Han pasado 127 días que los priístas, sonrientes y optimistas, firmaron un acuerdo de unidad y aceptaron que por esta misma vía se designaría a su candidata. Hoy, a exactamente un mes de la derrota, están sumidos en una crisis profunda acompañada de una división absoluta y una guerra de estiércol.
El convocante de aquella reunión en la Ciudad de México fue el entonces presidente del CEN del PRI y también presidenciable, Manlio Fabio Beltrones.
El sonorense ya renunció al cargo, por los malos resultados, y no es más considerado en la lista de aspirantes a Los Pinos.
En poco tiempo, esos “unidos” personajes ahora son enemigos e intercambian acusaciones, se endilgan culpas, se señalan por traiciones.
Ha pasado un mes de la elección que perdieron por casi 12 puntos y esa frágil unidad simulada es ahora una sólida y contundente fractura cuyas grietas profundas tienen ya matices de odio.
Aquella reunión fue únicamente para la foto. Las rupturas ya venían desde entonces.
Asistió el subsecretario de la Sedatu, Juan Carlos Lastiri Quirós, para fingir.
Luego, ya no apareció más en la contienda y solamente al final bajó recursos a cuenta gotas para la movilización del “Día D”.
A él en su partido lo ven como traidor y es actualmente el principal impulsor de la renuncia del presidente del CDE del PRI, Jorge Estefan.
Para ello tiene operando al delegado de la Sedesol, Juan Manuel Vega, quien también está en esa histórica, por histriónica y cómica, foto.
Este lunes, Lastiri pidió realizar una consulta a la base para definir al candidato a la gubernatura en 2018. Él cree que así lo logrará.
Es un ambicioso que calculó incluso la derrota de Alcalá como un escalón más en su camino.
Por cierto, Estefan no estuvo en aquella foto y la mayoría de los priístas quiere que ya tampoco esté en las próximas.
Por más reuniones que organiza no logra la unidad, como en el pobre desayuno del sábado, que no tuvo siquiera buena convocatoria.
DE LA RISA A LA HIEL
La ex candidata Blanca Alcalá, ya desde aquel lejano 19 de enero, se perfilaba como la elegida y veía su nombre en las letras de la historia.
Alcalá lo logró a medias: ganó la postulación, perdió la contienda y sí pasó a la historia, pero como la abanderada priísta menos votada.
Fue una pésima candidata.
En cuestión de votos, hasta Javier López Zavala consiguió más que ella, la muda “líder moral” de un PRI sin mando, sin rumbo, totalmente extraviado.
Zavala también estuvo en aquella reunión.
Hoy también está en la lista de los Judas, por “simulador”, y se vuelve a apuntar por tercera vez a la gubernatura.
Nada se puede esperar de él. Es de los que no entienden que no entienden que su tiempo y su momento ya pasaron.
Junto a Blanca Alcalá en esa imagen y al lado de la secretaria General y hoy presidenta interina del PRI por prelación, Carolina Monroy, estuvo la ex dirigente estatal Ana Isabel Allende.
Fue corrida de esa posición por petición de la candidata y llevada, como “salida decorosa”, a la delegación de Gobernación.
Ahora ahí enfrenta procedimientos administrativos por malos manejos.
También están Alberto Jiménez, que apostaba todo a su cercanía con Mario Marín.
Hoy los dos son cadáveres políticos.
Aparece también Enrique Doger, ahora delegado del IMSS, premio que recibió por bajarse de la contienda por la candidatura.
El “doctor” va y viene, con ánimo bipolar, de la petición a que Estefan se vaya del edificio de la Diagonal, al apoyo tibio.
En el mismo tono, Alejandro Armenta, quien también sonríe en la foto y presionó a Alcalá para ser su “coordinador” de membrete, abandonó el barco de los derrotados.
Se destapó ya como aspirante a 2018.
El delegado del CEN, Rogelio Cerda, encabezaba entonces las sonrisas, pero siempre sabía que venía la derrota.
Ahora solamente espera la designación del nuevo dirigente nacional, para regresar a su casa en Nuevo León a disfrutar el paso del tiempo en sus lujosos relojes.
Guillermo Deloya también está en la foto y es hoy el único que, con autocrítica, ha llamado a la recomposición del PRI.
Aparecen también los poblanos Lucero Saldaña, Víctor Giorgana y Jesús Morales Flores. De ellos no había entonces mucho que decir, hoy nada.
La foto ya forma parte del museo de la derrota del PRI de 2016.
Las cosas en relación con las dos fechas, 19 de enero, cuando se tomó, y 5 de junio, cuando perdieron, tampoco han cambiado.
Los traidores, los simuladores, los ambiciosos siguen siendo los mismos.
Desde aquellas fechas sólo los ciegos no quisieron ver las señales.
¿O me equivoco?