aunque también terminó por crear un nuevo grupo hegemónico, una burocracia dorada, y por otorgar toda clase de privilegios a su primer círculo.
Empaca hoy el gobernador con indicadores de eficiencia y un poder invicto en las urnas.
Moreno Valle gobernó en momentos a la defensiva, con su particular estilo y con cierta dureza.
Así concibió que tenía que ser su mandato, ante la posibilidad de que personajes del pasado aprovecharan cualquier viso de debilidad.
El caso Chalchihuapan, que dejó un niño muerto, fue en su momento una mancha.
Pudo manejarse mejor tanto desde el punto de vista mediático como el político.
Sin embargo, al paso del tiempo, no es un fantasma que lo persiga en sus aspiraciones.
Quizá el mayor pendiente es la seguridad.
La delincuencia común avanzó en las calles, principalmente de la capital.
En tanto, el crimen organizado se apoderó de los municipios del llamado Triángulo Rojo, con el robo de combustible.
Sin embargo, con la administración que termina, Puebla fue colocado en el mapa nacional por más cosas positivas.
Hay razón en quienes consideran que con este gobierno se acabó el tema de denuesto y señalamiento negativo hacia la entidad y sus políticos.
Se vio el cambio, sin duda.
Puebla hoy es otra.
Y hay que saber diferenciar la legítima crítica de los adjetivos y las acusaciones viscerales de quienes tienen solamente un objetivo personal, económico o partidista.
Las voces catastrofistas también hay que identificarlas.
En el análisis tampoco debe prevalecer el estrépito del triunfalismo.
Hoy, de estar en posibilidades, Moreno Valle las aprovechará y llegará a la candidatura de Acción Nacional a la Presidencia.
Lo veremos en los próximos meses.
De no ser así, el poblano de cualquier modo estará en la jugada en 2018.
En la boleta o en la operación, con injerencia en el destino que tendrá la nación.
Algo que muy pocos poblanos pueden presumir.