Ya no es una rebelión silenciosa: los perredistas poblanos empiezan a abandonar el barco y a sumarse abierta y públicamente al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido de Andrés Manuel López Obrador.
Ya no hay simulaciones ni medias tintas.
Y no son uno, no son dos, ni son diez: ya son legión quienes han decidido dar el gran salto ante el desastre causado tanto por los militantes del PRD cercanos al grupo morenovallista como por aquellos que son parte de la mafia encabezada por el senador Luis Miguel Barbosa Huerta, dueño del partido en los últimos 26 años.
Lo más grave para el sol azteca es que ya no son perredistas cualquiera los que se están yendo.
Ahora perredistas de nivel –de pedigrí, digamos- se están integrando a Morena.
Tal es el caso de Eduardo Fuentes de la Fuente, ni más ni menos que el primer dirigente que el Partido de la Revolución Democrática tuvo en el estado, en tiempos en que ser perredista era tan peligroso como un honor.
Hace unos días trascendió que Fuentes de la Fuente quemó sus naves en el PRD y encabezó una desbandada en la Sierra Norte.
Junto con su hijo Jorge Fuentes y dirigentes locales, se sumó a Morena en un acto político realizado en Huauchinango y encabezado por el diputado federal Rodrigo Abdala.
En una de las fotografías que se tomaron del hecho, Fuentes de la Fuente aparece justo al extremo izquierdo, vestido de color negro, sonriente, pleno y orgulloso de su decisión.
Una decisión significativa tratándose de quien se trata: un perredista histórico y auténtico, pero sobre todo el único dirigente perredista que ha estado fuera del control y el cacicazgo de Luis Miguel Barbosa.
Con Fuentes de la Fuente se va parte de la historia del PRD poblano, una fuerza política que tuvo que pagar una importante cuota de muertos para construir un partido de izquierda.
Un ideal muy ajeno a lo que hoy es el corrupto, oportunista, incongruente y caótico PRD, una franquicia que se alquila al mejor postor y que ha sido el origen de no pocas fortunas ilícitas para quienes lo controlan política y electoralmente.
Mientras Luis Miguel Barbosa y sus huestes locales están metidos en una especie de “guerra santa” –sin tregua ni cuartel- contra el grupo morenovallista, por la puerta de enfrente se les están fugando los pocos perredistas auténticos y valiosos que les quedaban en su prostituido y famélico padrón de militantes.
Lo peor para el PRD –o para los muchos PRD´s que hoy coexisten en Puebla- es que el éxodo se está presentando en todo el estado.
Es un fenómeno que no puede pararse ni con los conocidos cañonazos de miles de pesos ni con los famosos tinacos azules –que ya dieron de qué hablar en estos días-.
Morena está armando estructuras y, por vez primera, fortaleciéndose de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro.
Ya son muchos los militantes de otros partidos, especialmente del PRI, dispuestos a seguir un camino similar al del ex perredista Fuentes de la Fuente, de cara al 2018.
Al parecer, Andrés Manuel López Obrador entendió las lecciones de 2006 y 2012, cuando su ingenuidad y su cerrazón para crear alianzas estratégicas con factores reales de poder a nivel local o regional y para conformar un ejército de verdaderos operadores, lo llevó a perder ante el panista Felipe Calderón y el priísta Enrique Peña Nieto, respectivamente.
¿O me equivoco?